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María Victoria Pereira, actriz por vocación y apasionada por la danza. Nació en la mañana del 8 de noviembre de 1997, en Artigas Nació en una brillante y calurosa mañana del 8 de noviembre de 1997. Calor este que mantiene vivo actuando y bailando dónde más ama hacerlo: ¡en el teatro! Comienza en el teatro de su ciudad natal, Artigas, a los quince años y con la mayoría de edad se muda a la capital del país para estudiar profesionalmente, egresa en el 2019, bajo el título de Actriz, de la Escuela del Actor. Desde el 2017 trabaja como parte del equipo de producción del Teatro Telón Rojo y actúa profesionalmente desde su egreso. Docente de Arte Escénico en la Escuela del Actor desde 2021. Saldando sus pendientes, asiste a clases de Ballet para adultos, en María Inés Camou Studio. Mamá de Mona (gata) y tía de Ropi (perra).
Un sabor de infancia
Leche con salvia/ té de menta
Una manía confesable
Dormir siesta en el sofá. Me como el borde de las pizzas que deja mi hermana
Un amuleto
Cualquiera de mis perfumes que le designe cualidades o lo particularice a un personaje.
El último libro que leí
Respeto por la actuación de Uta Hagen
Una película que me marcó
Matilda/ Center stage
Algo que evito
Irme a dormir sin leer algún capítulo de alguna novela romántica. Discutir con mi hermana.
De volver a empezar, sería
Bailarina de ballet o neurocirujana
Un lugar para vivir
Mi casa propia, decorada a mi gusto, con mucha luz natural y rodeada de verde, con jardín. Por ahora en Uruguay.
Un lugar para volver
Viena y Riga.
Una materia pendiente
Bailar tango (ya empecé ballet hace unos años, falta poco para cumplir con el tango)
Un acontecimiento que cambió mi vida
Seguir a Carina Zampini, fue lo que me hizo comprender la actuación como una profesión y empezar a estudiar teatro.
Un escritor definitivo
Chejov- Shakespeare- Roal Dahl
Algo que jamás usaría
Un abrigo de piel de verdad/ vestido de carne.
La última vez que pensé “tierra, trágame”
Se me cayó ropa interior al balcón de la vecina del piso de abajo, vino a mi puerta a devolvérmela.
El lugar más feo del mundo
Una conciencia pesada. El triángulo de las bermudas (siempre me asustó mucho)
Una rutina placentera
Despertar sin despertador, cocinar y limpiar la casa escuchando música y cantando, perfumar el ambiente con sahumerios. Actuar de noche, pedir la cena, tomar vino y un baño relajante para terminar el día.
Me aburre
La victimización.
Una extravagancia gastronómica que frecuento
Sushi (tengo que darme el gusto al menos una vez por mes)
Una canción que aún me conmueve
Sil suffisait d’aimer, Celine Dion- Naquela Mesa, Nelson Goncalvez
Un restaurante que nunca falla
Piazza Italia (la caprese cremosa)
Algo que cambiaría si pudiera
Tendría unos centímetros más
El valor humano que admiro
Lealtad
Una última palabra
Gracias.
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