Reflexiones en tiempos de coronavirus
Observe a su alrededor y va a notar que por suerte muchos no creen lo que usted les dice (no tienen por qué hacerlo), creen un poco lo que les dice algún amigo y -eso sí- creen a pies juntillas lo que se dicen ellos mismos.
Que lo que se digan sea o no cierto, que lo que se diga se base en datos de la realidad o en su forma personal de ver y entender las cosas, es harina
de otro costal con la cual pueden hacerse bizcochitos de muy buen aspecto pero de sabor terrible.
Se han dicho a sí mismos que nadie puede enseñarles nada de cómo hacer bizcochitos y extienden ese convencimiento a casi todos los órdenes de la vida.
Nos decía Unamuno con cara trágica pero muerto de risa: Lo sabe todo, absolutamente todo; fíjese lo tonto que debe ser.
Un amigo cirujano nos regalaba una máxima que corresponde a su profesión pero que a nosotros nos gustaría poder extender a cada momento de nuestra vida: el que no sabe lo que busca no entiende lo que encuentra.
Hay quienes tienen la actitud autosuficiente de haberlo encontrado todo aunque nunca hayan buscado nada duradero, más allá del dinero, la fama o el poder, que es todo charamusca.
Casi siempre es gente que tiene una sonrisa que puede ser encantadora, pero que si miran bien notarán que sólo la tienen en los labios. Hay algo acerado y afilado en el fondo de su mirada, que si llega a ser verdad que refleja al alma, agarráte Catalina que hay curva.
Son los que se pagan y se dan el vuelto ellos mismos. Creo que era Rosencoff quien decía con respecto a una figura pública: “en un entierro, ese quiere ser el muerto”.
En varias de estas atrevidas (y engreídas) reflexiones he conversado con ustedes de esta pandemia de los tiempos que corren y nos corren: la exacerbación del yo, la vanidad, el no darnos cuenta que no siempre somos lo que creemos ser, el creernos omnisapientes. La genialidad de Woody Allen lo hizo decir: “yo nací bajo la creencia hebrea pero al crecer me convertí al narcisismo”.
El narcisista es ciego para ver al otro y lo que supuestamente aporta a los demás está amasado desde el egoísmo. Da porque espera ser reconocido. Por eso los bizcochitos que hornee siempre tendrán un sabor asqueroso.
Omar Adi (Santa Lucía, 1949) dirigió Grupo Gente, elenco santalucense que obtuvo el Premio Alianza Francesa hace muchos años. Ha escrito la serie “Monteviduende” en EL PAIS y editado “Cajón de Turco”, “Patadas Cochinas” y el colectivo “Una ciudad para a(r)mar”. Está preparando “Bultos que se menean (guía de fantasmas de mi pueblo”). Ha editado también tres libros temáticos acerca de Rotary. Estas “reflexiones en tiempos de coronavirus” se publican en el semanario El Pueblo de Santa Luía y en otros medios del interior a través de OPI.