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Un sabor de la infancia
El intransferible olor del verano. No es precisamente un olor, pero ese tibio aire que me invita a vivir, amable, suave, amigo.
Una manía confesable
No logro dejar la cama sin tender. Nunca. Y lo intenté.
Un amuleto
No tengo, porque soy hombre de fe.
El último libro que leí
Amorgós, de Nikos Gatzos. Que me acaba de regalar Aghati Dimitrouka.
Una película que me marcó
Los años luz. De Alain Tanner.
Algo que evito
La confrontación
Si pudiera volver a empezar sería
Escritor
Un lugar para vivir
Montevideo
Un lugar para volver
Venecia
Una materia pendiente
Estudiar inglés
Un acontecimiento que cambió mi vida
El nacimiento de mi hija
El escritor definitivo
Shakespeare
Algo que jamás usaría
Peluca
La última vez que pensé “tierra, trágame”
Me quedé “en blanco” en un examen.
El lugar más feo del mundo
Un campo de refugiados. Inaceptable.
Una rutina placentera
Salir a caminar por la Rambla a las 6 de la mañana en verano.
Me aburre
Jamás en mi vida me he aburrido.
Una extravagancia gastronómica que frecuento
Muero con las milanesas con puré
Una canción que aún me conmueve
La mujer de cal. De Rubén Olivera.
Un restaurante que nunca falla
Otro Mercat
Algo que cambiaría si pudiera
La falta de empatía en el mundo.
El valor humano que más admiro
La lealtad
Una última palabra
Gracias