En el límite de los montevideanos barrios Simón Bolívar y Villa Española, en Estaba ubicado en la intersección de las Avenidas José Pedro Varela y Dámaso Antonio Larrañaga, se encuentra el estadio multipropósito, Antel Arena. Su construcción está en medio de una polémica política que no viene al caso analizar. El lugar, con capacidad para 15 000 espectadores, se construyó en cuatro años. Se inauguró en noviembre de 2018.
En ese lugar, antes del Antel Arena, estaba el llamado Estadio Héctor Grauert, conocido popularmente como Cilindro Municipal, que también fue un complejo multiuso, perteneciente a la Intendencia Municipal.
En 1956, se desarrolló la 1ª Exposición Nacional de Producción en Uruguay, una muestra organizada por el entonces Ministro de Obras Públicas, Héctor Grauert en la que se buscaba exponer lo vinculado a la industria nacional. En la época, se realizó un llamado a concurso para la construcción de un complejo donde se pensaba realizar la exposición. El proyecto ganador fue el del arquitecto Lucas Ríos, que contó con la participación del Ing. Alberto Sydney Miller y de Leonel Viera, que realizaron la estructura de la obra. El complejo se inauguró el 19 de enero de 1956 para albergar la exposición. Un vez finalizada la muestra, desde el lugar, comenzaron las transmisiones del primer canal de televisión -Saeta, canal 10- hasta 1964.
Por su forma, y su rápida integración al paisaje de la ciudad, la gente comenzó a denominarlo como “Cilindro Municipal” En 1967 fue remodelado para así poder ser la sede del V Campeonato Mundial de Básquetbol. La remodelación buscó dotar al complejo de una mayor capacidad, para lograr contar con un total de 18 000 espectadores. Se construyeron las tribunas Melbourne y Helsinki, en homenaje a los mayores logros internacionales de la Selección de Básquetbol, las medallas de bronce en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 y Melbourne 1956. Tras su remodelación, continuó siendo escenario de campeonatos internacionales, como también de las más variadas actividades, escenario de múltiples exámenes, refugio de personas en situación de calle, o de evacuados, centro de reunión de diversos tipos de grupos, incluyendo otros deportes como: boxeo, hockey, fútbol sala, voleibol, tenis de mesa, handball, campeonatos de ajedrez, además de ser escenario de espectáculos sobre hielo, exposiciones y recitales musicales.
Por un periodo, tuvo un uso oprobioso: en 1973, luego del golpe de Estado, durante la huelga general, cientos de personas fueron encarceladas, ya que las comisarías estaban llenas de detenidos. Entre los presos de la época, estuvo varios días recluido, el escritor Juan Carlos Onetti, que la pasó muy mal allí, por lo que fue retirado y a los pocos días, pudo salir de Uruguay. En 1976, tras una fuga de cuatro militantes comunistas, se decidió suspender el uso como cárcel, por lo que el Cilindro volvió a ser utilizado como centro deportivo y de espectáculos.
En la noche del 21 de octubre de 2010 el techo colgante del Cilindro se desplomó tras un incendio accidental. El informe de la Dirección Nacional Bomberos atribuyó el siniestro a una chispa a causa de un desperfecto eléctrico cercano al anillo central del techo. Esa chispa inicial, en contacto con los materiales inflamables usados en la obra de impermeabilización de la cubierta, desencadenó el fuego que acabaría venciendo la resistencia de los cables y desestabilizando el frágil equilibrio general.
En un trabajo de investigación académico, el Arq. Marcelo Danza, ex decano de la Facultad de Arquitectura, se hizo una serie de preguntas vinculados a aquellos sucesos(*). “Ese informe significó el punto final de investigación técnica sobre las causas del accidente. Luego del colapso se encendió un acalorado debate sobre qué hacer con los restos de la estructura. ¿Reconstrucción o demolición? ¿Son Leonel Viera —el autor del Cilindro Municipal de Montevideo— y su obra suficientemente reconocidos? ¿Cómo podría sustentarse una obra pública de tal magnitud? Estos fueron los principales registros de análisis del colapso y el posterior debate cultural y político sobre el lamentable hecho. Sin embargo, una carta que Leonel Viera había escrito cuatro años después de la inauguración de la obra pasó inadvertida. En la misiva el autor advertía sobre la necesidad de darle correcto mantenimiento a la estructura (impermeabilización de cubiertas, aplicación de antióxido en los elementos metálicos estructurales) y alertaba sobre el incierto futuro de la obra. Quizá la clara intuición de Viera obliga a solicitar lo que en otro contexto habría parecido una obviedad. El accidente ocurrido aquella noche al desplomarse el techo colgante del Cilindro Municipal de Montevideo estaba cargado de significado e implicancias para el proyecto arquitectónico en países de fragilidad cultural y económica. Ese instante es el punto de partida desde el que se desteje una compleja trama de causas y azares que entrelazan circunstancias diversas de la cultura arquitectónica con la voluntad humana y hechos fortuitos. Partiendo del preciso momento del colapso de la cubierta del Cilindro Municipal, la investigación se propone develar la multiplicidad de elementos implicados en el hecho y, a través de ellos, plantear el proyecto de arquitectura como una actividad ampliamente influida por factores externos a su campo de control. Las implicancias de este abordaje son múltiples y abarcan todas las construcciones que estructuran el corpus disciplinar: proyectual, tecnológica y teórico-histórica.Por otro lado, es de destacar que Viera y su obra prácticamente no han sido objeto de estudio, a pesar de que es, junto con Eladio Dieste, autor de las obras producidas dentro del territorio uruguayo más influyentes fuera de fronteras.”
Lo cierto es que el Cilindro Municipal fue un ejemplo arquitectónico que merecía otro destino. Además de la reivindicación de Leonel Viera. Quizás la implosión fue una decisión apresurada. Hablar a favor de aquel emprendimiento de Viera, no es hablar mal del Antel Arena. Lamentablemente este tema ha sido contaminado por la política partidaria. Desde hace algún tiempo estamos condicionados en hablar sobre el Cilindro o el nuevo Arena sin que se acuse de estar de un lado o del otro del espectro político. Es una pena y una tremenda devaluación del intercambio sobre temas de la ciudad. De todos modos, es una batalla que hay que seguir dando, porque tarde o temprano, hay que levantar la mira, y no entretenerse debatiendo sobre el ombligo de cada uno.
(*) http://www.fadu.edu.uy/doctorado-arquitectura/files/2018/08/Thema_02_web.pdf