El 18 de julio de 1984, fue fecha patria. Uruguay recuerda, ese día la jura de su primera Constitución. Aquel día, la vieja sala de Centrocine, que gestionaba Cinemateca Uruguaya, estrenó una película que marcó a los espectadores que la vieron. El país avanzaba lentamente hacia la apertura democrática -las primeras elecciones, aunque con candidatos proscriptos, serían el último domingo de noviembre- y el aire que se respiraba era el de un cierto alivia tras la opresión de más de una década. Aquella película, que tuvo sus funciones regulares desde fin de ese año, también había impactado en su país de origen, en ese mismo 1984. Porque todo lo que involucró a Los santos inocentes, fue una sucesión de hechos fortuitos, desde la publicación de la novela inicial, hasta la proyección internacional del filme.
La Raya es la zona fronteriza entre España y Portugal. En Delicatessen.uy, desde aquella zona, Inmaculada Rodríguez escribió sobre el lugar. LEA AQUI. Allí es donde transcurre, a principios de la década de 1960 -pleno franquismo- la novela del destacado Miguel Delibes, publicada en 1981, Los santos inocentes. En el libro -un verdadero impacto editorial en su momento, se cuenta de una familia de campesinos que trabajan para unos patrones, soportando mil y una humillaciones, tragando la bronca, la lástima y el desasosiego en medio de una pasmosa rutina. Esa familia de sirvientes, el padre y sus hijos, tenían su futuro hipotecado, salvo que pudiesen abandonar esa vida.
Como alguien la definió, “Los santos inocentes constituye una denuncia moral contra el latifundio, la injusticia social que provoca y las consecuencias que tiene sobre la vida de los individuos, la jerarquización brutal de la sociedad que provoca la deshumanización.”
Apenas salió la novela, el director de cine, originario de Santander, Mario Camus, vio que en ese libro había una película. Camus fue un reconocido cineasta, un verdadero maestro en la adaptación de textos literarios al cine. Mientras estaba ya terminando el montaje de La colmena, basada en la novela de Camilo José Cela, se embarcó en la adaptación del relato de Delibes. De hecho, estrenadas con un año de diferencia, ambos filmes le permitieron a Camus tener una gran proyección internacional, al recibir en 1983 el Oso de oro del Festival de cine de Berlín por La colmena, y en 1984, ganar el Festival de Cannes con Los santos inocentes.El clima de agobio y sumisión que transmite el escritor en su novela es, magistralmente adaptado por el director en la película. La película fue filmada en la zona de Extremadura, Cáceres, Badajoz, Zafra, un paisaje adecuado, ya que como un crítico escribió, “el
paisaje va más allá de un mero escenario, es un mundo que influye de manera determinante en los personajes. Este mundo es el cortijo, símbolo y síntoma del latifundio; en él se diferencian dos partes: la zona construida en la que se aprecia la jerarquía social, donde los oprimidos viven en pequeñas casitas molineras y los opresores viven en una gran casa, y la zona sin construir, un entorno natural en la que los inocentes están integrados y de la que los señores disponen a voluntad, como un objeto más. Hay una dicotomía entre espacios cerrados, propios de los poderosos y asociados a la hipocresía y la falsedad; y los abiertos, que representan la vida de acuerdo con la naturaleza.”
Cuentan que “a la hora de redactar el guion, cada uno de los guionistas hizo una escaleta de la película y posteriormente se redujeron los seis episodios que componen la novela a solo cuatro, por lo que no se incluyeron algunos personajes y se obviaron algunas partes. Después de ello, se partió la escaleta en cuatro partes, siendo la primera desde que Quirce le lleva la milana a su tío Azarías para disculparse por reírse de él, que fue escrita por Mario Camus; la segunda contaba el trabajo de Nieves en la casa de los señores, que fue escrita por Antonio Larreta; luego vino la parte de la cacería de Paco el bajo, y la última, la de Azarías, estas dos últimas escritas por Nicolás Matji. Tras un mes, los guionistas se volvieron a reunir tras acabar sus partes y ambos estuvieron conformes con lo que habían escrito. El rodaje de la película comenzó a finales de octubre del año 1983, aunque tuvieron que hacer una construcción de uno de los escenarios en la finca del Zajarrón. Dos de las escenas más complicadas de la película fueron cuando la milana se escapa cuando le están tomando una foto a la familia y se va a un torreón para luego volver al hombro de Azarías, pues dependía únicamente de lo que hiciese el ave, y cuando Paco el bajo se fractura el peroné, pues tenía que resultar creíble que en realidad caía desde la rama más alta del árbol.” Parte del recordado elenco de Los santos inocentes estuvo integrado por Alfredo Landa, Terele Pávez, Paco Rabal y Belén Ballesteros. En este 2024 se cumplen cuarenta años del estreno de aquella película que, junto con otras de Camus, o también otras del cine español de la transición, marcaron a fuego a más de una generación de la transición del Río de la Plata.
La pregunta vale hoy, cuarenta años después: ¿cuánto ha cambiado la realidad de una familia, como la que relata Delibes o describe Camus?
Nota escrita en Zafra, en Extremadura, a comienzos de mayo de 2024. Como dice la poeta Angela Sayago, “las calles de Zafra me hablan del regreso….”