En estos tiempos de Rolón, las charlas TED, las frases aspiracionales y los coach emocionales, el alivio lo encuentro en las palabras de mi viejo. Un tipo común, que lo hacía feliz leer, escribir y compartir. Lo que copio a continuación es un extracto de un texto que nos mandó por mail. Le gustaba pensar en colectivo algunas angustias introspectivas. En todo caso, esta angustia dominguera y lluviosa es propia de una búsqueda individual, que cada día tiene menos certezas, sobre hacia dónde vamos y de qué forma. Entendiendo (con muchos dolores de cabeza y lágrimas, en mi caso) que no se puede controlar lo que tiene que fluir con naturalidad. Pero que, por lo menos, sabemos que el amor es el intangible que nos hace caminar y mirar al otro. Mientras, que no se apague el fuego. Lucía Milans
No sé si creo en Dios o en algo que supere la igualdad entre nosotros, en el plano que estamos.
La esperanza me genera temor porque puede significar una ilusión fallida. Y no hay nada que quiebre más a un corazón que la idea de lo que no fue. Pero me aferro a esto del amor, como aquello que nos enaltece a un nivel que excede el material, el de la carne. Parece ser el motor de la empatía y por ende del bien colectivo y creador.
Yo creo en el hombre: en su capacidad creadora, su espíritu indomable, su sed insaciable de conocimiento y la posibilidad de acceder a éste, en todas sus formas y niveles posibles.
Creo tanto en la fe como en la esperanza y el amor; son expresión superlativa de la caridad y de la propia condición humana.
Si creer en esto lleva implícito creer en Dios, bienvenido sea. Si de esto eventualmente se deduce la condición divina del hombre, también.
Pero, en todo caso, es la forma más sutil de expresar lo más íntimo de mi corazón.
Mi cruz no es simbólica, sino de dolor real y palpable. Y, por cierto, todos somos hijos del dolor: el primario, el que nos parió; así como la libertad es hija de la opresión, la luz de la
oscuridad y quizás la verdad, de nuestra búsqueda.
En todo caso, que no se apague nunca el fuego.
Jorge Milans (1955-2015) montevideano. Fue publicista y diseñador gráfico. El texto que publica Delicatessen.uy no sé si es un cuento. En todo caso es una reflexión, o un relato en primera persona, instrospectivo. Poco importa. Jorge fue un hermano, un maestro, una guía. Sigue siendo. Por eso esta publicación, autorizada por su hija Lucía, tiene la introducción, con la que ella la compartió en una red social. Desde otro plano, Jorge sigue enseñando a pensar, que fue lo que siempre hizo.