Debemos empezar por entender que no somos aviones. Por lo que si nos vamos muy arriba nos morimos congelados, o nos mata la presión, o te da un vértigo que para que les voy a contar. Si hay alguno de ustedes que tiene complejo de Superman, mejor se compran un pasaje y se trasladan en 747.
Las personas normales que vuelan no cruzan océanos ni grandes distancias, volar cansa. En realidad relaja, por eso mismo cansa. A ver, lo explico mejor: relaja tanto que da sueño. Como no hay “despertadores” allí arriba, es mala idea cruzar de un sitio a otro. Una desventaja, perdonen que insista con el ejemplo, pero a diferencia de Superman, es no ser invulnerable, motivo adicional por el cual elevarse en exceso es mala idea.
Una caída, probable al volar, puede hacernos mucho daño.
Es más fácil volar los días de lluvia. A diferencia de lo que a priori puede decirse de los cielos despejados, el contacto con el agua crea una capa… (He decidido suprimir la parte científica, así que les pido que confíen en que a mayor cantidad de gotas más facilidad en el despegue).
Aclaro que si no creen posible el vuelo humano son unos imbéciles que pierden tiempo leyendo un artículo titulado “Instrucciones para volar”, por lo que descarto que saben que es posible, sospechan que tienen la capacidad, simplemente no tienen las instrucciones que hoy humildemente trasmito luego de alguno años de surcar el aire al ras del suelo por mi pánico a las alturas, además de los motivos lógicos que expuse al principio.
Muchos habrán volado sin saberlo. Durante el sueño, hacen una breve elevación que cuando la conciencia capta se interrumpe y nos da un pequeño sacudón contra el colchón. Esa caída es un mecanismo de defensa de nuestra conciencia, fruto de un virus racional que el capitalismo nos introdujo en el cerebro a través de la televisión (bueno, esto último es una paranoia mía, en realidad no sé el motivo por el cual nos negamos a volar tranquilamente por nuestro cuarto si las ventanas están cerradas).
Cuando uno vuela no jode ni debe ser jodido.
Los vuelos son individuales salvo durante la penetración, perdonen ustedes lo explícito pero hace media hora vengo dando vueltas sobre cómo poner esto. Dos amantes muy compenetrados pueden hacer pequeños vuelos, basta con que uno sepa hacerlo para que inconscientemente arrastre al otro a un paseito aéreo (evítenme poner ejemplos remitiéndose directamente a la película de Eliseo Subiela “El lado escuro del corazón”).
Claro que volar dormido o mientras se está en algo muy importante no tiene gracia, bueno, sí la tiene, pero no la misma, dirán ustedes, y dirán bien.
La verdad es que es más fácil para los niños, pesan menos e imaginan mejor, además, su falta de tabúes es clave, la principal desventaja es aclararle los límites (recomiendo para ello el libro “Los hijos y los límites”), y que, a partir de ese día ,de nada servirá esconder las galletitas en el estante de arriba.
Hay que explicarles que se puede volar con exceso de amor o con rabia bien canalizada. El capitalismo, especialmente interesado en cortar alas, nos confundió que la furia, bronca o calentura, es algo malo y destructivo. Sin embargo, la rabia es un buen aliado si en vez de insultar y golpear la transformamos en energía. Esa descarga nos hace sentir mejor y creo que, por lo mismo, volar da sueño.
Además de un pequeño y divertido truco, volar, que como dijimos no sirve para los traslados, es bastante inútil si usted es un tipo o tipa muy pragmático. Perdonen que me ponga pesado, pero el capitalismo convenció a muchos que si no es útil, no sirve. Pues bien, volar, como servir, servir, de mucho no sirve, la verdad.
Es más difícil con testigos, las cámaras rara vez lo captan y lo confunden con un salto o una caída, al ser un vuelo bajo no es espectacular y después de ver “Matrix”, a menos que uno surque el cielo cortando nubes y haciendo remolinos parece como que no tiene tanto impacto. Volar nos puede servir para no pisar un charco, para no embarrarse con la lluvia (que por otro lado ayuda al despegue), para alcanzar algún objeto alto, para darle un beso a alguna novia con tacos… y poco más. Casi lo mismo que lograríamos con un buen salto si pudiéramos frenar en el aire. Puestos a buscarle una virtud, volar sirve para joder al capitalismo, joderlo bien jodido.
Los interesados en recibir un manual saben cómo ubicarme, si son muchos lo escribo, puedo plantearme escribir un best seller y comprarme una casa en Suiza, lejos de la gente consumista y materialista, podría alejarme de ellos en mi descapotable.
Si son pocos ni me gasto, prefiero usar el tiempo en sentir como el viento surca por debajo de mí, mientras paseo por la playa sin dejar huellas.