Bukowski sin Ella | Joaquín DHoldán

Bukowski por Jaime Clara
Bukowski por Jaime Clara

 

Nada me desagrada más que un autor que cae en la continua auto-referencia, que escribe de algo pensando en su vida, mirando por su cristal, midiendo todo en base a él. Alguno me dirá que eso es inevitable, pero yo los pongo en el mismo saco que a aquellos que comienzan una frase diciendo “Yo siempre digo lo mismo” o “Desde mi humilde punto de vista”. Porque lo bueno es cambiar de opinión, dudar con convicción, abstenerse en voz alta. Dicho esto, no tengo más excusas, antes de escribir algo respecto a Charles Bukoswki, quiero (desde mi humilde punto de vista), contar algo sobre mi:

Soy el menor de mi familia, o sea, fui criado por una madre, una abuela, una tía soltera y dos hermanas. Trato de combatir el machismo, creo que el feminismo es un movimiento necesario, que se han hecho breves concesiones y ganado algunas batallas pero aún los centros de poder son -mal- manejados por hombres, y que la educación apunta a que las mujeres “pertenecen” a los hombres y por ello la violencia machista es una lacra tan arraigada. También, es bueno señalar, que si yo me lavaba el plato mi madre me echaba la bronca, me decía que habiendo tantas mujeres en la casa quien me creía que era yo para recogerme la mesa. En ese contexto, la razón, la educación recibida, la educación social, las convicciones, los gustos, las miserias y los convencionalismos, crean una ensalada que me hace sentir en falta, y por ello escribí todo este párrafo de auto-referencia, que se resume en una confesión, “estoy a favor de la causa feminista pero tengo carencias de formación al respecto”. Si me apuran a nombrar gente que escribe nombro a tipos, y tengo que concentrarme para que aparezcan Idea Vilariño, Mary Shelley, Elizabeth Bowen, Delmira Agustini, Belen Gopegui, Elena Poniatowska…

Digo esto porque -quizás- alguno de los sucesos que señalaré y que tienen que ver con Bukoswki, puedan ser considerados machistas. Lamento que pudieran serlo, pero les aseguro que hice un torpe esfuerzo porque fueran lo contrario.

Tengo amigos a los que les encanta Bukoswki, y es cierto que esa forma de escribir directa y sucia, tiene encanto. Quizás tenga los mejores títulos de la literatura norteamericana (confiesen que “Como me gusta rascarme los sobacos”, “Erecciones, eyaculaciones, exhibiciones” o “Escritos de un viejo indecente”, son -cuanto menos- originales).

Me cuesta un poco más el tema del alcohol, lo decía al principio, no bebo y por lo tanto no me identifico ni un poquito con esa enfermedad y su relación con la literatura.

En cuanto al tema sexual, creo que tiene de todo, en la novela “Mujeres” su alter ego Henry Chinaski, descubre el amor en Sara dejando de lado una montaña de relaciones, en general malas, humillantes y destructivas. También están los cuentos “La máquina de follar”, “Se busca una mujer”, “La chica más guapa de la ciudad”, “Deje de mirarme las tetas, señor”, son buenos, hay que leerlos y pensarlos en su contexto.
También tiene buenos poemas, a mi me gusta mucho “Nacido en esto”

“Nacidos así
En esto
Mientras los rostros de tiza sonríen
Mientras la señora Muerte ríe
Mientras los ascensores se rompen
Mientras se disuelven los paisajes políticos
Mientras el muchacho de las bolsas del supermercado se recibe de la universidad
Mientras el pez aceitoso escupe su presa aceitosa
Mientras el sol se enmascara
Nacemos
Así
En esto
…”

Pero en el caso de Charles Bukoswki, la obra y el autor son una misma cosa, y si bien insistía que para él la creación sucedía cuando estaba sentado en su máquina de escribir, su vida está cargada de contenidos literarios. Hay miles de videos, documentales y reportajes, pero yo veo una y otra vez tres de ellos. Son tres pequeños destellos y todos tienen que ver con la soledad:

En uno le dice a un periodista que para él todo llegó tarde, y eso le enfurecía. La fama, el prestigio, la gente que quería escuchar sus lecturas, los reportajes, las chicas, sabía que escribiendo lograría eso, pero todo le llegó tarde. Lo dice y uno lo puede ver, solo frente a su máquina de escribir, con esa extraña convicción.

El segundo momento es el más duro y como contiene algo de violencia y agresión, me daba mucho reparo señalarlo. Pero si logramos verlo con perspectiva, no con el marco de violencia que podría tener, por culpa de la sociedad más que del propio escritor, descubriremos un instante digno de ser analizado, son cinco minutos que muchas parejas deberían ver y debatir juntas: Bukoswski, fumando, descalzo en un sillón al lado de Linda Lee, su novia, le dice que todo el mundo abusa de él porque es muy bueno, en especial ella. Comienza una discusión en la que miles de parejas se podrían ver reflejadas, pero lejos de ser los reproches de una mujer al tipo que sale a beber y a perseguir chicas, es el hombre el que le “hace una escena” por sus salidas hasta las cinco de la mañana y sus continuas faltas de respeto y ausencias. Charles, muy malhablado, se va de boca, ella parece provocarlo y en un momento él le da con el pie, pero no es una patada, si es un gesto violento y reprochable, pero les aseguro que tiene algo “femenino”, no es un golpe de fuerza, no es con el puño (Bukoswki era un buen púgil y experto en peleas), era una rabieta, era un niño abandonado, el escritor maldito y mujeriego amenazaba con echar a su novia de casa porque se iba por ahí y lo dejaba solo, esperándola noche tras noche. Inviertan los roles, cuantas veces escucharon la historia al revés. La misma escena de celos, con idénticas reacciones pero con los roles cambiados. Años después se casaron. Linda Lee, explicaría que ese día estaba cansado y borracho y que aquellos tipos estaban hacía semanas grabando y que aquel suceso nunca más se repitió. Él logró aprender a avergonzarse por necesitarla tanto.

El tercero es el más conmovedor. Nace de una lectura. El escritor tiene un papel arrugado y lee para la cámara. El poema describe una escena cotidiana, una pareja se ducha luego del sexo, ella lo lava, le enjabona las partes, y sale a secarse, el hombre se queda bajo la ducha y es consciente- ese instante- de lo feliz que es… y al leer esas palabras Bukoswki, (enorme y sobrio), solloza, se le rompe la voz y se pone a llorar desconsoladamente. Eso es la poesía: la conciencia de que la tristeza es más poderosa que la alegría, que un recuerdo triste nos hace daño y que el recuerdo de la dicha también, porque ya pasó, y estamos solos de nuevo.