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La ciudad de Copenhague, igual que otras metrópolis alrededor del mundo, tiene muchos atractivos turísticos. Unos de ellos es la Sirenita, The Little Mermaid, que centra los focos de las cámaras de los teléfonos móviles de los visitantes. Otros atractivos de la capital danesa son Nyhavn, con sus ambientes gastronómicos y sus casas de colores, a lado y lado del canal y sus barcos, los jardines de Tivoli o el Palacio de Amalienborg. Igual que en cualquier otro lugar, la ciudad tiene también pequeños tesoros menos conocidos. Hay seis gigantes escondidos. Se les conoce como los gigantes olvidados, pero son los gigantes encontrados. Ubicados en diferentes zonas de Copenhague, no solo de la capital, sino de las localidades próximas a la capital, se han convertido en un recurso turístico aun poco conocido.
Impulsados por el artista Thomas Dambo, el proyecto incluye seis esculturas ubicadas en Copenhague y a las afueras de la ciudad para reducir el flujo de personas en las zonas más turísticas de Copenhague y por lo tanto reconfigurar el espacio turístico. Las esculturas utilizan materiales reciclados y su persistencia en el tiempo depende, valga la redundancia, del tiempo, ya que no hay una estrategia de conservación, lo que les hace a la vez, un tesoro local. La búsqueda de estos gigantes aparece no solo como una búsqueda de la escultura, sino que protegen el entorno natural y promueven la interacción con la naturaleza donde se ubican.
Uno de los gigantes, The Little Tilde, se encuentra dentro de un bosque encantador, en la reserva natural de Vallensbæk Mose. Dentro del bosque, un pequeño desvío que podría pasar inadvertido pero que no lo pasa, te guía hasta la pequeña Tilde, que, de pie, apoyada en dos árboles, observa las aguas del Tueholm Sø. La escultura de madera parece proteger a los paseantes que se ponen delante suyo para fotografiar una conexión con el entorno, una simbiosis con el paisaje que la rodea. Unos metros más abajo hay un pequeño embarcadero.
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Una estructura de madera protegida sirve para que los visitantes puedan pasar de una a otra orilla, con la única ayuda de las cuerdas que unen ambos lados del bosque. Parece que ahora entras en una escena de las aventuras de Tom Sawyer y que vas a cruzar el río Mississippi. Alguien pudiera esperar una pequeña barca con un remero, pero la estructura es manual y dos personas, una a cada lado, deben tirar las cuerdas para lentamente llegar al otro lado. Una vez al otro lado, solo debemos esperar que alguien venga para poder volver. La vuelta nos enfrenta a la mirada del gigante que, atento, aguarda la llegada de los navegantes entre los árboles, como un tesoro que guarda un tesoro.
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