Raquel Meller (1889 – 1962) fue uno de los grandes nombres del cuplé. Títulos como La violetera o El relicario son inolvidables interpretados por ella. La también actriz viajó a la América hispana en 1920, primeramente a Buenos Aires donde desembarcó a primeros de agosto con su marido e hija. En este trabajo vamos a reconstruir su viaje, con especial atención a Montevideo, según la prensa española de la época, que indicaba que en la capital argentina cobró 1000 pesetas diarias.
A primeros de diciembre la encontramos en Montevideo para actuar en el Teatro Catalunya con una obra muy personal denominada «mimodrama» con el título de Sueño de opio. La sinopsis de esta actuación, firmada por la propia Meller, comienza así:
Se trata de un sueño. La heroína se halla en su lecho y los objetos que la rodean indican que ha fumado opio. El opio no provoca delirios absurdos como el vino. Sobrio y sutil, según la frase de Quincey, espiritualiza y embellece los sentimientos que nos embargan, dando soluciones suaves y plausibles a los más intrincados problemas sentimentales. […] Decimos, pues, que la heroína está acostada y dormida. Pero no está inactiva. Cuando comienza el drama, un ligero movimiento anima su rostro y una sonrisa de misteriosa bienaventuranza baja de sus ojos cerrados a su boca cerrada, de su boca a su pecho, de su pecho a sus dedos afiladísimos, que se estremecen sin moverse.
Fuera con este o con otros espectáculos, la española causaba sensación. En aquellos momentos de intenso interés por Raquel Meller, sucedió un accidente preocupante en el teatro Solís: un espectador localizado en el paraíso lanzó una moneda con fuerza a la artista, con la mala suerte de que le dio en un ojo y se llegó a temer que pudiera perderlo. El monedazo debió de tener retirada poco tiempo a Raquel del escenario, porque en enero el diario uruguayo El País realizó una encuesta sobre cuál era la mejor canción de su repertorio entre el público asistente a las representaciones y resultó elegido el tema Besos fríos, que tiene letra de Modesto Romero y música de Rosendo Llurba.
El último mes en tierras uruguayas vivió poco tranquila por distintas razones. La primera fue que en ninguna parte del mundo la Meller estaba a salvo de las habladurías, pues en un periódico bonaerense llamado Míster Bull se dio la noticia de que ella se había divorciado de Gómez Carrillo, su marido; enterados ambos de tal publicación, se apresuraron a desmentirlo desde Montevideo. La segunda fue que la artista decidió rescindir un acuerdo firmado unos meses antes con la Casa Humbert Cairo de Argentina para filmar unas películas, tras lo que esta empresa se propuso pedirle una indemnización. Y, por último, un discurso publicado originalmente en El Día de Montevideo y reproducido por el ABC de Madrid, realizado el día de su beneficio en el Centro Catalá de la capital de la república oriental; un discurso en que afirmó que no era catalanista sino «española de toda España», con la renuncia a cualquier interés político que hubiera en estos términos:
Cuando se trata de calumniar a una artista que comete el crimen de tener éxito, todas las armas son buenas. Y así, ya en estos últimos meses, por haberme oído cantar trovas del venerable Guimerá y del admirable Iglesias, muchos han sido los que han tratado de hacerme pasar, no por catalana, lo que sería honroso, sino por catalanista, lo que, «en mí», sería ridículo. […]
Por lo mismo, amo a Cataluña, donde pasé mi niñez, donde aprendí a trabajar en un taller humilde y donde tuve mis primeros éxitos, como se ama la casa solariega en que ha transcurrido la infancia. Pero no la separo del resto del país, sino que, al contrario, la considero tan española como Castilla, como Andalucía, como Galicia.
Tras despedirse de Montevideo, en marzo, Raquel Meller actuó en La Plata, lugar desde el que se difundió la impactante noticia de que un admirador suyo se intentó suicidar dos veces, con el gesto dramático de escribir la palabra «Raquel» con su propia sangre en la pared en la segunda tentativa.
Finalmente, volvió a Buenos Aires, donde se realizó exámenes médicos «en cuatro establecimientos de salud», con el diagnóstico de «una punta de hernia y ha sido sometida a una nueva operación», por lo que iba a volver de inmediato a España. Esta noticia no debió causar excesiva sorpresa, ya que se sumaba al sinfín de desdichas que Raquel Meller estaba pasando en América, las cuales hemos relatado en este trabajo. Entre los críticos, J. R. de la Serna, en El Pueblo Cántabro, cayó en la cuenta de que no salió nada alusivo al ojo y que quizá la moneda le dio en otro lugar.
No se supo más del ojo ni ella habló del suceso una vez regresó a España en abril de 1921.
Hemerografía
ABC (21-3-1921)
Diario de Córdoba (23-1-1921)
Eco artístico (30-1-1921)
El Lloyd (10-2-1921)
El Pueblo cántabro (6-4-1921)
La Acción (20-4-1921)
La Correspondencia de España (10-10-1920) (9-12-1920) (10-10-1920) (12-2-1921) (4-4-1921)
La Época (8-4-1920)
La Voz (18-3-1921)