La Semana Santa del centro de Andalucía: Lucena y Puente Genil | Manuel Guerrero Cabrera

Lucena. Santeros

(Primera nota)

En Andalucía, la Semana Santa se vive de manera diferente. Está presente casi todo el año y no es exagerado decir que el lunes de Pascua es el primer día de preparación para la Semana Santa del año siguiente. La religiosidad popular atrae a toda la sociedad y, aunque lo más visible sean las procesiones, hay mucho más allá de estas, un tejido asociativo que implica desde el devoto y su familia hasta el sector empresarial y del turismo.

La Semana Santa más conocida es la de Sevilla, cuyo modelo ha traspasado las fronteras de la capital andaluza y ha influido en mayor o menor medida en la expresión religiosa de las del resto de Andalucía, especialmente, en las dolorosas bajo palio; sin embargo, hay algunas localidades en las que pervive lo peculiar de sus tradiciones. Por ello, traemos a Delicatessen cuatro de ellas.

LUCENA

Lucena se encuentra en el sur de la provincia de Córdoba, es la ciudad con más población de esta tras la capital y es el motor económico de la zona. Durante mucho tiempo, fue líder en el sector de la madera que ha ido a menos desde la crisis de 2008; sin embargo, sigue fuerte en el del frío industrial. Otras actividades económicas son la agricultura (el aceite de oliva) y el turismo, en especial, por su pasado judío y por ser cuna del Barroco (aquí nacieron los grandes arquitectos Hurtado Izquierdo y José de Bada; además, se puede visitar el Sagrario de la parroquia de San Mateo, obra de Leonardo Antonio de Castro).

Lucena. Viernes Santo

La singularidad y originalidad de la semana Santa de Lucena estriba en el modo de portar todos los pasos, denominado santería. Esta se realiza a hombros, al toque de un ritmo determinado de tambor y es exclusiva para los hombres: esto es santear. Los pasos son llevados así por cuadrillas de santeros, quienes portan el trono a hombro y van mandados por un manijero que lleva un timbre en la esquina delantera derecha. Cada santero tiene un puesto y una función específica, de tal manera que la solución de conjunto sea única: la de santear el paso adecuado del Cristo o de la Virgen. A esto hay que añadir que los manijeros y los santeros son distintos cada año y que serlo implica cierta relevancia social. Por lo tanto, se puede decir que, después de las imágenes sagradas, la figura esencial de la Semana Santa lucentina es el santero.

Para la procesión, los santeros tienen una vestimenta típica: túnica corta y capirote sin cubrerrostro del color de la cofradía, camisa y pañuelo blancos, pantalón de medio ancho, y botines (generalmente, negros). Deben estar afeitados (sin barba ni bigote) y no deben lucir relojes ni pulseras (no obstante, sí llevan gemelos en los puños de las camisas). El proceso de vestir a un santero suele pasar de padres a hijos y aún tiene carácter íntimo. Otro momento con cierta intimidad sucede ya en la iglesia, es el de amarrar la almohadilla a unos asideros de los varales del trono, el que le pertenece por haberlo dado el manijero y que se corresponde con una cuña de madera que es la clave para que se reparta el peso entre todos los santeros.

Cada paso tiene una manera distinta de santear, pues no es lo mismo expresar el peso de la cruz de un Nazareno que la muerte de un crucificado o el dolor de la Virgen. Los mejores días para ver esta variedad de la santería son el Martes, el Jueves y el Viernes Santo.
Precisamente, el Viernes Santo de Lucena es un momento único, mantiene la esencia desde el siglo XVIII y el sabor de la tradición más pura: los penitentes visten la túnica típica lucentina sin cubrerrostro y no siguen un orden en la procesión; incluso, en un momento dado, podrán sustituir a los santeros durante un tramo del recorrido. Este día comienza con la salida de Jesús Nazareno, que se anuncia con el torralbo (una corneta con un sonido único) y a quien se le canta la tradicional saeta «A las seis de la mañana», que es la hora de la salida, obviamente; sobre las ocho, en la Plaza Nueva, el centro de la ciudad, se reza un miserere popular y el Perdón, hasta dar la primera de las tres bendiciones que impartirá durante el recorrido. Por la tarde, tiene lugar la procesión del Santo Entierro que tiene la curiosidad del modo único de santearse y de mantener un cortejo propiamente lucentino.

En lo artístico, Lucena cuenta con obras sobresalientes de imaginería; así, hemos de citar las imágenes del Cristo de la Columna (Pedro Roldán, 1675), la del conjunto del Lavatorio (Pedro de Mena, finales del siglo XVII), la Entrada en Jerusalén del Martes Santo (Diego Márquez Vega realizó el Cristo en 1769 y Luis Tibao, las burras en 1778) y Nuestra Señora de los Dolores (atribuida a Pedro de Mena, siglo XVII).

PUENTE GENIL

Puente Genil está en el suroeste de la provincia de Córdoba. La localidad se ha desarrollado gracias a sus comunicaciones por tierra (ferrocarril, principalmente), si bien la agricultura, la industria relacionada con la carne de membrillo y el turismo son sus principales actividades económicas. En lo cultural, destaca su relación con el flamenco, pues aquí nacieron Fosforito o Diego el Tenazas, entre otros artistas.

Puente Genil. Corporaciones bíblicas

A la Semana Santa pontana se le llama mananta. Además de las procesiones, cuyo modo de llevar los pasos es muy variado, ya que encontramos el estilo sevillano junto con los hermanos bastoneros e, incluso, otros; son las corporaciones bíblicas el rasgo peculiar de la mananta, sobre todo, por la vida que se desarrolla en sus casas cuarteles (en las que junto al vino hallamos el protagonismo de la saeta cuartelera). Estas corporaciones participan en las estaciones penitenciales con sus miembros representando algún pasaje bíblico o alguna simbología con ropajes y rostrillos, los distintos días de la Semana Santa, si bien destacan el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección.

También en Puente Genil es el Viernes Santo el día principal de la devoción y la tradición. Al amanecer, el Nazareno, llamado El Terrible, sale de su templo y se le toca la diana; más tarde, tiene lugar las reverencias de las figuras bíblicas y se dirige a la Plaza Nacional para escenificar la Sentencia de Pilatos. Es, sin duda, uno de los días principales y más esperados de todo el año.
La cuaresma de Puente Genil está llena de momentos de gran intensidad desde el jueves lardero, como los sábados cuaresmales en el que suben la corporación del Imperio Romano a la Plaza del Calvario y se sitúan en el pórtico de Jesús Nazareno para entonar un miserere y el Stabat Mater.

En lo artístico, Puente Genil también tiene muy buenas obras de imaginería, destacando Nuestro Padre Jesús Nazareno, «El Terrible» (anónimo, siglo XVII), Nuestro Padre Jesús de la Humildad, «El Humilde» (anónimo, siglo XVII-XVIII), Nuestro Padre Jesús Resucitado (Alonso de Mena, 1635) y Nuestra Señora de la Soledad (José Ruiz, siglo XVIII).

 

Puente Genil. Viernes Santo