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Porrera es un pequeño pueblo de la comarca catalana del Priorat. En él viven unos cuatrocientos habitantes. En él hay más de veinte bodegas. Una por cada veinte habitantes. El pueblo se encuentra a 316 metros sobre el nivel del mar y tiene una superficie de menos de 30 hectáreas, que se extienden en el Valle del río Cortiella. Hay referencias históricas sobre un pueblo, Valporrieram, desde el año 1201, el cual sería el origen de la población actual. El cultivo de la viña, y el comercio vitivinícola, ha sido una de les señas de identidad del municipio durante los últimos siglos.
Porrera está a las puertas del Espacio Natural Protegido del Río Siurana i Planes del Priorat, antesala del Parque Natural de la Sierra de Montsant, a occidente, y de las Montañas de Prades, a oriente. Este espacio natural se caracteriza por la presencia de almendros, olivos y viña, que representan los paisajes agrícolas de la región. La llegada a Porrera, por una carretera sinuosa que recorre las paredes de las montañas donde se pueden observar los viñedos, es una puerta abierta a la fusión de la cultura vitivinícola y la naturaleza que la alimenta. Porrera es el pueblo del vino. Las casas y sus calles empedradas bailan al compás del vino. Las bodegas tejen el entramado de la población y se unen a ellas los espacios gastronómicos y restaurantes que promueven la gastronomía a través del vino y los productos de temporada de cultivo local y regional.
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Los vinos producidos en Porrera se comercializan bajo el paraguas de la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Priorat, que clasifica los vinos en cinco tipologías, bajo la nomenclatura “Los nombres de la tierra”, que aumentan su prestigio según la parcela vitivinícola y su trayectoria, así como su rendimiento (más escaso en las viñas antiguas): los vinos pueden ser Gran viña clasificada (donde todas las uvas que sirven para la elaboración del vino deben provenir de la misma parcela), Viña clasificada, Vinos de paratge (paraje) y Vinos de vila (pueblo), además de la etiqueta genérica de vino de la DOCa Priorat, sin un reconocimiento específico. Todos ellos son un reflejo de la identidad vitivinícola de la región a la vez que protegen y promocionan la diversidad del paisaje enológico del Priorat y sus características climatológicas, geológicas y orográficas. El resultado es un mosaico de parcelas vitivinícolas que representan el origen de un producto, la uva, que no son solo la principal actividad económica de la región sino también una fórmula para revitalizar los espacios rurales.
Una de las bodegas que marcan el skyline de Porrera es el Celler Vall Llach. Una puerta enorme de madera da la bienvenida. La visita guiada se divide en dos edificios (Cal Baldrich y La Final) que la empresa tiene en el centro del pueblo. El segundo de ellos es totalmente nuevo, estrenado hace unos pocos meses después de la reconstrucción del anterior edificio, que el temporal Filomena hundió a principios del año 2021. Las nuevas instalaciones incluyen una fusión de tradición y modernidad, ligada a través de la madera y la piedra licorella, también denominada pizarra, y que su presencia en los suelos de la región tanta influencia tiene en los vinos del Priorat. La bodega también cuenta ahora con una sala de degustaciones donde se pueden probar algunos de los vinos que elaboran maridados con frutos secos y embutidos. El vino insignia de la bodega es el Mas de la Rosa que está reconocido como Gran viña clasificada y que se obtiene de una pequeña finca de viñas viejas ubicada en la ladera de la montaña, conocida como el ‘Mas de la Rosa’.
Las referencias a unos de los fundadores de la bodega, el cantautor catalán Lluís Llach, y a su amigo, el poeta Miquel Martí i Pol son recurrentes en los espacios de la bodega y en los vinos – uno de ellos, Aigua de Llum, es un homenaje al poeta, y también en el pueblo de Porrera – la calle Miquel Martí i Pol, donde ambos pasaron temporadas juntos, inspirados por los paisajes del vino. Detrás de las puertas de madera de la bodega, el texto que da la bienvenida a la casa del vino dice, firmado por Miquel Martí i Pol y Lluís Llach así: Més enllà del desig compartit i esperat per tots hi ha la terra i la gent i el goig de no sentir-se mai sol en el camí on aprenem a estimar.
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