Las fotos en la Capilla Sixtina | Iván Fernández Amil

Cuando estuve en Roma, una de las cosas que más me sorprendió fue la prohibición de hacer fotos y videos en la Capilla Sixtina. Los guardias son firmes en ello y llegan a gritar y amenazar a quien lo hace. Pero, ¿por qué no se puede fotografiar la Capilla Sixtina y sí el resto de los museos vaticanos? Yo te lo cuento.

La mayoría de la gente te dirá que esta prohibición se debe a que el flash de las cámaras puede dañar esta obras. Y, aunque en cierto modo es cierto, la prohibición no nació por ese motivo, sino a causa de un acuerdo con una televisión japonesa.

En 1980, el Vaticano emprendió un proyecto multimillonario para restaurar la Capilla Sixtina, por lo que pidieron asistencia externa, ya que estimaban el costo en varios millones de dólares y catorce años de trabajo.

La institución abrió una convocatoria a corporaciones multinacionales para ayudar con la financiación que acabó ganando la cadena de televisión privada más importante de Japón: la Nippon Television Network Corporation.

Tras meses de negociaciones, los japoneses ofrecieron 4,2 millones de dólares con los que superaron las ofertas de otras compañías interesadas de países como Italia o Estados Unidos.

A cambio, recibirían los derechos exclusivos para fotografiar y grabar esta obra de arte y todo el proceso de restauración, en una decisión que generó mucha polémica, pero que parecía la única manera de sacar el proyecto adelante.

Durante una visita de Juan Pablo II a Tokio se firmó el acuerdo, que incluía la exclusividad de todas las imágenes de la Capilla Sixtina durante las diversas fases de la restauración y de los tres años siguientes a su apertura al público.

Cuando en 1994, Juan Pablo II descubrió el resultado al mundo, las críticas se desvanecieron, ya que gracias al acuerdo, los japoneses produjeron varios documentales, libros de arte y otros productos que incluían vídeos y fotos exclusivas de una inusual belleza jamás vista hasta ese momento de la Capilla Sixtina.

Nippon Television dejó de tener la exclusividad en la distribución y producción de imágenes en 1997, sin embargo, el Vaticano decidió mantener la prohibición, pero ¿por qué lo hizo?

Por dos motivos.

Por un lado, para evitar daños a los frescos a causa de los flashes y por otro, para prevenir el incontrolable caos que se formaría si todo el mundo quisiera hacer una foto o grabar un vídeo en un lugar que es visitado cada día por unas 30.000 personas.

Así que, cuando te digan que no hagas fotos ni vídeos, hazles caso. No es por ti, es por todos…

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