Hasta donde la sombra de la catedral alcanza |Maite Cantón

Oviedo

Una ciudad que esconde su esencia en los alrededores de San Salvador

Dice un proverbio chino que una imagen vale más que 1000 palabras. Como me han invitado a escribir justamente este número de palabras sobre mi ciudad, creo que voy a jugar a cerrar los ojos y tratar de describir como la veo en imágenes desde un punto de vista estrictamente íntimo.

Los colores son importantes y Oviedo es para mi, de color gris azulado con alguna pincelada en verde donde, a veces, se entremezcla el marrón debido a la piedra de sus arcaicas fachadas.

Me empujo a ir más allá de lo físico y me encuentro con un carácter de “armas tomar”,  con bullicio y cachondeo, música, un sentido del humor premium y dos o tres influencers. Paseo por una ciudad orgullosa y temperamental y no tan superficial como casi todos la pintan. Esto, obviamente dependerá del grado de inmersión en la misma pero puedo garantizar que más allá de la fachada (“¡Qué bonito es Oviedo!”) existe una actitud que la hace única y que la echo en falta cada vez que me alejo de sus coordenadas.

Uptown o Downtown

OviedoDentro del mismo casco antiguo y un poco más allá, sin tener que corresponderse exactamente con los puntos cardinales, co-existen mis dos visiones de la ciudad: uptown y downtown.  Esto es así porque me desplazo cuesta arriba y cuesta abajo dependiendo del plan que tengamos entre amigos buscando siempre aquello que percibimos como lo más auténtico y genuino según nuestro estado de ánimo marcado generalmente por el clima, claro.

De este modo, en uptown se pueden encontrar espacios algo más estereotipados aunque agradables  y quizá, para mi gusto, demasiadas reglas y composturas. Lo que llaman “las rutas”: la de los vinos, la de la sidra, los “gastrobares”… en fin, lugares donde fundirse con los otros formando una divertida argamasa que a veces se anima hasta el punto de ebullición como ocurre de vez en cuando en Gascona, el bulevar de la sidra.  

Uptown cuenta con espacios muy recomendables para el turista sobre todo si está  de paso y quiere retratarse en el famoso “Parque San Francisco” o junto “al culo de Botero” muy próximo al encorsetado Teatro Campoamor donde cada otoño saltan chispas en torno a la celebración de los  Premios Príncipe o Princesa de Asturias. Una zona excelente para comprar casi de todo en el entorno de Uría, la médula espinal del rancio abolengo.

Sin embargo, para mi el verdadero “core”  de la ciudad se encuentra en downtown hasta donde la sombra horizontal de la torre de la catedral alcanza hay un buen compendio de sensaciones por descubrir. Pequeños barecillos de toda la vida, ultramarinos, museos, plazas y nosotros…” los de Oviedo” , que somos la verdadera salsa intramuros. Para mí lo mejor de Oviedo son los ovetenses (nativos o adoptados) y sus tertulias. Aunque sean a voces,  son absolutamente geniales y frontalmente directas.

Como en todas partes, hay en la ciudad una parte ñoña que trata de ser invasiva pero afortunadamente la derribamos una y otra vez manteniéndola a raya gracias a la ironía,  el arma más poderosa que tenemos en Oviedo.

Cultura , la eterna controversia

OviedoDe la misma manera que los ovetenses solo nos acordamos de la lluvia aunque haya habido muchos días de sol con la cultura nos pasa igual; pensamos que no evoluciona pese a que muchos se esfuerzan por mantenerla a flote. Y por supuesto aquí no entra ni la política ni los políticos, la cultura, como término genérico, la hacemos y consumimos los ciudadanos como podemos (literatura, música, artes, proyectos e invenciones originales, festivales…) la apoyen desde la administración o no.

Personalmente nunca he estado de acuerdo con ninguno de los grupos políticos que han dirigido la cultura en mi ciudad. Podrán haberlo intentado, no digo que no, pero francamente han tenido muy  poca impronta. Afortunadamente, los ovetenses también somos cabezones y seguimos por nuestra cuenta saltando obstáculos. Hay muchas iniciativas estupendas comandadas por personas independientes y colectivos autogestionados y esa es la cultura que, en mi opinión, deja huella. Las reglas son para la evolución cultural lo que el agua es para el aceite: un auténtico repelente.

Puestos a pedir, les pediría a los políticos que si no hacen por lo menos dejen hacer y no pongan palos entre las ruedas. Y aquí me viene a la cabeza la situación de los músicos, tantas veces comentada, la música es algo visceralmente crucial en una ciudad que quiera acoger y no expulsar. Música en las plazas, en las calles, música acústica en los locales, salas para conciertos, eso hace que nos motivemos y  seamos mejores poetas, mejores pintores, mejores escritores , mejores fotógrafos, más creativos en suma y mejores personas o más completas. No podemos dejárselo todo a la globalización, pese a vivir en un mundo conectado necesitamos calidad en las cuestiones de cercanía porque son las que más directamente nos inspiran.

Locales de trato afable y generoso, como en casa

Como  hija de chigrero, no puedo ser imparcial en asuntos gastronómicos. Para  mi el sabor de nuestros platos pasa por no comerlos  a ciegas y saborear a la vez el plato dentro de su entorno y ambiente. No se puede comer bien en un sitio donde te tratan como un cero a la izquierda o seas el relleno de una mesa numerada. Hay que acoger y aconsejar.

Los ovetenses somos generosos y abundantes por mucho que a veces nos pese. No llegaremos nunca al procedimiento de reservar mesa en un local donde ya te ponen la hora de salida, cada vez más frecuente en las grandes ciudades para optimizar. A nosotros nos gusta comer en paz, entre amigos y dar larga vida a la tertulia, con o sin sidra.

Por eso, si me preguntan aconsejo siempre sitios peculiares para comer y relacionarse como el Ovetense o la Belmontina, el Ramón, el diábolo de Cantón, Casa Pachu o los bares del paraguas y otros muchos que se esconden por ahí y que nos gusta frecuentar a los que vivimos la ciudad de forma intensa.

Eso si, la noche ovetense es de las mejores de España, hay de todo aunque siempre acabemos en los mismos sitios:  el Gong, la Lata, el Clandestino, el Olivar, el Lemmy, Chubi, el Paraguas y por supuesto, la casa de todos: El diario Roma en la Mon.

Lo que mas me gusta de Oviedo

La hospitalidad de la gente . Sus plazas y rincones , el antiguo es una joyita.

Lo que menos me gusta

El descuido de los edificios del Oviedo antiguo. Y otras muchas cosas que no me apetece decir.

Maite Cantón (Oviedo, 1967)  es periodista. Autorizó a Delicatessen.uy la publicación de esta nota publicada originalmente, en el  diario La Nueva España.

Fotos: Jaime Clara