Si pudiera ser más ordenado y constante me sentiría mejor | Fernández de Palleja

Fernádez de Palleja (Treinta y tres, 1978) Profesor de Idioma Español, desde años en el Liceo 5 de Maldonado, donde no ha cometido crímenes muy evidentes. También roba en portugués, lengua en la cual también da clases. Cumplió funciones en la revista Iscariote, como consecuencia de lo cual se aseguró un cupo en el blog de reseñas Club de Catadores. Su blog personal lleva su apellido. Publicó dos libros de poesía en 2011. “poemas altibajos” en Trópico Sur y “poemas desde un peugeot rojo y una carretera quieta” con el sello Civiles Iletrados. Este último, recoge textos que fueran mencionados en el concurso de la Intendencia de Montevideo en 2010. El cuento ”El viaje hacia Charlie”, integra Sobrenatural / Cuadernos de ficción, Estuario editora, 2012. Datos biográficos tomados de la página de la editorial Hum.

Un sabor de la infancia
La longaniza. Cuando pude sumar seis más ocho obtuve una rodaja y es el resultado que más sé de todas las matemáticas.

Una manía confesable
Cuando visito cualquier lugar, me fijo más en los árboles que en la arquitectura, la gente o cualquier cosa. De todos modos, sé poco de la materia.

Un amuleto
Una estatuita de Iemanjá que me encontró en la playa. Acá en Uruguay.

El último libro que leí
“A vida como ela é”, de Nelson Rodrigues, un escritor brasilero, un narrador que, con pocos elementos, produce infinitos cuentos.

Una película que me marcó
Hace no tanto, “El olvido que seremos”, basada en el libro homónimo de Héctor Abad Faciolince. Media película llorando.

    Algo que evito
    Las discusiones, creo. Querer ganar es la mayor pérdida de tiempo, seguramente sumar ideas es mejor que hacerlas pelear. No sé si te parece, tengo mis principios pero si no sirven tengo otros, como dijo un principista.

      Si pudiera volver a empezar sería
      Sería el mismo pero con la experiencia acumulada de ahora. Intentaría lo que no intenté y cometería unos errores extrañísimos y muy narrativos.

      Un lugar para vivir
      Maldonado, donde vivo. O cualquier ciudad no muy grande de la cuenca del mate.

      Un lugar para volver
      Pelotas, Porto Alegre, Rio de Janeiro. Unas calles, unos bares, unos árboles, esos compatriotas.

      Una materia pendiente
      Una vez me encontré con un compatriota olimareño que tocaba la guitarra y le pareció extrañísimo que, siendo yo del pueblo, no supiera hacerlo. Eso, tocar la guitarra. Pero no voy a poder ser Yamandu Costa.

      Un acontecimiento que cambió mi vida
      Irme del pueblo, irme de Montevideo, irme de trabajos hacia otros.

      El escritor definitivo
      Serafín J. García. Desde Juan el Zorro hasta los Partes de Don Menchaca, pasando por Tacuruses, los cuentos, los romances y lo que no he leído. Tiene humor, sensibilidad, fuerza, claridad, belleza y una gran lectura de lo humano y, particularmente, de la gente rural de Treinta y Tres.

      Algo que jamás usaría
      Una de esas camisetas de fútbol americano con números enormes.

      La última vez que pensé “tierra, trágame”
      Una persona me dijo que era del año 63. Le pregunté si era antes o después de Cristo.

      El lugar más feo del mundo
      ]Uno abandonado, donde se tira basura. Puede estar en cualquier lugar.

      Una rutina placentera
      Juntarse con amigos a decir estupideces e incluso tratar temas serios.

      Me aburre
      La gente que está convencida de que tiene razón o, aun peor, la que utiliza largas palabras abstractas para hacer humo y no generar nada real. Pienso en discursos educativos.

      Una extravagancia gastronómica que frecuento
      Tomo el café con leche frío. Nunca caliente. Me lo han señalado como rareza. Apelo desde aquí a que salten mis congéneres y hagamos una Asociación del Café con Leche Frío.

      Una canción que aún me conmueve
      “Como nossos pais”, de Belchior. Puede ser en la versión propia, en la de Elis Regina o la de Ana Cañas. Barbaridade!

      Un restaurante que nunca falla
      Soy lego en la materia. Hay uno en Punta del Este, chiquito, muy rico y de muy buenos precios cuyo nombre no consigo recordar que siempre está muy bien, incluso atienden rápido y bien. Está en una transversal a Gorlero.

      Algo que cambiaría si pudiera
      Solo podría cambiar algo mío. Si pudiera ser más ordenado y constante me sentiría mejor, me parece.

      El valor humano que más admiro
      La capacidad de no juzgar. Da un trabajo bárbaro y es muy calmante que a uno lo traten sin juicios.

      Una última palabra
      Gracias.