Seguro que a muchos, cuando piensan en cuentos infantiles, se les viene a la cabeza, lo hayan vivido o no, ese momento último del día, en el que padres o abuelos se sentaban al borde de la cama y, acurrucados entre las sábanas, los niños se dejaban caer poco a poco en el sueño, mecidos por la magia de la ficción. Sin embargo, que esta bucólica imagen de los cuentos infantiles no sirva para frivolizarlos. Esas historias en las que hay adorables animalitos con la capacidad de hablar son en realidad una forma en la que los niños aprenden sobre el mundo que les rodea y prácticamente funcionan como espejos y ventanas al mismo tiempo. Espejos porque les permiten reflexionar sobre sus propias vidas y ventanas porque les brindan la oportunidad de aprender sobre las vidas de otras personas.
Está demostrado que entrar en contacto con personas diferentes, los otros, tiene la capacidad de disminuir prejuicios y estereotipos. Ver a personas que en un primer momento les parecen distintas, acercarnos a su historia y aprender sobre ellas hace que el otro parezca más cercano y que, en definitiva, sea menos otro. Como no siempre existe la posibilidad de que los niños tengan este aprendizaje de primera mano, la literatura se puede convertir en una introducción al mundo exterior tremendamente valiosa. Además, cuando vemos a personajes como nosotros, esto puede hacer que nos demos cuenta de quiénes somos y nos brinde modelos a seguir en los que inspirarnos.
Ahora bien, a pesar de ese enorme potencial que tiene la literatura infantil para introducir la diversidad en la vida cotidiana de los niños, muchos de esos libros siguen cayendo en estereotipos o están llenos de personajes blancos, masculinos, heterosexuales o cristianos. Hay estudios, por ejemplo, que muestran como la mayor parte de los personajes de los libros infantiles son blancos.
Como consecuencia, en 2014 se puso en marcha el movimiento We Need Diverse Books, como resultado de una conversación entre las autoras de libros infantiles Ellen Oh y Malinda Lo. La finalidad de movimiento es promover libros infantiles con mayor diversidad y que estén al alcance de los jóvenes ‒aunque parezca evidente, recordemos que no es suficiente con que haya personas dispuestas a escribir este tipo de libros, que también debe haber editoriales que los publiquen o librerías y bibliotecas donde los lectores puedan encontrarlos‒.
Es cierto que la representación de personajes minoritarios, por sí misma, no es garantía de buena literatura, pero puede ser un primer paso a tener en cuenta. Aunque haya páginas que recomiendan este tipo de lecturas y premios dedicados a destacar estos libros, todavía queda mucho por hacer. Es algo que debemos a las próximas generaciones. Quién sabe, quizá entonces, tras haberlos conocido desde edades tempranas, consigan evitar los miedos y prejuicios al otro.
Delicatessen.uy publica esta nota con expresa autorización de su autor. Originalmente fue publicada en el sitio La piedra de Sísifo.