Considerada como un mito de la literatura y del feminismo, Virginia Woolf es sin duda una de las escritoras más importantes del siglo XX. Su estilo poético, con un lenguaje propio, y su técnica narrativa del monólogo interior no solo han contribuido a la creación de la novela contemporánea sino que han supuesto un legado muy valioso para muchos escritores que han desarrollado su obra posteriormente. Gracias a biografías emblemáticas como la de Quentin Bell, la de John Lehmann, la de Nigel Nicolson o la de Viviane Forrester, su vida, y sobre todo su fatídico final, es de sobra conocida. En 2012 Michèle Gazier y Bernard Ciccolini se unieron para plantear una nueva visión de la existencia de la autora británica: en forma de novela gráfica.
A lo largo de los últimos años hemos asistido a la apertura por parte de muchas editoriales al formato cómic. Impedimenta no ha sido una excepción y con la biografía visual de Virginia Woolf inició su nueva colección «El chico amarillo», dedicada a novelas gráficas.
Con Gazier en la labor de guionista y Ciccolini como dibujante, quizá precisamente porque la biografía de Virginia Woolf era bastante conocida, estos autores han optado por destacar más el aspecto gráfico. Como no podía ser de otra forma, se recogen los acontecimientos clave de la vida de la escritora, pero toda la composición ha sido pensada para acentuar los diferentes estados de ánimo de su protagonista, para plasmar su zozobra y su soledad y para contraponerlos a los escasos y breves momentos de felicidad. Es por ello que el dibujo y el color ocupan un lugar predominante frente al texto, que se ve reducido al mínimo estrictamente necesario. De hecho, a modo de declaración de intenciones, nada más comenzar el libro nos encontramos con tres páginas sin un solo texto, y volvemos a encontrar este recurso en las dos últimas, como cerrando el ciclo.
El color es la fórmula esencial para transmitir esas emociones. Además, el coloreado con acuarelas hace que el libro tenga un sello propio muy particular, tremendamente poético. Hay una recreación en los paisajes, tanto rurales como urbanos, lo que permite utilizar una gama de colores muy amplia. Y también hay, en el uso de este elemento, una progresión a lo largo del libro, paralela al pulso vital de Virginia Woolf. Al comienzo del libro, durante sus primeros años, las viñetas se llenan de colores vivos y radiantes, de luminosidad y de sol, acorde con la felicidad del personaje. Sin embargo, a medida que se va avanzando, las páginas se van llenando de colores ocres, o incluso grisáceos, a medida que nos vamos acercando al trágico final. Especialmente significativo es en aquellas viñetas en las que presenciamos un momento de enfermedad o de muerte, como si esa situación tuviera la capacidad de absorber los pigmentos. El coloreado, además, con acuarelas
La biografía de Gazier y Ciccolini recoge la esencia de Virgina Woolf: una autora obsesionada con escribir y publicar, pero tocada por la fatalidad, frágil y enferma, marcada desde la infancia por la muerte de seres queridos. En esa especie de carrera de obstáculos en que se convirtió la vida, la escritura representaba una vía de escape fundamental. Una carrera que, como ya sabemos, acabó malográndose cuando, una mañana gris de la primavera de 1942 Virginia decidió seguir la senda de tantos seres queridos, de su madre y de su padre, de su hermana, de su sobrino y de muchos de sus amigos.
Pese a ese final, pese a la tragedia y a la fatalidad que rodeó a la autora, el Virginia Woolf de Michèle Gazier y Bernard Ciccolini no deja de ser un canto a la vida, como también lo fue, en el fondo, la vida de la escritora. Aunque breve, esta biografía en viñetas es capaz de retratar con sinceridad y honestidad la personalidad de Virginia Woolf y las circunstancias que la rodearon, desde un punto de vista muy diferente al acostumbrado. Muy recomendable para hacer un acercamiento rápido a su figura.
EL LIBRO Virginia Woolf (El chico amarillo) Michèle Gazier – Bernard Ciccolini Editorial Impedimenta, 2013