Atrás han quedado los tiempos en los que las cómics eran considerados un simple entretenimiento infantil para convertirse en un género literario de primera fila. Sin embargo, apenas ha empezado a estudiarse cómo el lenguaje único de la narrativa visual influye en la forma en la que los lectores reciben las historias y sus cerebros se desarrollan y entienden ese código. El concepto de lectura que manejamos en occidente se basa en la combinación de fonemas para formar palabras, en el aprendizaje del significado de esas palabras y en la unión de palabras para formar oraciones e ideas. Es decir, leer viene a ser el proceso por el que se traducen conceptos abstractos mediante el lenguaje verbal. Ahora bien, no toda la alfabetización es textual ni está basada en un lenguaje verbal.
Ya hace 40.000 años, los humanos pintaban imágenes en las paredes de las cuevas para registrar sus experiencias y comunicarse, logrando expresar narraciones enteras con unos pocos dibujos. Hay un dicho que afirma que una imagen vale más que mil palabras y razón no le falta. A diferencia de los textos escritos, una sola imagen puede contener una información narrativa mucho más completa, puede abarcar tiempo y espacio, conectarnos directamente con un personaje o una experiencia, enseñarnos algo nuevo.
Un tipo de lenguaje que, a pesar de haber transcurrido miles de años, ha llegado hasta nuestros días. No hace falta ser antropólogo para reconocer los elementos básicos de las pinturas rupestres en los dibujos de cualquier niño pequeño. Incluso tienden a representar de forma exagerada aquellos elementos que consideran más importantes para interaccionar con el mundo, como cabezas y manos.
Pues bien, salvando las distancias, ambos tipos de lenguajes no distan demasiado del funcionamiento de cómics y novelas gráficas modernas. Según el teórico de los cómics Dale Jacobs, estos formatos cuentan historias usando un sofisticado lenguaje en el que las palabras se combinan con imágenes, color, diseño, efectos de sonido, composición, lenguaje corporal o expresiones faciales para transmitir significado. El resultado es la activación de los mismos procesos cognitivos que usamos para comprender textos más complejos.
Muchos de los artículos que defienden la lectura de cómics lo hacen desde el argumento del disfrute, de la motivación a la lectura y de su uso como herramienta de aprendizaje. También hay quien afirma que las narraciones visuales mejoran la alfabetización en general. Neil Cohn, profesor de la Universidad de Tilburg, teórico de los cómics y autor de un estudio titulado Narrativas visuales y la mente, señala que los cómics pueden servir como un instrumento de aprendizaje poderoso y efectivo.
Si bien a los niños muy pequeños a menudo se les presentan por primera vez las historias a través de libros ilustrados, llenos de colores brillantes, expresiones exageradas y muy pocas palabras, a medida que estos van creciendo, la educación convencional los alienta a abandonar los libros con lenguaje visual para centrarse en libros que tienen cada vez más texto. Ahora bien, aquellos niños que tienen diferentes ritmos de aprendizaje o desarrollo, especialmente los que tienen trastorno del espectro autista, pueden tener dificultades con la lectura tradicional. Es ahí donde la narrativa gráfica demuestra tener un mayor potencial para potenciar el aprendizaje.
Por otra parte, cuanto más aprendemos sobre la cognición y la percepción humana, más nos damos cuenta de que el ser humano tiende a comprender y a interaccionar con el mundo de la misma forma en la que lo hacen los hombres de las cavernas y los niños pequeños: primero a través de la imagen y después viene la lengua. Hay estudios que demuestran que los humanos son 60.000 veces más rápidos en el procesamiento de información visual que en la textual. Esto se debe básicamente a que el proceso es más simple. Es como ver una película doblada al idioma original o verla subtitulada, teniendo que leer los subtítulos. El texto tradicional se limita a presentar la información en orden secuencial, pero cuando leemos cómics, interpretamos simultáneamente una gran cantidad de información visual, que nos transmite estados de ánimo, emociones, diálogos, acciones, tiempo, contextos, etc.
En un episodio del podcast Making Sense, del el neurólogo Sam Harris, Barbara Tversky, científica cognitiva y autora del libro Mind in Motion: How Action Shapes Thought, afirma que el cerebro humano en realidad está estructurado más como un cómic que como lenguaje tradicional. Comprendemos el mundo de la misma manera en que lo hacemos cuando leemos cómics. Las células cerebrales especializadas llamadas «neuronas espejo» procesan gestos como las expresiones faciales y les asignan un significado basado en la experiencia pasada. Nos imaginamos realizando las mismas acciones y experimentamos las sensaciones físicas y emocionales que asociamos a ellas. Esta es una razón por la que los niños con trastorno del espectro autista a menudo luchan por relacionarse con los sentimientos y las necesidades de los demás, porque no captan las señales visuales emocionales. También es por eso que leer cómics podría mejorar su comunicación social e interpersonal.
Leer e interpretar cómics también puede ser una forma de fortalecer otros tipos de procesamiento. Existen estudios que sugieren que los niños que luchan con la lectura a menudo lo hacen porque tienen dificultades para integrar información nueva en un contexto que puedan usar. Pueden reconocer las palabras en una página, pero luchan por evaluar correctamente qué piezas de información son relevantes. Esto puede hacer que leer textos largos e interaccionar con entornos complejos sea abrumador. El lenguaje visual estructurado de los cómics ofrece pistas sobre qué información es importante y relevante. Las expresiones faciales exageradas y las señales visuales que componen el lenguaje de los cómics y las novelas gráficas ayudan a entrenar al cerebro a reconocer cuándo y cómo utilizar la empatía.
La popularidad duradera de la narración gráfica no es el resultado de imágenes seductoras o tramas llamativas, sino que es un reflejo de cómo la mente humana ha evolucionado para comprender e interpretar historias. Y no solo de superhéroes. Al igual que sus primos literarios más tradicionales, los libros que se componen solo de texto, los cómics comprenden una amplia gama de temas que no solo atraen a los niños pequeños, sino también a los adultos que quieren leer sobre cualquier cosa. Es probable que el formato evolucione con el tiempo, pero de lo que no cabe duda es de que perdurará como cualquier otro género literario.
Alejandro Gamero es periodista cultural español. Delicatessen.uy publica esta nota con su autorización. Fue publicada originalmente en La piedra de Sísifo.