Los reseteos generaron instancias superiores | Marciano Durán

Marciano Durán (Florida, 1956) escribió durante muchos años una crónica de humor semanal que se publicaba en la web con derecho a reproducirla solo respetando el nombre, cosa que a veces sucedió y muchas más le fue cambiado por nombres que al parecer le sonaban mejor al editor, como Eduardo Galeano, por ejemplo. Así nacieron sus libros «Crónicas marcianas y uruguayas», «Marcianitis Crónica» y «La cuestión es darse maña y otras incoherencias». En 2007 publicó una novela de ficción histórica, «El Código Blanes, la otra historia del Uruguay», por la que recibió el «Libro de Oro» de ese año y llegó a 16.000 ejemplares, lo cual lo catapultó al mundo entero. Siguió publicando libros de relatos con gran éxito. Fue Director de Cultura de la Intendencia de Maldonado.

Un sabor de la infancia
Las frutas de la quinta consumidas sentado en las ramas de los árboles. El pancho a la salida del Campeonato del Sur, la sopa de gallina que no llegaba de Suiza, el churrasco en la cocina a leña, coma, es decir, podría seguir un rato largo. Mi infancia fue una suma de sabores, olores y sonidos que consigo recuperar con solo proponérmelo.

Una manía confesable
Soy hincha de Defensor en Montevideo, de Ituzaingó en Punta del Este y de River en Florida.

Un amuleto
Me sucede lo mismo que con cualquier superstición: no las tengo y de tanto insistir con no tenerlas termino pasando por debajo de las escaleras y buscando gatos negros. Asimismo, no tengo amuletos y creo que mi amuleto es no tenerlo. Y eso lo convierte en amuleto.

El último libro que leí
Siempre estoy “releyendo”, de hecho, participo en PROVECTOS E ITINERANTES LECTORES, un grupo de lectores que se reúne desde hace tiempo todos los viernes. Pero… ¿un libro completo? La uruguaya de Pedro Mairal.

Una película que me marcó.
Las marcas fueron tempranas, o sea, fueron adolescentes.
Me enamoré junto a Dustin Hoffman de Katherine Ross en El Graduado, bailé con Zorba en la playa de Stavros. Odié, sufrí, perdoné y volví a odiar a Alex en La Naranja Mecánica, me escapé del infierno con Papillón y me emocioné con el Danubio Azul en la Odisea del espacio.

Algo que evito
La gente tóxica, los camiones a contramano, las ventas de garaje, los amuletos, los desfiles de moda, el mal humor y los operadores políticos disfrazados de periodistas (de cualquier signo).

Si pudiera volver a empezar sería
Ferroviario, portero de edificio y escritor.
Padre, esposo y abuelo.
Corredor, periodista y publicista (es decir, todo igual salteándome mi participación en cargos públicos).

Un lugar para vivir
Este, en el que vivo. Punta del Este es el mejor lugar en el mundo para vivir. Me siento privilegiado.

Un lugar para volver.
Sin contar a Florida (lugar desde el que uno nunca termina de irse), Barcelona, Paris, Nueva York y Canadá.

Una materia pendiente
Historia Universal Segundo Año Preparatorio Nocturno 1973.

Un acontecimiento que cambió mi vida
Cada uno de mis “reseteos”: irme de mi pueblo después de 23 años, de mi trabajo después de 30 años, de mi cargo de Director de Cultura después de 3 años, de mi matrimonio después de 40 años.
Todos esos reseteos generaron instancias superiores.

El escritor definitivo
Julio Cortázar (pero que no se enteren los familiares de Felisberto Hernandez o de Ray Bradbury, amo sus libros).

Algo que jamás usaría
Camisetas de Peñarol o Nacional, amuletos, otro nombre, tatuajes, peluca, cintos, agendas, relojes, corbatas y trajes.

La última vez que pensé “tierra, trágame”
No, nunca lo pensé.

El lugar más feo del mundo
Punta del Este (la otra).

Una rutina placentera
Correr o caminar por mi barrio. De todas las rutinas, la más placentera, al punto de no considerarla rutina.

Me aburre
Antes de los celulares con internet me aburrían las salas de espera. El resto de lo que me aburre, lo evito.

Una extravagancia gastronómica que frecuento
Las frutas consumidas desde las ramas de los árboles.

Una canción que aún me conmueve
Uh! Muchas. Mirá que ensalada: Matándome suavemente con su canción, La marcha de Florida, Hey Jude, el Violín de Becho, Aquellas pequeñas cosas y A redoblar.

Un restaurante que nunca falla
La Fusa en La Barra. Ya sé, puede parecer una publicidad encubierta que me involucra.
No es cierto.
No parece.
Es.

Algo que cambiaría si pudiera
La pregunta debería ser: Algo que dejaría así, como está. En ese caso usaría los pocos renglones que me quedan. ¿Algo que cambiaría? Mucho…demasiado

El valor humano que más admiro
La bondad, la sinceridad, la gratitud, la solidaridad. Trato de practicarlas, no es fácil.

Una última palabra.
Gracias.