Cual retazo… | Jaime Clara

Pese que a Mario Benedetti, según escribió en Rincón de Haikus (1999) “Patrias de nailon, no me gustan los himnos ni las banderas”, a Federico García Lorca, en la obra Mariana Pineda (1927) “En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”. La bandera es un símbolo de identidad, de vínculo. Es un objeto que hermana y que nombra. En una guerra, la bandera blanca, es la señal de paz. Es un símbolo que se respeta y su ofensa suele ser un acto de gravedad, porque en ese trozo se depositan sentimientos e historias de una nación o de un colectivo.

Entre los llamados símbolos patrios de Uruguay, según la ley están “el Pabellón Nacional, el Escudo de Armas del Estado, el Himno Nacional, la Bandera de Artigas, la Bandera de los Treinta y Tres Orientales, y la Escarapela Nacional”. Como se lee, hay tres banderas, entre la media docena de símbolos que representan a la República Oriental del Uruguay. Desde hace un tiempo, se puso de moda que cada departamento tuviera su bandera, y los gobiernos departamentales legislaron en ese sentido. Dicho sea de paso, algunas de ellas son muy feas, y uno se pregunta por los criterios para el diseño de alguno de esos símbolos.

El motivo de esta nota es acercarnos a una disciplina relativamente nueva que se dedica a estudiar a las banderas, su entorno y su historia. La vexilología trata del estudio de las banderas en su más amplio sentido.​ Es una disciplina auxiliar de la historia, aunque hoy día se entiende también su relevancia como parte de la semiótica. A la persona dedicada a esta actividad se la denomina vexilólogo. Históricamente, el estudio de las banderas formaba parte de la heráldica, que cuyo objeto de investigación son los escudos de armas y blasones.

Como les decía, se trata de una disciplina nueva, desarrollada a partir de la segunda mitad del siglo xx. Un investigador alemán, Ottfried Neubecker, fue quien bautizó a la actividad como Flaggenkunde y el norteamericano Whitney Smith, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Boston, acuñó la palabra vexillology en 1957 y publicó un primer documento un año después que fue aceptado por la Real Academia Española. En esa época el mundo ya empezó a hablar de vexicología.

Una nota sobre el tema, se da cuenta de que “una de las primeras apariciones del término vexilología en español fue la del pionero manual que le dedicó el heraldista Cadenas y Vicent en 1976. Aunque no aparezca una definición formal de la disciplina, queda citada en la portada y en la introducción por la designación alternativa de «Ciencia de las Banderas». De hecho no fue hasta 1985 cuando, a instancias de la Sociedad Española de Vexilología, la voz vexilología entró oficialmente en el manual de la Real Academia Española en el léxico español.”

La nota continúa dando cuenta que “en 1967 se creó Federación Internacional de Asociaciones Vexilológicas y desde entonces el campo de acción de esta ciencia ha ido creciendo incluso más que la heráldica, ya que las banderas generan más capacidad de concentración de masas. Actualmente se considera que la vexilología es una de las disciplinas auxiliares de la historia ya que sus aportes contribuyen a la valoración y al uso de fuentes históricas.”

La vexilología estudia el desarrollo histórico, diseño y símbolos de las banderas y de otros estandartes, examina las costumbres y prácticas sobre cómo izar y arrear las banderas, genera conocimiento sobre la identidad de una nación y se encarga del estudio de los sistemas de comunicación de las sociedades humanas, sus sistemas de signos y sus propiedades.