El milagro es esa piedra con la que tropezaste | Marcelo Marchese

Paco Espínola
Francisco «Paco» Espínola. Caricatura de Jaime Clara.

 

No sé si les ha pasado descubrir una canción y querer contarle al mundo entero la existencia de esa canción.

Cuando leí «Juan el Zorro» de Paco Espínola pensé que era la mejor novela escrita en este país, y también pensé que era una de las mejores novelas de la literatura. Cuando leí el cuento “Rodríguez” quedé asombrado por su perfección. Perfección significa, en su origen, que una cosa tiene todas sus partes. Ahora, en literatura, perfección también significa que una cosa no tiene nada de más, y Espínola logró lo que muy pocos escritores lograron, una absoluta y total obra maestra, una joya perfecta.

Recién descubrí un cuento de Paco Espínola llamado “Yararaca” que es como se le llama en Brasil a nuestra yarará ¿Lindos nombres, no? Yarará es hermoso y yararaca también es hermoso y me cuesta definir cuál es más hermoso.

Bajo la luna avanza la yararaca y ante su paso, los grillos enmudecen. La luz de la luna hace su silueta negra. Atraviesa el patio de una estancia. Entra en una habitación donde hay una cuna y una mujer dormida. La yararaca bebe de los pechos de la mujer que como una amante, se retuerce dormida. Al día siguiente dos leñadores matan a la yararaca. Esa noche, la mujer, inquieta, se revuelve en la cama.

Pocos días antes del mundial de Brasil se fractura Suárez y no se sabe si llega, y justo le preguntan a Maradona qué piensa de nuestro equipo y responde que tenemos a Suárez, pero le dicen que está lesionado y contesta: “Va a llegar, va a llegar, porque tiene unos huevos así (y hace el gesto como de dos pelotas de basquetbol) y en el fútbol sin huevos no se llega a nada”.

Lo dicho por el genio Maradona aplica a todos los planos y en especial a la literatura, lo que me lleva a decir ¡Qué huevos que tenía este Paco Espínola para escribir un cuento así! ¡Qué hermoso que haya gente tan valiente! ¿Su coraje, a la postre, no es resultado de su amor a la humanidad? ¿No será que los hombres más valientes son los que más aman? Esto le da un nuevo sentido a uno de los proverbios más bonitos, si no el más bonito de todos los proverbios “Hombre cobarde no consigue mujer bonita”, como si la mujer, en el hombre valiente, de alguna manera adivinara su capacidad de amar.

No habrá nada en este día, sobre mañana no puedo decir nada, que me quite la emoción de saber que la muerte no existe, que de la nada vino alguien que consideraba muerto y me regaló una mañana maravillosa