El veranillo de San Miguel en Zafra | Inmaculada Rodríguez

A finales de septiembre, rondando la festividad de San Miguel, que se celebra el día 29, los termómetros vuelven a subir como si retornara el verano. Es el llamado veroño, o también conocido como el veranillo del membrillo, ya que es en estas fechas cuando se recolecta esta fruta. Suele durar una semana y no atiende a ninguna explicación científica.

Aquí, en Zafra, durante esta semana más cálida de otoño, celebramos nuestra feria más importante, la de San Miguel, que este año, su 569 edición, comenzará el 29 de septiembre y podremos disfrutar de ella hasta el 4 de octubre. Y aunque sabemos que el calor siempre está presente, lo que nos preocupa a los segedanos, que así es como nos llamamos los zafrenses, es la tan deseada lluvia. Siempre hemos escuchado decir a nuestros mayores que si llueve antes de la feria, será un buen año para todos. Y es que nuestra feria es, principal y primariamente, ganadera.

La historia de la feria se remonta al año 1380 cuando el rey Juan I otorga un mercado semanal al territorio, donde comienzan a darse operaciones de compraventa de ganado, sobre todo mular. Con el paso de los años fue ganando importancia y en 1395 se amplía coincidiendo con la festividad de San Juan. Ya con el reinado de Juan II de Castilla, en 1435, una nueva ampliación por la festividad de San Miguel, será el primer antecedente de la actual Feria Internacional Ganadera de Zafra. En la feria de San Miguel, la oferta de ganado que se podía encontrar era porcina, ovina y mular. El comienzo de las subastas oficiales exigirá a los ganaderos a encontrar una mayor calidad en sus animales, lo que implicó un evidente desarrollo de la feria.

El funcionamiento de la feria siguió igual hasta los años 60 del siglo XX, a partir de los cuales comienzan a darse avances significativos, reconociéndose como Mercado Regional del Campo y Exposición de Ganado Selecto Hispano Portugués. La creación de nuevas naves para la exposición del ganado acaba concibiendo el Mercado Nacional de Ganados y en 1992 adquiere el reconocimiento de Feria Internacional, posicionándose como una de las mejores ferias ganaderas de España. Las especies que más abundan a lo largo de sus 25 hectáreas que cubre el recinto ferial, son de ganado ovino, caprino y bovino, cerdos ibéricos y caballos de pura raza. Con el paso de las ediciones su evolución ha permitido otros tipos de exposiciones comerciales y de maquinarias agrícolas, y ha dejado de ser una feria exclusivamente del sector ganadero para incluir actividades comerciales de otros sectores y multitud de actos lúdicos. Parte de ellos se desarrollan durante las semanas que preceden a la feria, como teatros, circos, conciertos musicales, competiciones deportivas y espectáculos ecuestres.

¿Cómo es un día en la actual Feria de San Miguel de Zafra?
Debemos tener en cuenta que para conocer bien esta feria vamos a caminar y mucho, por lo que es conveniente que tanto la ropa como el calzado sean cómodos. Además, no olvidemos que el calor estará muy presente sobre todo en las horas centrales del día.

Lo primero que vamos a visitar son las naves ganaderas. En cada una de ellas encontraremos distintos tipos de ganado selecto de diferentes razas. Algunos de los ejemplares expuestos participarán en concursos morfológicos. Y para los más curiosos, en la nave de subastas podemos asistir a las pujas, las cuales pueden llegar a alcanzar cifras impensables.

Junto a estas naves se encuentra el tradicional rastro, donde se venden todo tipo de ropas y utensilios para  la actividad cinegética y el campo en general. Además, podemos encontrar artesanías de hierro forjado, mimbre y barro, antigüedades y pequeñas herramientas.

Camino a la entrada principal, donde se encuentran los pabellones que visitaremos más tarde, recorreremos las diferentes carpas destinadas a actividades comerciales de venta directa. Quesos de todos los rincones de España y el Alentejo de Portugal, embutidos, panes y dulces, el bacalao en sal, bocadillos de jamón y gominolas gigantes, junto a sartenes y limpiadores mágicos, sillones de masajes, ropa y calzado y artesanías en cerámica, son algunos de los productos que podemos descubrir, catar y adquirir, antes de hacer una pausa para recuperar fuerzas, en algunos de los puestos o chiringuitos que encontramos a nuestro paso, o en alguno de los stands de las diferentes marcas de cervezas y refrescos.

En el Pabellón Central se encuentran la institución ferial y el puesto de mando de toda la feria. Allí, en el salón de actos y salas de conferencias, se imparten diversas jornadas técnicas sobre temas relacionados con el sector agropecuario. Y se puede ver la exposición del Certamen de pintura Feria Internacional que se celebra cada año.

Los otros dos pabellones están dedicados a la actividad comercial de expositores de empresas agroindustriales, cárnicas y venta directa de otros artículos.

Ya solo nos queda pasar por las amplias zonas al aire libre, donde se extiende la muestra de maquinaria agrícola y equipos ganaderos, y vehículos industriales y turismos.

Terminada la visita por las zonas de exposiciones, las casetas están ya dispuestas para ofrecernos ricos platos de cocina extremeña y andaluza: gazpachos, salmorejos y consomés, jamón ibérico y quesos, adobos y frituras de pescados, pucheros de calderetas y garbanzos con choco, las mejores carnes de cerdo ibérico y cordero, a la brasa o montaditos de lomo entre otros, regados por vinos tintos y olorosos, rebujitos con hierbabuena y finos y manzanillas. Y de fondo, sevillanas y fandangos, al estilo de Sevilla, porque Zafra es también conocida como “Sevilla la chica”. Muchas de estas casetas, al atardecer, ofrecen música en directo.

Junto a las casetas, las atracciones para los niños y las tómbolas encienden sus luces y la música invade el recinto como un batiburrillo de ritmos descontrolados.

Y la noche comienza. El ganado selecto descansa en sus camas de heno y paja. Las otras cabezas, las de aves nocturnas, buscarán en las casetas de “la calle del infierno” la última copa. Discotecas móviles donde bailar y saltar toda la noche. Se marcharán a su refugio con los primeros rayos de sol, después de pasar a tomar unos churros con chocolate para entonar el cuerpo. Y entonces, las cuadrillas de limpieza recorrerán palmo a palmo el asfalto cubierto de plástico y alcohol. Borrarán las huellas del desenfreno y todo quedará en perfecto estado para la nueva embestida.

Y vuelta a empezar.

La última noche de feria, las pirotécnicas elevarán los fuegos artificiales y llenarán de colores brillantes el cielo de Zafra y las miradas nostálgicas de los segedanos. Será el broche final de una feria por la que habrán pasado, como cada año, más de un millón de visitantes. Una despedida de la fiesta, del calor y los excesos. Un fin de verano, del veranillo de San Miguel, por todo lo alto.