Cambiaría los límites de la estupidez humana | Pilar Galán

Pilar Galán (Navalmoral de la Mata, España,1967) licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Extremadura y escritora. Es profesora de Lengua y Literatura en el IES Profesor Hernández Pacheco de Cáceres. Escribe una columna de opinión Jueves sociales, en El Periódico de Extremadura y colabora en varios programas de radio. Dirige y coordina varios talleres literarios en Extremadura y Andalucía. Imparte también cursos de narrativa para profesores y alumnos de enseñanza secundaria. Ha ganado más de veinte premios de narrativa, entre otros el primer premio del Certamen Nacional de Narraciones convocado por Unesco,  primer premio del Certamen Internacional Miguel de Unamuno y el primer premio del Certamen Internacional de Cuentos de Invierno convocado por el Excmo. Ayuntamiento de Ponferrada. Ha sido finalista en el Concurso Vargas Llosa, en el Certamen Internacional Max Aub, y en el Certamen Ana María Matute. Ha ganado también el XIII edición del Premio Nacional de Periodismo Francisco Valdés. Es autora de varios libros de cuentos y novelas.

Un sabor de la infancia
Las moras negras de finales de agosto, que sabían tan dulces como el verano que empezaba su fin.

Una manía confesable
Empezar el periódico por la contraportada.

Un amuleto
Un anillo que perteneció a mi madre

El último libro que leí
La última función, de Landero

Una película que me marcó
El ojo de la aguja

Algo que evito
La gente pesada, a toda costa.

Si pudiera volver a empezar sería
Otra vez hija

Un lugar para vivir
Extremadura, España entera, con sus muchos defectos, sigue siendo un país cómodo y lleno de belleza.

Un lugar para volver
Atenas

Una materia pendiente
Tantas…la música, el deporte, el trapecio, el dibujo.

Un acontecimiento que cambió mi vida
Las gafas

El escritor definitivo
Homero. A partir de eĺ todos hilamos un hilo común

Algo que jamás usaría
Un vestido que costara el sueldo de otra persona. Tampoco usaría a las personas. 

La última vez que pensé “tierra, trágame”
Cada día, suelo meter la pata constantemente, no recuerdo bien las caras y confundo a las personas.

El lugar más feo del mundo
La sala de espera de los hospitales, cualquier sala de espera en verdad. 

Una rutina placentera
Leer sin prisa, nada más levantarme, sin mirar el correo.

Me aburre
La gente que solo sabe hablar de sí misma, de sus hijos, de sus logros, de sus mascotas

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Las gominolas, el regaliz y cualquier tipo de fruto seco. Y cualquier tipo de queso

Una canción que aún me conmueve
Las nanas de mi madre

Un restaurante que nunca falla
Cualquiera sin pretensiones de vender humo y sí comida. Como soy mala cocinera suelo ser agradecida con los restaurantes. Por ejemplo, El manzano, de Navalmoral de la Mata, un sitio de raciones de mi adolescencia. 

Algo que cambiaría si pudiera
La falta de límites de la estupidez humana, y más concretamente, la sobreexposición de las redes sociales, el retablo de las maravillas del nada por aquí nada por allá de muchos libros, cuadros, restaurantes…, la petulancia, la ignorancia consentida y la tiranía de la mirada ajena

El valor humano que más admiro
La inteligencia cuando va unida a la bondad, que no a la ingenuidad, que no es lo mismo.

Una última palabra
Así sea, que me parece un final perfecto para cualquier plegaria, oración o petición de deseo.