El ruido | Joaquín Doldán

Cuando se escuchaba un ruido extraño, en lo profundo de la noche, mi abuela murmuraba “si es de muertos que se repita”. Lo decía en gallego “se está morto, que se repita”, venía de allí, de las leyendas de su pueblo sobre “a sagrada compañía”.
El silencio posterior, ante la posibilidad de un nuevo sonido que cortara la paz nocturna, era el momento de tensión más grande que recuerdo. El ruido podía ser un golpe inexplicable, cadenas, el aleteo de un pájaro, un aullido, el grito de un gato, o los más inquietantes, un llanto, alguien rezando, un suspiro.

Pero una noche, estando con ella en la cama, luego de que me narrara varios cuentos, cuando estábamos por dormir, se escuchó un crujido, como si alguien caminara en un piso de madera pero en nuestro patio de baldosas. Ella quedó en silencio, y yo, animado por su compañía dije: “si es de muertos que se repita”. Nos quedamos los dos agarrados de las manos, en la oscuridad. Tratando de oír algo parecido. Desando que el silencio continuara. Ella se durmió. No sé el tiempo que pasó. Pero el segundo crujido fue aún más fuerte. No le dije nada. La dejé descansar. Dejé que el miedo pasara de largo pero aún hoy, antes de dormir, si escucho un ruido en la noche, me tengo que esforzar para pensar en otra cosa, apretar los labios para no decir, para no saber.

Foto: Alain Laboile de la serie “La Famille»