Astroturismo | Francesc Fusté-Forné

A principios de mayo de 2024 una tormenta geomagnética ofreció un espectáculo de auroras boreales desde muchas zonas de Catalunya que no se había visto nunca. Las redes sociales se inundaron de fotografías del cielo, de colores y estrellas. Aunque son muchos los espacios que las personas aficionadas a la astronomía han utilizado para ver las estrellas como miradores astronómicos, el astroturismo como una tipología de turismo se ha desarrollado en Catalunya durante el último cuarto de siglo. Catalunya es uno de los destinos pioneros en la protección del cielo porque en 2001 aprobó la Llei 6/2001, de 31 de mayo, de ordenación ambiental del alumbrado para la protección del medio nocturno. El cielo forma parte del paisaje natural y la regulación de la contaminación lumínica no sólo contribuye al desarrollo del astroturismo, sino también a una mejora de la eficiencia energética que a su vez consolida el desarrollo sostenible del territorio. 

Existen muchas experiencias astronómicas que han ido apareciendo en los entornos naturales de baja contaminación atmosférica del territorio catalán, con diferentes observatorios que han consolidado una oferta que no sólo pone en valor el cielo sino que conecta al turista con el entorno cultural y natural de las zonas rurales, contribuyendo también a una relación más estrecha entre la ciencia y el turismo. Entre las propuestas más consolidadas en Catalunya se encuentran el Parque Astronómico del Montsec, en Àger, en la comarca de la Noguera y el Parque Astronómico de las Montañas de Prades, en la comarca del Baix Camp. En Catalunya hay 4 destinos turísticos starlight, que son la Sierra del Montsec, el Parque Nacional de Aigüestortes y Estany de Sant Maurici, las Montañas de Prades y Sierra de Montsant, y el municipio de Montgai, en Lleida. Las dos primeras, además, son reservas starlight, es decir, espacios naturales protegidos en los que no sólo el entorno permite desarrollar actividades de astroturismo, sino que éstas se desarrollan en relación al patrimonio cultural y natural, por ejemplo, la fauna y la flora, y con propuestas de actividades que incluyen también la gastronomía.

Por ejemplo, entre las actividades del Parque Astronómico de las Montañas de Prades se ofrece la cena con estrellas, con dos menús degustación, Enif (la estrella más brillante de la constelación de Pegaso) y Electra (una estrella que forma parte del cúmulo de las Pléyades), que han tematizado los platos con motivos de astronomía. El primero incluye platos como el Big bang (pan y chocolates con sal y aceite de oliva de Ulldemolins) y el segundo incluye Nebulosa del Anillo con recuerdo de gigante roja (boniato escalivado, burrata, avellanas y aceite de albahaca), Nana blanca (vieiras, tocino a baja temperatura, cremoso de patata y crujiente de alcachofa), Rhea, la Luna de Saturno (“ceviche” de fresas con helado de panacota) o Viaje cítrico al interior de la luna Encélado (tarta de 4 quesos catalanes).

Esta relación con el paisaje cultural y natural se ve también en alojamientos como Mas Ardèvol, una masía de turismo rural ecosostenible y que dispone de huerto propio, en la comarca del Priorat y en espacios como MónNatura Pirineus, un centro de naturaleza con alojamiento y restaurante, y un observatorio astronómico en Les Planes de Son, en la comarca del Pallars Sobirà. Dentro de la tendencia actual de turismo lento y regenerativo, el astroturismo es una puerta no sólo para descubrir y entender nuestro entorno, sino para diversificar el turismo en las zonas rurales. El cielo es un valor natural único y el astroturismo hace que el cielo y las estrellas sean un elemento de desarrollo turístico a partir de los valores de conservación de la naturaleza.