Hace unos días un artículo periodístico me recordaba la importancia del concepto hygge. Esta palabra, de origen danés, entiende las acciones simples (por ejemplo, hornear) como generadoras necesarias de calidez y comodidad. La filosofía hygge es una fórmula de búsqueda de bienestar a partir de aquello ordinario y extraordinario del día a día. Un momento hyggeligt es pasar un buen rato haciendo algo que nos gusta hacer.
Por otro lado, la resiliencia es la capacidad de adaptarse a situaciones adversas y la gestión de ‘crisis’ es la estrategia que utilizamos para esta adaptación. Esto se puede aplicar a personas y empresas, y también a destinos. En este sentido, son muchos los fenómenos humanos y naturales que resultan en cambios indeseables, y que obligan a un esfuerzo de adaptación que acelera nuestra capacidad de resiliencia. La expansión de la pandemia a lo largo del año pasado es un muy triste ejemplo. Desde una perspectiva económica, el sector turístico y de la restauración no solo han visto reducida la demanda, sino que han sido obligados a encontrar nuevas formas de presentar su oferta.
Los terremotos son otro ejemplo del impacto de la naturaleza en la Tierra. La distribución de las placas tectónicas hace que algunas zonas del planeta sean más vulnerables a movimientos sísmicos. Una de ellas es Nueva Zelanda. Son varios los terremotos que este país ha experimentado en las últimas décadas, siendo el más destructor el sucedido en el mes de febrero del año 2011 en Christchurch, en la región de Canterbury.
Una imagen vale más que mil palabras. Las representaciones visuales conservan un poder de comunicación que se acentúa a medida que avanza el uso de las redes sociales. Esta imagen que acompaña el texto no es solo un mural, es un símbolo de la capacidad de adaptación, de trabajo colaborativo, y de hacer frente a la adversidad.
Este mural gigante de una bailarina está ubicado en la pared posterior del histórico Isaac Theatre Royal, y se observa desde la Armagh Street, en la ciudad de Christchurch. Esta obra de arte está realizada por el artista Owen Dippie, y es parte de un conjunto de quince murales repartidos por toda la ciudad, que son el resultado de un proceso comunitario que se materializa con el festival de arte callejero Rise. Este es solo un ejemplo de la multitud de iniciativas comunitarias que los habitantes de Christchurch y de la región de Canterbury emprendieron para acelerar el proceso de recuperación y reconstrucción de la ciudad. Los edificios y sus fachadas son un elemento importante de la fisionomía urbana y representan un paisaje que día a día se relaciona con sus residentes. ¿Observar un mural que nos gusta cuando vamos a trabajar o paseamos es un momento hygge?
El ‘mural’ se convierte en un megáfono que muestra la ciudad al mundo y que comunica su identidad. Este mural es un icono del resurgimiento de Christchurch que nunca ha dejado de ser un ejemplo de resiliencia. Actualmente, el concepto de reinventar está necesariamente a la orden del día, y, por ejemplo, los restaurantes ofrecen más opciones de delivery o las experiencias de realidad virtual aplicadas al turismo son cada vez más amplias. La filosofía slow se apodera del viajero, y es aquí donde el ‘mural’ es también un polo de atracción para aquellos que cada día redescubren los lugares y sus pequeños placeres.