Imagen: montevideoantiguo.net
El prolífico autor Juan Antonio Varese publicó el presente año una interesante obra llamada «Personajes y tertulias en Cafés y Bares de Montevideo», editada por Planeta, cuya segunda edición ya está disponible en las librerías. Se trata de un libro de largo aliento, cuya información ha sido recopilada con infinita paciencia, determinación y persistencia a lo largo de más de una década.
La obra de Varese recorre el Montevideo de finales del S. XIX y mediados del XX a través de sus cafés y bares. La voz en off: el relato vivencial de una selección de personajes de la época, desde intelectuales, deportistas, políticos, periodistas, escritores y artistas, hasta propietarios y mozos de algunos de los locales mencionados en la obra. Toda una invitación a bucear con nostalgia hacia una época del pasado en la que, sin duda, éramos distintos.
Previo al fascinante recorrido, el autor hace una interesante introducción al mundo del café como bebida, cuyo origen se remonta a Abisinia -actual Etiopía-. También nos introduce al mundo de los cafés como centros de reunión y socialización a lo largo y ancho de la historia y el mapamundi, en una suerte de mirada a vuelo de pájaro para continuar centrándose en la causa montevideana.
La obra, construida con relatos vivenciales, posee un gran valor en lo referido a la recuperación de la memoria de la ciudad en sus aspectos más intangibles. Dentro de ese rescatar se ponen en valor aspectos bien interesantes. De un lado, los usos y costumbres de una época emblemática de Montevideo -desde finales del S. XIX hasta finales de la década del 60-, incluyendo la época dorada del país que le valió el apodo de la “Suiza de América”. El libro recoge una algunas interesantes gacetas de las dinámicas del ecosistema social de la ciudad décadas antes de la era digital. Un periodo de intelectualidad fermental con el café y el bar como epicentro, testigo y espectador de los asuntos más importantes para el país.
Los relatos nos muestran a individuos más inocentes, más sociables, con mayor sentimiento de pertenencia y con prioridades y valores, distintos a los actuales. Hoy la mayoría de esos cafés ya no existen o su actividad ha quedado desvirtuada y apenas quedan tertulias y tertulianos que se reúnan regularmente. A diferencia del otro lado del río de La Plata dónde la tradición y costumbre de la tertulia y el café, ha permanecido.
Las dinámicas de hoy son otras, también nuestras prioridades y la forma en la que socializamos. Pensemos que las memorias que recoge este libro son de un periodo donde no había televisión ni existía internet -la televisión llegó a Uruguay en el 56 y el primer correo electrónico se envió en el 88, aunque internet no se presentó en sociedad como tal hasta el año 94, en una versión infinitamente más precaria que la que tenemos ahora-. La socialización en la época que se centra el libro era piel a piel y consistía en juntarse con distintas barras en distintos cafés y bares a dialogar, debatir y conversar. Era parte de la rutina diaria, salías del trabajo o de clase y te ibas al café o al bar. Hoy, con las actuales costumbres y prioridades, tenemos que hacer malabarismos para juntarnos con un grupo de amigos.
Rescatando algunos de los testimonios recogidos en el libro, cabe citar al periodista y publicista Raúl Barbero al mencionar que “ir al café era como tener la mayoría de edad, así como pitar con aparente suficiencia un cigarro o llevar pantalones largos”. El periodista Fernando Caputti aseguró que “los cafés son apéndices de las redacciones de los diarios”, alegato que repite el escritor Milton Fornaro agregando a las redacciones, los teatros, los cines y los centros de estudios. En repetidas ocasiones se menciona el café como “la universidad de la vida”. Y así fue, los jóvenes y no tan jóvenes se curtieron y aprendieron escuchando a los otros: periodistas, escritores, políticos, artistas, poetas y dramaturgos.
La obra recoge el relato de treinta personas, la mayoría pertenecientes al mundo de la cultura, que vivieron en primera persona aquella época y alternaron en distintos cafés y bares (incluyendo personalidades como Ignacio Suárez -autor de la canción “Los boliches”-, Carlos Maggi, Miguel Ángel Campodónico y Alejandro Michelena -autor de varios libros sobre cafés, lugares e historias montevideanas-). Este multi-relato nos ofrece una mirada muy amplia y poliédrica sobre la vida en torno a los cafés. Para ello es fundamental el recurso de la entrevista al que Juan Antonio Varese recurre para construir y entretejer una historia, llena de historias que encierran terceras historias, como una verdadera matrioshka literaria.
La obra menciona 118 cafés y bares (entre los que se encuentran los emblemáticos Al Tupí Nambá, Añón, Brasilero, El Hacha, el Expresso Pocitos, el Fun Fun, el Gran Sportman el Sorocabana, la Telita, el Luzón, el Libertad, el Palace, el Tasende y el Teluria, entre muchos otros). Hace hincapié en la ubicación geográfica poniendo en valor el espacio arquitectónico que ocuparon esos locales. Tras leer el libro uno pasa por tal o cual esquina posando la mirada de otra manera. Conocer la historia que hay tras un espacio, o al menos, parte de ella, agrega valor a nuestro mirar sobre algunos rincones de la ciudad que sin el peso de la historia, nos pasan absolutamente desapercibidos.
El libro incluye, a través de los relatos de cada uno de los entrevistados, toda suerte de anécdotas que nos ilustran épocas pasadas con mayor nitidez y humanidad. Timbas clandestinas que estaban prohibidas en las que se usaban garbanzos para despistar a la policía que luego eran canjeados en la caja del café. Dobles entradas por dos calles a algunos cafés que servían para evadir líos amorosos. Mujeres ausentes durante décadas al mundo de los cafés hasta que se puso de moda ir a ver los espectáculos en pareja, en algunos casos, en cafés con oscuros reservados. Cafés con servicio de barbería y lustrabotas dentro del estableicmiento. O aquellas balconadas desde las que tocaban las orquestas.
La obra también refleja la otra cara del mostrador: la historia de las migraciones y cómo esos bares eran atendidos en largas e interminables jornadas por aquellos gallegos de Galicia que un día partieron a hacer las Américas para salir de la precariedad vivida en la España de la posguerra.
En lo personal el libro me tocó la fibra. Mi abuela resulta ser una maravillosa y divertida montevideana que emigró a España en el año 64 y nunca más regresó al país. Siempre me habló de un Montevideo luminoso que lastimosamente no encontré en mi emigración invertida en el año 2012. El libro de Varese me mostró ese Montevideo fermental con el que mi abuela se llena la boca cada vez que menciona su ciudad natal.
Personajes y tertulias en Cafés y Bares de Montevideo
Juan Antonio Varese
Editorial Planeta
270 páginas