La exactitud del boxeo | Luis Vinker

En su retorno a la novela negra –el género que más cultivó, dentro de su intensa actividad literaria de los últimos tiempos- Horacio Convertini llega ahora con una obra elaborada alrededor del boxeo: “La exactitud del dolor”. 

Rayo, el protagonista en el ring, y su manager, el Rengo Zafe, son personajes sobre los cuales también giran otros típicos de época, que va del 70 a los 90 y que podrían prolongarse hasta la actualidad: agentes inescrupulosos, periodistas influyentes, narcos prostitutas, aprovechadores, vendehumos o idealistas en busca de una batalla… perdida de antemano.

“Me Gusta Contar Historias Escenificadas En Los ’90 Porque Es La Última Década Analógica, Sin Internet Ni Celulares. Esa Época Histórica Es Muy Importante Para La Novela Negra. Los Personajes Pueden Perderse, Inventarse Una Historia. Como “El Talentoso Señor Ripley” (Netflix) De Patricia Highsmith. Y El Boxeo Es Un Tópico De La Novela Negra. Uno De Los Relatos Fundacionales Del Género En Norteamérica Es “Los Asesinos” De Ernest Hemingway, Que Es De 1927. Allí Narra La Historia De Dos Matones De La Mafia Que Van A Matar Un Boxeador. El Relato No Dice La Causa, Pero Investigando Me Enteré De Que Hemingway Había Escrito Ese Cuento Basándose En Un Caso Real. La Mafia De Chicago Había Mandado A Matar A Un Boxeador Sueco, Peso Pesado, Porque No Había Respetado La Orden De Perder Una Pelea. En La Novela Negra No Hay Justicia, La Policía No Existe, No Hay Detectives Astutos. No Hay Nada, Solo Una Sociedad En Descomposición Y Una Situación Manejada Por La Violencia Concreta De Quienes Detentan Poderes Alternativos” explicó Convertini en una de las entrevistas de presentación.

Disponía del suficiente background para construirla. El barrio de su infancia y adolescencia, Pompeya, construyó su propia mitología del boxeo, barrio de Jorge Fernández (aquel mediano vencedor de Monzón) y Alfredo Prada, barrio donde Horacio Accavallo instaló algunos de sus negocios y donde Unidos de Pompeya se convirtió en reducto tradicional de la actividad. “Hay toda una historia allí, que me nutrió de chico” cuenta el autor. Lo mismo que los relatos de Caffarelli y García Blanco por Radio Rivadavia, en las noches de sábados desde el Luna Park.

Cortázar, Soriano, Pavlovsky

El boxeo estuvo (está) presente en algunas de las principales plumas argentinas. Es conocida la devoción de Cortázar por el que denominaba “el noble arte” y también una de las más importantes obras de Osvaldo Soriano, “Cuarteles de invierno”, tiene como referencia el boxeo. Ambientada en un pueblo del interior bonaerense, Colonia Vela, que también lo fue para su notable “No habrá más penas ni olvido”, es un registro de las aventuras en plena dictadura de un boxeador –Tony Rocha- y un tanguero en decadencia –Andrés Galván- devenido sorpresivamente en manager. La versión en cine, dirigida por Lautaro Murúa, es imperdible con Oscar Ferrigno como cantante y Eduardo Pavlovsky como boxeador.

Y en el caso de Pavlovsky –otro personaje fantástico, periodista, actor, escritor, dramaturgo, psicoanalista- se da un caso más de pasión por el boxeo. “Doctor ¿cómo es posible que usted, creador de la psicoterapia médica, sea tan fanático del boxeo”, le consultaron tantas veces. Varias de sus piezas teatrales, como Último match, estrenada a fines de los 60 en el San Martín, y Cámara Lenta, que escribió durante su exilio madrileño una década después, son crudas descripciones del boxeo, así como varios de sus textos periodísticos. Por ejemplo, cubrió la pelea Clay-Bonavena en el Madison para Semana Gráfica y hasta una original semblanza de Maravilla, mucho después.-