El encanto de los griegos radica en que a través de la retórica llevaron a la duda sobre lo existente, trajeron la duda acerca de lo que vemos por el camino del razonamiento. El mensaje en sí no es nuevo y a los griegos les llegó de oriente, lo que sí es nuevo es el camino para arribar a esas ideas, ideas que en oriente vienen por revelación súbita o por vías no vinculados al razonamiento.
El tema es que nosotros heredamos ese método, el de la duda, que ha llegado alterado, disminuido, pues Roma incorpora el legado griego de la duda y lo convierte en dogma.
Lanzados a hablar, los griegos crearon otros mundos, que es una manera de decir que este mundo sólo es una de las fases del espacio y el tiempo.
Una posibilidad de explicar por qué se dieron aquellas ideas en aquel tiempo y en aquella geografía vendría de pensar en un pueblo guerrero, extremadamente guerrero que conquista un territorio. Por un tiempo, siguieron con sus prácticas guerreras en todo, y en rigor nunca las atenuaron demasiado, pero establecieron un sistema de leyes para soportarse, que eso es el derecho: limitar la bestialidad. La cuestión es que fundaron varias ciudades y en rigor, estados, y compartían la misma lengua y cultura pero podían ir de un lugar al otro, y cuando el poder se encuentra disperso, se crean intersticios en el poder. Los intersticios son en el espacio, pero también son mentales.
Ciudades, comercio con oriente, el legado místico de la India, la matemática venida de Babilonia, Pitágoras, Heráclito el oscuro, los sofistas, los cínicos, la acuñación de moneda, los beneficios obtenidos por un imperio, el alfabeto al que le agregaron las vocales, los misterios órficos y eleusinos.
En esas condiciones, en esa concentración de Historia, explotó el poder de la retórica en la plaza pública y el teatro, y a esto sumemos que los griegos sabían, pues lo heredaron, que un grupo de personas encerradas en un lugar por pocos días, bajo determinados ejercicios mentales y bajo drogas específicas, vive una explosión de pensamiento y sensibilidad que de otra manera no podría vivir y desde ese instante el curso de sus vidas cambia para siempre. Esa suma de ejercicios y métodos no se encuentra perdida, pero un número insignificante de personas accede en nuestro tiempo y nuestra civilización a una experiencia reveladora como aquella.
Tendemos a despreciar una democracia que excluía a las mujeres y los esclavos y hacemos bien, pero hacemos mal si no imaginamos cómo el pensamiento de todos influía en las decisiones. Debemos pensar en un lugar donde la gente en la calle discutía la última obra presentada. Algunos tenían el derecho de asistir a la obra, los otros la veían sentados en el monte y luego, la debatían.
Una prueba de la importancia de aquellas obras la constituye la Orestíada, donde se perpetra un acto político, desterrar a las deidades femeninas y establecer la primacía de los dioses masculinos. El teatro era un medio de acción política de aquellos filósofos que escribían poemas, historias y apologías.
Lo que ellos fueron está en el tiempo. La clínica que abrió Antifón, quien escribió una Interpretación de los sueños y curaba a sus pacientes mediante la palabra, imprimió un cambio en la Historia, pues algunos hombres cambiaron luego de asistir a ella y de esa manera, con todas aquellas escuelas, se fue tejiendo la trama de la vida, pero no se ve lo que es, no sabemos lo que fueron los griegos, no sólo porque perdimos, casualmente, sus obras más subversivas, sino porque la idea del progreso no nos permite ver a los griegos, así como no nos permite ver nada. De los griegos vemos sus esculturas blancas, cuando estaban pintadas con los colores de la vida.
El problema es ver el mundo de manera atomizada y clasificable en los grises casilleros que al parecer creó Aristóteles, y el problema es pensar en una concatenación de acontecimientos en función de lo que generaron, como es el pensar un artista en función de los artistas y las escuelas que vinieron de él.
Los acontecimientos se dan sólo mediante una eterna danza que bailan infinidad de fuerzas en un mandala viviente que es el todo.