¡Qué lo parió! El Negro lo hizo de nuevo | Jaime Clara

Recuerdo perfectamente el primer libro de narrativa que compré del humorista argentino, Roberto Fontanarrosa (1944-2007). Fue en el año 1983. Era un libro de cuentos que tenía como título «El mundo ha vivido equivocado», tapas negras, una divertida foto en la portada, editado por Ediciones de la Flor. Con el evidente paso del tiempo, el libro todavía sobrevive como testigo de inmensa felicidad. Fue una gratísima sorpresa, porque, al menos, en aquellos tiempos, no tenía nada claro que Fontanarrosa escribiera relatos tan desopilantes. A tal punto están marcados aquellos momentos con ese libro, que todavía me ruborizo cuando me veo sentado en el 187 o 188, que eran los ómnibus que más tomaba en aquella época, y reírme a carcajadas. Varias veces tuve que cerrar el libro y dejar de leer porque la risa era inevitable. «El qué dirán» condenaba en forma implacable, y yo prefería pasar desapercibido y no andar a las risotadas con el bus lleno de gente. Con el paso del tiempo y siendo testigo de las cosas que se ven y se escuchan con los teléfonos celulares, lamento haber perdido tiempo de lectura de los cuentos de Fontanarrosa. Después vinieron todos los libros que fueron muchos y variados, al tiempo que cada tanto se editaban alternativamente con las historietas de Inodoro Pereyra o Boogie el aceitoso, más libros unitarios de chistes gráficos. Era impresionante la capacidad de producción creativa del hombre de Rosario. Allá por 1987 u 88, en la Feria del Libro de Buenos Aires, después de casi 40 minutos de fila, logré que me firmara un libro de Inodoro, recién comprado. Dibujó a Mendieta que decía «Hola Jaime«. Fue como un trofeo. Logré entrevistarlo un par de años antes de su muerte, cuando intentaba con improbables tratamientos con células madre para tratar de detener una enfermedad degenerativa que le impedía dibujar y, finalmente, moverse. No quiero olvidarme del teatro, con versiones antológicas de sus cuentos «Ah Machos» en el Teatro Circular, con mil versiones posteriores y otros tantos elencos, junto con recordadas adaptaciones de Inodoro Pereyra, en La Candela y en El Galpón, entre otras. Así que desde aquellos años Fontanarrosa está presente de mil maneras en mi vida.

Cada tanto y en medio de tristes iniciales disputas familiares, finalmente la obra de Fontanarrosa se ha ido reeditando. Editorial Planeta, además de continuar con la reedición de sus libros de relatos, biblioteca obligada para quienes quieren y necesitan reír y divertirse con el desenfado y la inmensa capacidad de observación del hincha fanático de Rosario Central, sino que ha sorprendido con dos volúmenes de Inodoro Pereyra de oro, con toda la historia de «el renegau» y su inseparable perro Mendieta, con una galería inclasificable de personajes. Son varios kilos de historietas, un botín único. Pero por si fuera poco, y como una gran sorpresa, se encuentra en las librerías un libro con historietas no conocidas del gaucho pampeano, con Inodoro Pereyra Inédito. Se trata de dibujos que por algún motivo el autor decidió no publicar, con una yapa de Inodoro infantil.

Fontanarrosa por dos amigos

El prólogo de Libro de Oro 1 lo escribe el humorista Tute. Allí dice que «este oficio, el humor gráfico, se aprende copiando y yo copiaba al Ne-gro, esa suerte de tío del interior con el que veraneábamos, que visitábamos en Rosario o recibíamos en casa. Ese tío genial, que en una sola página de Inodoro podía derrochar la cantidad de remates de un mes de cualquier otro humorista. De él me quedan recuerdos hermosos que van desde las luchas en la cama (mis hermanos y yo contra él) hasta las charlas de sobremesa veinte años más tarde, pasando por los imborrables momentos en que lo veía dibujar un Inodoro y un Mendieta sobre un papel, un libro, un mantel o una servilleta de género. En esos momentos asistía a verdaderos actos de magia. Donde antes no había nada, un minuto después había un personaje que te miraba y te decía algo. Un dibujo es algo que está vivo. ¡Es Inodoro Pereyra que te mira y te dice algo, te nombra! Por eso siempre es un acto de justicia que se vuelva a editar Inodoro Pereyra. Porque cuando uno lo lee siente eso, que los personajes están vivos, que uno los conoce, los quiere. Que hablan por nosotros, que nos representan. Que reímos juntos, como en la amistad. Los leemos para juntarnos con ellos y reírnos. Eso despiertan los personajes de un gran artista popular como El Negro y mago Fontanarrosa.»

El bellísimo texto introductorio de los inéditos es de Miguel Repiso, «Rep». «Sabido es que Miguel de Cervantes realizó una parodia de las novelas de caballería, y soltó con letras la locura del hidalgo de la Mancha. Una parodia.
Fontanarrosa, nuestro gran parodista, advirtió la secuencia final de la gauchesca, llegada hasta su generación por medio de versos de la proyección folclórica, y su oído sagaz supo rasgar de esa impostura un canto humorístico, crepuscular, pero también de coyuntura. Inodoro Pereyra como parodia de Fierro, de Moreira, de Vega, de Fausto, de Armando Tejada Gómez y de César Isella. Y de Juan Carlos Castagnino, de Carlos Alonso y de Florencio Molina Campos. Un flaco desgarbado y un gordito caricaturesco en la Mancha. Una locura provocada por decenas de libros engullidos.
A miles de kilómetros y a una gran distancia de tiempo, un gaucho inútil, vago y grotesco, y un perro locuaz y reflexivo.»

Y más adelante, al final de su prólogo, Rep escribió «Porque la verdadera escuela de dibujo del Negro era la historieta seria y la ilustración publicitaria. En sus páginas, las secuencias tienen influencias del cómic, de las series y del cine. No de las tiras cómicas. Se notan sus lecturas de Ernie Pike, del Corto Maltés, de Harry, el sucio, de James Bond. Roberto Fontanarrosa fue muy prolífico. Desde principios de los setenta hasta 2007 son solamente treinta y cinco años, y para ser muy someros, podemos destacar de su obra los siguientes puntos salientes:
Inodoro Pereyra
Boogie, el aceitoso
Sue chistes diarios,
Los clásicos universales,
Sus novelas,
Las semblanzas deportivas,
Sperman
Fontanarrosa es Mundial, con la actuación especial de la Hermana Rosa
La lustración del Martin Fierro, Su colaboración con Les Luthiers

Pero a la leyenda de Fontanarrosa hay que añadirle otros condimentos que son indispensables:

Es un gran escritor, Es un gran dibujante,
Nunca se marchó de su Rosario,
La mesa de los galanes y otros cuentos
Su discurso sobre las malas palabras,
Rosario Central,
Su rutina laboral, Y, desgraciadamente, su enfermedad.

Y, ahora que lo pienso, otro condimento indispensable, Fontanarrosa era un humorista de río. Rosario tiene el río Paraná, Quizás el Negro sea el único gran humorista gráfico de río. Como Juan L. Ortiz, el poeta de su río.
Sería bueno rebautizar al tramo acuífero que pasa por Rosario con su nombre; el río Fontanarrosa, Rio, de reír. Es un gran escritor.
Es un gran dibujante.
Nunca se marchó de su Rosario.
La mesa de los galanes y otros cuentos
Su discurso sobre las malas palabras.
Rosario Central.
Su rutina laboral.
Y, desgraciadamente, su enfermedad.

Y, ahora que lo pienso, otro condimento indispensable. Fontanarrosa era un humorista de río. Rosario tiene el río Paraná. Quizás el Negro sea el único gran humorista gráfico de río. Como Juan L. Ortiz, el poeta de su río.
Sería bueno rebautizar al tramo acuífero que pasa por Rosario con su
nombre: el río Fontanarrosa.
Río, de reír.»