Alexandra Morgan es periodista. Casada y con tres hijos (Diego, Felipe y Catalina) se licenció en Comunicación Social en la UCU. Tiene estudios de postgrado en IEEM y en Boston University. Trabajó en casi todos los medios de prensa: diario, televisión y, actualmente, en la radio. Tiene amplio expertise en producción ejecutiva. Es coordinadora del espacio ARTE.UY EN PERSPECTIVA y es productora ejecutiva de La Sobremesa, tertulia gastronómica que conduce Carina Novarese en Radiomundo. Está aprendiendo a coser, asiste a un taller de carpintería y disfruta de las mil actividades culturales que ofrece su barrio temporal, Ciudad Vieja.
Un sabor de la infancia
Carne de cordero.
Una manía confesable
Relativamente reciente, los organizadores.
Un amuleto
Un anillo de mi madre.
El último libro que leí
Estoy leyendo -y descubriendo- a Beatriz Guido en Espía privilegiada.
Una película que me marcó
Una tríada: bleu, blanc, rouge.
Algo que evito
Planchar.
Si pudiera volver a empezar sería
Menos confiada.
Un lugar para vivir
Boston o Rincón de las Gallinas (en la esquina geográfica de los ríos Negro y Uruguay, esquina superior).
Un lugar para volver
Nueva York siempre.
Una materia pendiente
Dominar el francés.
Un acontecimiento que cambió mi vida
La llegada de nuestra tercera hija con una discapacidad severa.
El escritor definitivo
Difícil, Walt Whitman.
Algo que jamás usaría
Pantalones de tiro bajo.
La última vez que pensé “tierra, trágame”
Fue hace años, invité a un sordo muy conocido -y querido- a escucharnos en el coro de la UCU. Corolario: se sentó en primera fila con las partituras y estuvo atento todo el concierto. Mi vergüenza la devolvió con un agradecimiento por haberme olvidado de su condición.
El lugar más feo del mundo
Hasta la fecha, Bangkok.
Una rutina placentera
Desayunar en silencio.
Me aburre
La gente vueltera.
Una extravagancia gastronómica que frecuento
Salmón.
Una canción que aún me conmueve
Oh Danny Boy (Celtic women).
Un restaurante que nunca falla
Savarin.
Algo que cambiaría si pudiera
Mi eterna voluntad de ayudar aún a aquellos que no están dispuestos a ser ayudados.
El valor humano que más admiro
La inteligencia -y perseverancia- del investigador (Madame Curie).
Una última palabra
Amén.
