Detuve mis inútiles apremios e hice tiempo para releer Azul…y, al penetrar en esos relatos conmovedores de Rubén Darío, me atrapó un estado extraño de ensoñación que me llevó a una de esas representaciones fantásticas del que duerme, aunque yo me sentía en serena vigilia.
–Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,/ y más la piedra dura porque esa ya no siente,/ pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,/ ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
¿Es que se ha producido el milagro de que me preste atención, maestro?
-Bueno, en fin… me gustaría volver a recordar el galopar alocado de mi vida: no tuve una infancia feliz –pese a que se dijo de mí que era “un niño prodigio” porque leía a los tres años- viajé mucho, amé tal vez demasiado y, ¡oh, repugnancia que me sigue persiguiendo!, me venció el alcoholismo.
Lo sé, lo sé. Fue criado por padres adoptivos, conoció el mundo, enfrentó penurias, no le fue sencillo lograr el reconocimiento de su arte, dejó mujeres e hijos que murieron pronto…
-Sí, hasta Francisca Sánchez, la hija de un jardinero, analfabeta pero bellísima, a la que llevé a París, le enseñé a leer y a escribir y me dio el único hijo que, entre tantos, me sobrevivió. Las anteriores, Rafaela, Rosario, qué sé yo, el torrente de mi vida en vuelo las arrastró…
Maestro… ¿a qué remover esos recuerdos? ¿Por qué no arroparse con las coronas que le impusieron en vida de “Príncipe de las letras castellanas” y “Padre del modernismo hispanoamericano”? ¿Por qué no recordar su oceánica obra en prosa y en poesía, la influencia que ejerció a comienzos del siglo XX, incluso entre quienes fueron sus amigos del alma, como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Leopoldo Lugones, Julio Herrera y Reissig y tantos más?
–Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,/ y el temor de haber sido y un futuro terror…/ Y el espanto seguro de estar mañana muerto…
Pero… ¿y la estremecedora belleza de Cantos de vida y esperanza, Los cisnes y otrospoemas, El oro de Mallorca, La historia de mis libros, El canto errante, Prosas profundas…? ¡Qué exaltada inspiración, cual sangre que brota de una herida que le atraviesa el pecho!
-Sí, sí… Pero me llamaban “afrancesado”… ¡Claro que Verlaine y Víctor Hugo influenciaron en mí! ¿Y con eso qué? El modernismo no es otra cosa que el verso y la prosa castellanos pasados por el fino tamiz del buen verso y la buena prosa francesa. Caramba, mi inesperado amigo, si hasta les preocupaba más ver cuánto bebía o mi hábito de mojar el habano en el champán… Creo que fui más apreciado en Uruguay y sobre todo Argentina que en España y en mi propia tierra centroamericana, a la que no olvido.
Ah, ignoraba yo semejante sufrimiento. Creo, maestro, que es usted injusto consigo, que niega la admiración que desparramó y el legado que dejó en nuestras manos, indignas de su talento. ¡Qué bueno que haya hecho suya la sentencia de Verlaine: “De la musique avant tout chose”! En su literatura la poesía fue, siempre y ante todo, pura música. ¿Olvida que su aporte al arte escrito ha sido enseñado a generaciones? ¿Se ha desinteresado de su revolución de la métrica castellana, de las nuevas posibilidades rítmicas que deslizó en sus libros, de la figura retórica clave, la sinestesia, mediante la cual asoció sensaciones propias de distintos sentidos? ¿Y su símbolo amoroso y más característico, el cisne?
Usted llenó de colores, de exotismo, de refinamiento el mundo literario.
Sentí, en mi ensueño delirante, que me miraba, triste y condescendiente pero con una sonrisa pequeñamente cínica en el rostro…
-Quisiera creerlo hoy, como tal vez lo creí antes. Sólo que…
¿Qué, maestro?
–Sufrir por la vida y por la sombra/ y por lo que no conocemos y apenas sospechamos,/ y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, ¡y no saber adónde vamos,/ ni de dónde venimos…!
LO FATAL es el título de uno de los mejores poemas de Rubén Darío, el gran poeta y prosista nacido en Nicaragua el 18 de enero de 1867 y muerto, a sus cuarenta y nueve años, el 6 de febrero de 1916, después de haber cultivado, además, el periodismo y la diplomacia.