Instrucciones para medir una plaza | Inmaculada Rodríguez

Medir es simplemente comparar una cantidad con su respectiva unidad, con el fin de averiguar cuántas veces la segunda está contenida en la primera.

Entender el concepto de medición puede resultarnos complicado, y más aún lo era en la antigüedad, cuando cada persona, cada pueblo, cada país comparaba las cosas con lo que más se le antojaba. Aún hoy, cuando no tenemos cerca una cinta métrica, utilizamos una mano para medir el ancho de una puerta, o contamos los pasos para determinar el largo de un patio. Sistema que ya era utilizado por los egipcios. El problema con este sistema de medición es obvio: los seres humanos no tenemos los pies ni las manos del mismo tamaño.

Otro problema surgió a la hora de medir justamente el intercambio. Nuestros antepasados, en los mercados, intercambiaban mercancías, como por ejemplo, frutas por cereales o gallinas por aceite. Era fácil contar gallinas y cabras, pero menos era contar granos de arroz o medir el aceite. Esta carencia de sistema de medición ocasionaba problemas de convivencia, así que los gobernantes trataban de fijar unas medidas siguiendo unos patrones iguales para todos, consiguiendo que algunos perduraran durante mucho tiempo. 

Fue durante la Revolución Francesa cuando se logró la racionalización decimal de los sistemas de medida, quedando el Sistema Métrico Decimal implantado en toda Francia en enero de 1840. Internacionalmente no se dio el paso fundamental hasta la Convención del Metro en 1875, con acuerdo de diecisiete países. 

Las viejas medidas locales siguieron vigentes en el medio rural, donde todavía es normal su uso cotidiano. En los mercados urbanos podemos encontrar estos patrones grabados en piedras, que eran utilizados para comprobar la medida vigente en el territorio. Cuando la población o mercado tenía la suficiente entidad había una persona encargada de velar por su uso correcto: el almotacén. Las logias o soportales del mercado son los sitios habituales donde se encuentran, o en su falta, en fachadas de iglesias, ayuntamientos o alhóndigas.

La Plaza Chica es la plaza más antigua de Zafra, incluso se dice que su origen fue un antiguo asentamiento morisco. Fue porticada muy pronto, excepto por uno de sus lados, donde se edificaría el antiguo Ayuntamiento de Zafra. Edificio que pasó a ser Palacio de Justicia y que, hoy en día,  alberga la Escuela Municipal de Música.  Esta plaza tiene veintisiete soportales apoyados en columnas de mármol y granito, con distintos capiteles, siendo dos de esas columnas de origen romano. Sus casas, hasta el siglo XVI, estaban recubiertas de azulejos moriscos y eran destinadas, en su mayoría, a servir de posadas, mesones y tiendas orientadas al mercado semanal que allí se celebraba.

El nombre de la plaza también sufrió modificaciones a lo largo de la historia, llamándose Plaza de Isabel II en 1850, pasando por Plaza de la Libertad en 1914 o Plaza del 7 de agosto, en 1936. Su nombre actual, Plaza Chica, lo recibe para diferenciarla de su hermana mayor, la Plaza Grande, de mayores dimensiones.

A la Plaza Chica se accede por la Plaza Grande a través del conocido “Arquillo del Pan”, llamado así porque allí se encontraba una panadería. Desde sus inicios ha sido centro comercial de la villa. Lugar de mercados desde 1380. Prueba de ello es la Vara de Medir que se encuentra tallada en la columna principal del acceso por el Arquillo del Pan, presidiendo toda la Plaza. Junto a este arco se encuentra la Casa del Almotacén, vigilante del mercado y de la exactitud de los pesos y medidas. Y en el rincón, la diminuta capilla barroca de una virgen que, por pequeña, se llama Esperancita. Esta Vara de medir mide 83,53 centímetros y en ella se distinguen cinco marcas o muescas que corresponden a las distintas medidas utilizadas en la época: palmo, cuarta, pie, braza y codo.

Se piensa que el actual emplazamiento de la Vara de Medir no es el original, ya que en su parte trasera, la columna es plana, lo que hace pensar que pudo estar apoyada sobre una pared.

Aún en nuestra memoria quedan los mercados allí celebrados hasta bien entrada la segunda mitad del siglo pasado. Eran famosos los puestos de melones durante el verano. Con el crecimiento de la ciudad, se hizo necesario extender el mercado y compartirlo con la Plaza Grande. Pero mantuvo el epicentro político-judicial y acogió tabernas y posadas que fueron antecedentes a las actuales.

En 2018 se creó una moneda local propia en Zafra, el Varamedí, para promocionar el consumo en el pequeño comercio y se elige su nombre como alusión a la antigua moneda medieval, el maravedí, y a la Vara de Medir situada en la Plaza Chica y que servía de referente a los comerciantes. Para facilitar su uso, un varamedí equivale a un euro. Y tiene acuñada una moneda y cuatro billetes.

La Plaza Chica de Zafra, con su Vara de Medir, ha sido testigo de más de seiscientos años de vida, escenario de festivales de teatro, de Curro Jiménez y de Los Santos Inocentes. Por sus soportales han pasado negocios y mercados, juicios y bodas, carnavales y conciertos. Y muchos turistas que no dudan en fotografiarse junto a su icónica Vara de Medir.