Parece que la larga espera toca a su fin. La incidencia del virus remite y las cuadrillas de costaleros, hombres de trono, santeros y demás portadores de pasos o tronos ensayan o se preparan: la Semana Santa se acerca y, después de varios meses con procesiones extraordinarias en las que se han puesto en práctica las medidas a tomar, Andalucía se ilusiona con celebrar la semana mayor de nuevo. Como en anteriores ocasiones hemos escrito en Delicatessen, fijemos la mirada en el sur de Córdoba, donde la religiosidad popular tiene algunas de las expresiones más originales de Andalucía, con la pretensión de realizar un recorrido por algunas localidades y señalar los momentos que creyentes –y no creyentes también, que la Semana Santa trasciende de lo religioso y tradicional a lo artístico y espectacular– esperan volver a vivir tras dos años de pandemia. Agarremos el mapa de Andalucía, dirijamos la vista hacia el centro y ahí nos situamos.
En Lucena, la salida del crucificado Cristo del Silencio a la medianoche del Jueves Santo se espera cada año con emoción, pues, mientras el crucificado atraviesa la puerta del templo, sobre la fachada de este la sombra del Cristo se proyecta creciendo cada vez más, al toque de lamento de una trompeta. Más vibrante, y por ello mucho más popular, es la salida del Cristo de la Columna, una excelente escultura de Pedro Roldán (1675), en la tarde del Jueves Santo, que los santeros –que así se denominan a quienes portan los tronos en Lucena– realizan corriendo y suben al hombro de una vez. Pero, sin duda, es la procesión de Jesús Nazareno, imagen del siglo XVI, la que llama al fervor popular, con más de mil hermanos de vela a lo largo del extenso recorrido por las calles de Lucena; así, será principalmente la salida y las bendiciones en la Plaza Nueva, en la Plaza del Coso y justo antes de que entre de nuevo al templo, los momentos más esperados.
En Cabra, la procesión del Silencio en la madrugada del Viernes Santo es de las más esperadas, por su largas filas de nazarenos arrastrando cadenas y la oscuridad de la procesión; en contraste, el otro momento, de pena, gloria y sol, es la mañana del Sábado Santo con Nuestra Señora de la Soledad, una de las mejores imágenes del sur de Córdoba, atribuida a Pedro de Mena (siglo XVII), sobre todo por la calle de La Cruz.
En Priego de Córdoba, deben de contar los días para que Jesús Nazareno, el Rey de Priego, obra de Pablo de Rojas (1592) vuelva a ser llevado a hombros por los prieguenses –literalmente– por las calles de la villa y, en especial, hasta el Calvario, donde dará la bendición a los hornazos típicos de la localidad, una figura de pan (harina, agua y sal) con forma de gallina o de cesto, con un huevo cocido, que todo el mundo muestra en alto ante la imagen del Nazareno.
En Carcabuey, en la procesión del Viernes Santo por la mañana, destaca el «consejito», momento en el que los pasos del Nazareno (siglo XVII) y la Virgen de la Esperanza Nazarena se acercan, se elevan de atrás hasta que las imágenes casi puedan rozarse. El Domingo de Resurrección tiene lugar la Pascua de los Moraos, un cierre muy festivo a la Semana Santa.
En Rute, también será la procesión del Nazareno (cuyo autor fue Alonso de Mena, siglo XVII) en la mañana del Viernes Santo una de las más populares. Muy pocos ruteños se pierden la subida por la calle del Cerro. Sin embargo, el momento más esperado, que no hemos señalado por obvio, en estas y en otras ciudades, es el Domingo de Ramos, el inicio de la Semana Santa, «el domingo más brillante», como escribió el poeta Miguel Hernández.