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Homero Expósito (1918 – 1987) ocupa un lugar destacado dentro de la historia del tango, debido a la calidad poética de sus creaciones. Quien conozca bien sus tangos estará de acuerdo en que la imagen más asombrosa de todo lo que escribió la encontramos en Óyeme:
Tu forma de partir
nos dio la sensación
de un arco de violín
clavado en un gorrión.
Sin embargo, Homero Expósito ha creado algunos tangos que trascienden lo propio de este género y desdibuja la línea (si la hay) entre tango y poesía. Si hemos de reconocer uno que se podría recitar en cualquier recital como un poema, ese es Trenzas, cuyo comienzo es toda una revelación de excelente poesía, en el que une distintos tipos de metáforas, desde la sinestésica (basada en el intercambio de sensaciones olfativas, táctiles, etc.) hasta la más pura y compleja.
Trenzas,
seda dulce de tus trenzas,
luna en sombra de tu piel
y de tu ausencia.
Trenzas que me ataron
en el yugo de tu amor,
yugo casi blando
de tu risa y de tu voz.
Fina
caridad de mi rutina,
me encontré tu corazón
en una esquina.
Trenzas de color de mate amargo,
que endulzaron mi letargo gris.
La imagen de la «seda dulce» que se articula sobre el tacto y el gusto es un ejemplo de la metáfora sinestésica; de este mismo tipo, la genialidad de Homero está en «trenzas de color de mate amargo», en el que las referencias a lo táctil (trenzas), visual (color de mate) y del gusto (amargo) componen una imagen muy poderosa del pelo. «Luna en sombra de tu piel» es una metáfora más compleja en ejecución y, sin embargo, aporta un significado sencillo y comprensible, algo habitual en el estilo de Homero Expósito; no es necesario explicar el contraste de la trenza en la piel. Lo mismo ocurre con el resto de juegos literarios, como «yugo casi blanco de tu risa y de tu voz», y que extenderían este trabajo más de lo debido.
Otro de los tangos más afortunados en lo literario es Naranjo en flor. El inicio parte de unas comparaciones («más blanda que el agua blanda», «más fresca que el río») muy sugerentes que desembocan en el magnífico estribillo:
Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento.
Perfume de naranjo en flor,
promesas vanas de un amor
que se escaparon con el viento.
Con el empleo de un motivo olfativo (perfume), alude a lo que queda del amor, como si este fuera un perfume que impregna todo. Tampoco hay que obviar la gradación (sufrir-amar-partir-andar) que intensifica el significado del «perfume de naranjo en flor».
Por último, hablaré de una composición que no es un tango en verdad, sino un vals. Flor de lino es un texto maravilloso sobre el desamor y la soledad con imágenes traídas del campo. Es bellísimo el distinto significado que tiene una misma palabra en esta estrofa; nos referimos a «beso»:
Deshojaba noches
esperando en vano
que le diera un beso,
pero yo soñaba
con el beso grande
de la tierra en celo.
El primer «beso» tiene el significado habitual, pero el segundo es una metáfora que alude a la naturaleza.
Pero, sin duda, Flor de lino es todo un ejercicio literario del «camino de linos en flor» que es el amor. El verbo «deshojar» con que empieza el vals se refiere a la angustia de la espera, de la soledad, de la ausencia del amor; al igual que «florecer» en el estribillo menciona que la vio enamorada. Al final, con imágenes bien elaboradas, habla de la soledad que le persigue «siempre por la siempre noche», en contraste con el día, con el sol necesario de los días.
Como expresó Luis Adolfo Sierra, no hubo continuación en el desarrollo de este tipo de tangos tan cargados de imágenes, por lo que su originalidad ha sido inimitable.