Desde hace muchos años tenía curiosidad de conocer Portugal, algo que cada vez más se convirtió en un objetivo imperioso, luego de que cada amigo, conocido o cliente de nuestro restaurante, me contara maravillas de este destino. Aseverar que en pocos días conocí Portugal sería un atrevimiento, y más aún, cuando sólo pude recorrer pocos días las calles de Lisboa y algunas pequeñas locaciones cercanas sobre el Atlántico, pero esto me alcanzó para querer repetir la experiencia y darme cuenta que me enamoré de este país y su gente.
Lisboa cool
Lisboa, la capital de Portugal, es una ciudad dividida por el río Tajo (el más grande de la Península Ibérica), con una densidad demográfica de más de 500 mil habitantes (el 20% de la población del país) y su área metropolitana se sitúa en una superficie de 2921,90 km² con casi 3 millones de personas.
Es una ciudad de gran personalidad, con un ritmo muy tranquilo, donde la prisa no es una característica de esta urbe. Calles empinadas, antiguos tranvías que le otorgan un aire bucólico y único. Su arquitectura es muy pintoresca y los edificios revestidos en sus fachadas de principio a fin con azulejos blancos y azules o verdes, son realmente una estampa única en el mundo.
Los barrios que deberían de visitar son:
Baixa que es un barrio muy céntrico y animado. Es muy concurrido durante el día y sólo deben de tener cuidado entrada la noche, sobre las 23 horas en adelante. El centro es muy sencillo de recorrer y la Vía Augusta y sus alrededores un paseo imperdible.
Chiado y Barrio Alto (lugar de la bohemia). Hay muchas galerías de arte y se pueden descubrir bolichitos encantadores y originales. Muchas boutiques de diseño y locales de tendencia. Es habitual encontrarse con visitantes de todas partes del mundo en este barrio como en Alfama y Baixa.
Alfama es un barrio a los pies del Castillo de San Jorge y cuna del fado
Colorida y un tanto caótica debido a la importante concurrencia de visitantes en la noche y los vestigios de sus trasnochadas. La esencia más entrañable del fado (la expresión musical más importante de Portugal), se puede encontrar en este barrio, pero se debe de elegir bien los locales a visitar, ya que muchos de ellos están armados para los turistas y no son necesariamente ni originales, ni baratos. Sus callejuelas empinadas y estrechas, que inspiraron los más bellos versos del fado, no están pensadas para los coches por lo que no se pueden perder una buena caminata o el entrañable tranvía 28. Los tranvías no son el transporte más barato, pero tampoco caro y recorren la ciudad otorgándole a Lisboa ese toque de antaño que la hace única y adorable. Tengan en cuenta que Lisboa es una ciudad de tacos bajos y ropa cómoda por sus subidas y bajadas.
Algunos tips a tener en cuenta
Es una ciudad fácil de recorrer. Su gente es muy amable y están siempre dispuestos a explicarte como llegar al lugar que estás buscando o incluso sugerirte algo mejor.
Si cuando salen del aeropuerto quieren tomar un taxi en general hay que hacer unas colas bastante largas. Del aeropuerto al centro se paga a razón de 16 euros, unos $ 600 (seiscientos pesos uruguayos).De regreso al aeropuerto es muy fácil manejarse con el metro luego de haber conocido la ciudad, por lo que pueden evitar el taxi, lo que les costará unos 4 euros a diferencia de los 16 que abonaron al ingreso.
Las estaciones de metro están muy bien ubicadas y cerca de cualquier locación de interés turístico. El metro es muy preciso en sus horarios, económico, limpio y seguro. La ciudad es fácil de recorrer, pero como toda metrópolis, en la noche y en algunos barrios se debe de tener cuidado con los oportunistas, sobre todo en las zonas más céntricas pasada las 23 horas, momento en que decae la actividad de los restaurantes. No tengan dudas que, a pesar de encontrar algún “amigo de lo ajeno”, dista mucho de la inseguridad que vivimos actualmente en nuestro país.
Comer y beber en Portugal es un verdadero deleite
La gastronomía lusitana es muy noble y cargada de sabores. Los pescados y mariscos son uno de los puntos más fuertes de la cocina portuguesa y se caracterizan por su enorme frescura. La vedette es la sardina, símbolo de la gastronomía nacional e ícono reiterado en los cientos de diseños, que junto a los azulejos conforman la imagen más asociada con la cultura portuguesa.
La comida en general es más barata que en el resto de Europa y las porciones abundantes. Se deben de cuidar del tentempié que le dan al ingreso de los restaurantes, ya que este tiene un costo y algunas veces no es nada económico. Esta es una modalidad que está muy instaurada en todo Portugal y que, por falta de conocimiento, les puede encarecer el coste de un almuerzo o una cena. En muchos establecimientos avisan al traerlo a la mesa, pero es importante tener en claro que no es una cortesía del lugar.
En general se deja poca propina y no tiene relación con lo consumido como en nuestro país que se habitúa el 10%.
No pueden dejar de probar las deliciosas Natillas de Belén, del cual ya les hablaré en otra de nuestras entregas. Son un clásico de la repostería portuguesa, se venden en casi todas las panaderías o restaurantes, pero no todas son buenas. Es una suerte de masa hojaldrada con una crema quemada en la superficie, realmente deliciosa. Cuando vean en algunos comercios una interesante cola de comensales dispuestos a comprar alguna natilla, es que bien vale la pena esperar para degustarlos.
Lisboa sin dudas me sorprendió por su excelente gastronomía. Es tanta la oferta culinaria, que los días en los que estuve no me dieron para completar la experiencia y sin dudas volveré encantada cuando el tiempo me lo permita. En una próxima entrega, les contaré de cuatro lugares que me impactaron y que no deberían dejar de ir si tienen en mente visitar Lisboa.