Manejo muy mal el ocio | Nicolás Peruzzo

Nicolás Peruzzo (Montevideo, 1980) Estudió dibujo en la Continental School de 2007 a 2011, donde se formó en anatomía, dibujo natural, caricatura, humor gráfico y acuarela. Cursó la carrera de Animación en Animation Campus de 2008 a 2010 donde estudió guión, storyboards, arte conceptual, creación de personajes, character animation, Animatics, Photoshop, y el programa de animación 3D MAYA. En 2008 fundó el sello Ninfa cómics. Autor de las novelas gráficas RANITAS: catarsis y Rock n Roll, La Mudanza, RINCON de la BOLSA, DISKETTES, PANCHO El Pitbull 1, 2 y 3, cinco números de la serie Relatos de Ciudad Fructuoxia, el crossover Freedom Knights en Ciudad Fructuoxia y el manga Hui Ke: Redención. Actualmente dibuja para EEUU la tira humorística Brad’s Pit y la página de humor El Paraíso Oculto para La Diaria fin de semana. Co fundador junto a Alejandro Rodríguez Juele y Victoria Saibene del proyecto de historietas educativas digitales BANDAS EDUCATIVAS, que resultó ganador del Fondo del Bicentenario 2011 y 2013, y fue premiado por los Fondos Concursables 2011, 2012, 2014 y 2016. Junto a Alejandro Rodríguez Juele obtuvieron el primer premio en el concurso “Un Afiche contra el tráfico de Bienes Culturales 2013” de la UNESCO. Miembro fundador y secretario de la Asociación Uruguaya de Creadores de Historieta (AUCH). Es dibujante estable del staff de la editorial norteamericana de libros infantiles Mirror Publishing donde lleva publicados medio centenar de libros.

Un sabor de la infancia
Las mongets (también llamadas porotos tape) pisadas con aceite de oliva de mi Yaya, mi abuela catalana.

Una manía confesable
Trabajo en mi casa, y no puedo arrancar mi jornada laboral hasta tender la cama.

Un amuleto
Durante mi último año de liceo, llevaba a los exámenes un pequeño muñequito de Yoda, el maestro jedi de Star Wars. Cada vez que lo llevé, salvé. Dos décadas después, lo llevé a la ceremonia de premación de los Bartolomé Hidalgo en la que estaba nominado, y gané el premio. No soy supersticioso, pero creer en Yoda o reventar.

El último libro que leí
“La filosofía de la canción moderna” de Bob Dylan, un libro de ensayo en donde Dylan analiza, con una prosa maravillosa, más de sesenta canciones que, a su entender, marcaron el siglo XX.

Una película que me marcó
25 Watts, de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella. Verla por primera vez me despertó las ganas de escribir guiones de historieta. Y que los personajes hablen como los de 25 Watts.

Algo que evito
Discutir en redes sociales. Parece difícil pero no lo es tanto. Luego de años, aprendí a usarlas quirúrgicamente: difundo mis trabajos, comparto cosas que puedan tener cierto interés, interactúo con quienes tienen algo que aportar, y huyo antes de que me atrape el horror de las redes.

Si pudiera volver a empezar sería
Lo que soy, guionista y dibujante de historietas. Pero empezaría una década antes. Recién me animé a publicar a los 28 años, y siempre he tenido la sensación de que debí hacerlo a los 18 o 19. Suelo embarcarme en varios proyectos a la vez, y en parte es porque sigo con la sensación de tener que recuperar ese tiempo perdido.

Un lugar para vivir
La aldea gala de Astérix, resistiendo ahora y siempre al invasor.

Un lugar para volver
La Paloma, desde que la conocí de niño. Cada verano que puedo pasar algunos días allí es un buen verano.

Una materia pendiente
Me hubiera gustado aprender a tocar un instrumento musical. La guitarra, preferentemente.

Un acontecimiento que cambió mi vida
A los 28 años estaba estudiando ciencias económicas. Luego de varios años avanzando muy lento, había recuperado ritmo y estimaba que en un año (quizás año y medio), terminaría. Pero gané el concurso de historietas de Montevideo Cómics, cuyo premio era una beca completa para estudiar la carrera de animación. Por incompatibilidad de horarios, decidí pausar un año economía, para concentrarme en animación. En ese año empecé a publicar, empezaron a surgir proyectos de cómics, y jamás volví a la economía.

El escritor definitivo
JD Salinger.

Algo que jamás usaría
La camiseta de una selección que no sea la de Uruguay.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
Fui invitado a dar una charla para niños en una feria del libro en un lugar bastante alejado. En la charla mostraría imágenes de mis trabajos, y de mi proceso creativo. Mientras llegaban más y más grupos de escolares a la carpa, muchísimos más de los que había previstos, me entero, con horror, que en el lugar no había micrófono ni equipo de amplificación. Ni pantalla para mostrar imágenes. Ni pizarrón para dibujar. Estaba solo ante una multitud, que encima estaba obstruyendo la única salida de la carpa. Es decir, mi posible ruta de escape.

El lugar más feo del mundo
Cualquier lugar donde sucedió algo significativo con un ser querido que ya no está. Esos lugares siempre me recuerdan su ausencia.

Una rutina placentera
Recorrer en bicicleta la rambla sur mientras escucho música.

Me aburre
No hacer nada. Manejo muy mal el ocio.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Cuando como sushi (que preparo yo) uso un pincel para aplicarle la salsa de soja al pescado de los nigiri (las piezas que tienen un trozo de pescado crudo encima del puñado de arroz). Lo hago desde que aprendí que esa es la forma tradicional de comerlo, pues en esa clase de piezas, la soja no debe tocar el arroz.

Una canción que aún me conmueve
Un romancero de La Tabaré.

Un restaurante que nunca falla
Parrillada El Montecito.

Algo que cambiaría si pudiera
¡Trabajar y hacer deporte en las mañanas! Desde que soy adolescente me acuesto muy tarde. Suelo hacer deporte de tardecita y trabajar toda la noche, porque no rindo en las mañanas. Pero me gustaría.

El valor humano que más admiro
La empatía.

Una última palabra
Lean.