![](http://delicatessen.uy/wp-content/uploads/2021/05/CalligraphyHD_51.png)
Deambulaba por el barrio. Sabía que era un sueño. Había visto mi dormitorio y mi cama. Me había visto a mí, quieto y tapado, soñando.
Caminé por la calle Suecia hacia abajo, doblé por Grecia, subí por México, giré en Bogotá. El barrio estaba vacío. Entonces vi que me seguía un hombre. Parecía tener un sombrero, y una capa. Comencé a caminar más rápido. De una casa en la esquina de Charcas, que creía abandonada, apareció una anciana. “Volvé rápido a tu casa. Te sigue el Diablo”, me dijo escondida atrás de una enorme planta de ruda.
Lo siguiente que recuerdo es que me desperté sudando.
A la mañana siguiente, el vecino de enfrente me preguntó que hacía por la calle tan tarde. “Yo no salí de mi casa”, le dije. “Como que no si justo fui al baño, miré por la ventana y te vi entrar corriendo”.
Refugiado por el sol fui hasta la casa de Bogotá y Charcas. Seguía vacía. El jardín era un desierto. Había sido arrasada por un incendio un par de semanas atrás. Su dueña, una anciana que nos curaba el empacho y el mal de ojo cuando niños, no había podido salir.
Me pasé las manos por la cara y tenían impregnado un fuerte olor a ruda.