Entrevistas imposibles: artista plástico Cabrerita | Hebert Abimorad

Cabrerita por Jaime Clara

Estoy en Niza, ciudad que se ubica en la Riviera Francesa, tiene la virtud de haberse convertido, en los últimos años, en atracción de artistas. El ingenioso poeta uruguayo José Parrilla se encuentra, hace algún tiempo, aquí instalado en su esfuerzo de hacer una vida ascética. Es la pista que sigo para entrevistar al pintor Cabrerita, que se halla en compañía de su amigo poeta y protector. Debo agradecer la gentileza de Idea Vilariño por su aporte a la información. Recorro los pocos tugurios que tiene Niza. Al fin, descubro al artista, solo en una mesa con su cigarrillo en la mano. Me siento a su lado, pido permiso y enciendo mi pequeño grabador. Miro su cara triste y arrugada, conserva las marcas de las condiciones que le ha tocado vivir en sus treinta años durante su estancia en la Colonia Etchepare. Imaginando que se sentiría mejor en su actual situación —le pregunto.

— ¿Está feliz del reencuentro con su mejor amigo, José Parrilla?

Muy dichoso, la única persona que me ha comprendido en mis años de artista. Por desgracia, José no es el mismo.

— ¿Explíquese? 

Se ha convertido un un fanático moralista, no fuma, no bebe, y come solo verduras. 

— ¿Y no le parece bien que su amigo haya cambiado sus hábitos autodestructivos?

— Toda mi vida la he pasado entre personas necesitadas, la imagen que tengo de mi amigo, en estos momentos, es de autosuficiencia. Aunque soy consciente que  lo suyo es voluntario y de curación. Quiero regresar a Uruguay.

— ¿Me permite llamarlo por su segundo nombre de pila?

— Claro que sí, Javiel.

Se lo pregunté adrede, en realidad se llama Javier. Entiendo que la “r” y la “l” en posición final de sílaba se debilitan, coincidiendo con las transformaciones andaluza y canaria. Por lo mismo, no vuelvo a la pregunta.

— ¿Su lugar de nacimiento?

— Eso no lo recuerdo. Quizá el asilo Dámaso Larrañaga.

— ¿Quién es Lucy en su vida? 

Lucy es un maravilloso ser, hermana de mi amigo José. Los que poco saben, es que ha ocultado su condición de poeta.

— ¿Dejó algún legado de su poesía? 

—Lucy tiene un hijo, él guarda su libro.

— O sea, siguió los pasos de su hermano.

— Mejor, no digo lo que sé — agregó Cabrerita.

No seguí insistiendo en el tema. Comprendí que se ocultaba algo de suma importancia sobre la obra de José Parrilla y la poética de su hermana Lucy.

— De su producción artística se destaca su inclinación de figuras femeninas de rostros inexpresivos, como preguntando algo con sus miradas. 

— No lo puedo explicar, esa tendencia a pintar niñas en estados ausentes, me lo he preguntado, y solo he encontrado una respuesta, que quizás sea la búsqueda de mi infancia perdida. 

— ¿Cuénteme algo de sus amigos de tertulia, del Sorocabana?

— No tengo comentarios sobre mis supuestos amigos.

Di por concluida la entrevista. Dando las gracias, apago mi pequeño grabador. 

En mi trayecto a la parada del ómnibus, cavilo sobre su última respuesta. Cabrerita no fue reconocido por sus amigos como un artista. Y entonces me abarca la duda, la clásica; vida y obra. — ¿Crear desde una posición de privilegio o hacerlo desde una postura antisocial? Para esto último es necesario una compulsión creativa y autodidacta. Quizá sea la clave, no tener servido los platos calientes durante el invierno. No lo sé.

Viene el ómnibus 156 para el Cerrito.