Entrevistas imposibles: con el pintor Caravaggio | Hebert Abimorad

Este hombre, también llamado Miguel Àngel Merisi, nació en la ciudad de Caravaggio en el año 1573, vivió 37 de vida turbulenta, conocido por romper los convencionalismos manieristas y especialmente por darle a la luz y al color un valor estructural, como otro elemento nuevo para la época. Con estos antecedentes lo espero en unos de los tugurios romanos, ambiente al cual frecuenta mi entrevistado, seguramente me hago notar por no pertenecer al lugar, alzo la vista hacia  un hombre grande para  su tiempo, con un poco de barba, cejas espesas y pelo grueso, al cual todos saludan con respeto, se sienta me observa con desprecio y voz grave, me dice:

—¿Qué quiere?

— Conversar con Ud, si lo desea, — respondo de forma  amable.

Asiente con la cabeza, es entonces que aprovecho y enciendo mi pequeño grabador.

Se me ocurrió preguntarle sobre sus padres.

—¿Fue su padre, como lo dicen los historiadores, arquitecto al servicio del marqués Caravaggio?

—Se ríe con estupor, mi padre fue albañil, un trabajador apreciado en la zona de Lombardía, viajaba de pueblo en pueblo, cuantas veces me he caido de la carreta con la que mi padre recorría las montañas en busca de trabajo.

Su risa me ha relajado y aprovecho para lanzar un tema delicado en mi próxima pregunta. —¿Tiene en su conciencia el peso de una muerte, me puede contar lo sucedido?

Me castiga con sus ojos pero igualmente me responde amable.

—Fue en esos juegos de pelota que hicieron furor en esos tiempos, la pelota era confeccionada con piel de oveja y  para no herir nuestras manos, las untábamos con aceite y la empolvábamos con harina para que de esta forma la pelota no resbalada.  En vuestra época — dice —tiene diferentes variantes, desde el tenis a la llamada pelota de  mano que practican los vascos y franceses. Bueno, el caso fue que nuestro equipo perdió la apuesta contra el que capitaneaba Ranuccio Tommasoni, jefe del hampa romana, además de vencer se burlaba de mí, lo desafié y muere en la batalla después de un duelo con espadas.

—¿Usted queda herido?

—Sí, me veo obligado a huir y me da refugio y protección el cardenal  Pucci.

—¿Hablemos de su amigo el cardenal Pandolfo Pucci di Recanati?

—Una carcajada estalla en el lugar, sí “monseñor ensalada” sólo comía ensalada estando bajo su tutela. Un gran hombre que comulgó las ideas reformistas del Concilio de Trento, que el Papa Sixto V fomentará con su humanismo.  Los artistas éramos seres privilegiados, todos nos querían proteger y ayudar de alguna manera; fue la suerte de la época.

—¿Su rompimiento con los manieristas?

—Sí, se debió gracias a las enseñanzas del maestro veneciano Peterzano, con él aprendí a manejar la luz , me ha servido mucho cuando la agrego a la naturaleza como tema vital de mis obras.

—¿El contraste de luz y sombra en sus cuadros  revolucionan el arte del siglo XVI, acaso está en busca de  tensión como la de su propia vida?

—Si mira con atención mis cuadros, el contraste causa tanto tensión como serenidad, es así que siglos más tarde los especialistas–(se ríe)– se dediquen a estudiar lo que llamarán mi pintura “andrógina”, palabra que no entiendo –(sigue la risa).

—¿Su expulsión de la Orden de Malta ha llamado la atención a los  eruditos de las cofradías, por la aceptación de su persona con todos los antecedentes de violencia y luego su  drástico alejamiento por la fuerza?

—Al llegar a Malta, El Gran Maestre, Alof Wignacourt me pide que le haga dos retratos; quedó conforme y me recibe la Orden y se me nombra Caballero de Gracia, más tarde las envidias de otros miembros que veían en mí un enemigo de sus carreras, cosa que nunca me importó, provocaron una pelea con Cavaliere de Giusticia, fui encarcelado y escapé. No me lo perdonaron y fui “apartado como miembro podrido y fétido”.

Una última pregunta. —¿A quién le gustaría ser en la Italia del siglo XX?

—Sin vacilar me dice; Pier Paolo Passolini

Me retiro de una entrevista más y como en otras cavilo sobre el personaje, su arte y tengo recuerdos para ciertos cuadros del pintor como: Tañedor de laúd del Ermitage de Leningrado y Conciertos de Jóvenes. Donde nota  el carácter de indeterminación sexual de sus modelos masculinos, quizás exagero si pienso que esconde cierta homosexualidad, pues al mismo tiempo se ocupa de tomas varoniles como sus personajes de los tugurios romanos; me desconcierta Caravaggio, es por eso que me dirijo a la localidad costera de Ostia, donde Pasolini tenía sus amigos y fue asesinado.

El ómnibus llega tarde, corro y me apeo al 156 con destino al Cerrito.