Es una lástima que un manual de instrucciones no acompañe a los espejos cuando los compramos. Es un elemento tan cotidiano que quizás se supone inofensivo. Pero no. Depende de cómo se utilice, que su función sea realmente de utilidad. Un espejo mal utilizado puede ser perjudicial para la salud. Y nadie nos lo advierte.
El espejo nos da información. Diariamente, o muchas veces por día, el espejo nos muestra una cantidad de datos sobre nosotros mismos. Nos devuelve nuestra propia imagen y cada uno deberá decidir de qué manera utiliza esa información que surge del espejo. Si uno está despeinado, por ejemplo, peinarse.
Aunque Julio Cortázar decía que “un mismo espejo es todos los espejos”, hay que tener claro que el espejo no habla. Por más que se le hagan preguntas, él está callado, no responde. Solo en la fantasía del cuento de Blancanieves, un espejo le contesta a la madrastra cuando preguntaba “¿quién es la más bella de todas las mujeres?” y el espejo contestaba “tú eres, oh Reina, la más bella de todas las mujeres”. Muchos y muchas, hombres y mujeres, igual que la perversa Reina, parece que le hicieran preguntas al espejo y esperan escuchar una respuesta que el espejo no dará.
Asumirse y ser auténtico, libre, es lo que vale en una sociedad donde muchas veces se pretenden imponer modelos. Quererse, elegir el camino que lo haga a uno sentirse bien, sentirse cómodo. Pero cuidado, no se puede caer en una actitud narcisista. Ésta generalmente está caracterizada por una baja autoestima o lleva a una tóxica sobrevaloración de la persona. El narcisismo es quererse de manera enfermiza y el mundo en el que transita, suele ser un mundo de mentira, como el de la madrastra de Blancanieves.
Una vez asistí a un taller en el que se mostraba al espejo como un peligroso compañero de viaje y del que había que estar alerta. Siempre me pareció, esa, una idea interesante, y quizás de allí surgió esta columna. Debemos tratar de no subvertir la información que de nosotros nos devuelve ese espejo. Y esta actitud, muchas veces no se suele reconocer.
En los últimos años he tenido que entrevistar a bailarinas de ballet, que como se sabe, ensayan frente a grandes espejos durante varias horas al día, durante prácticamente toda su carrera. En general, la pregunta sobre la relación del artista con el espejo, suele ser una pregunta crítica y más de una vez, la entrevistada se quiebra al dar la respuesta. Esto no pretende ser un dato estadístico ni mucho menos, sino compartir situaciones que se reiteraron en varias entrevistas.
Por todo esto, como no hay manual de instrucciones para pararse frente a un espejo, el desafío es que cada uno de nosotros invente su postura frente a ese objeto que día a día nos devuelve nuestra imagen. Pero lo importante, además de la imagen, lo importante es llegar al alma. Si el espejo no lo permite, busquemos otras alternativas, como sugiere George Bernard Shaw cuando escribió que «los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma».