VIAJAR PARA CONOCER
CONOCER PARA COMPRENDER
COMPRENDER PARA VALORAR
Hola amigos de Delicatessen.
Esta es mi forma de viajar: siempre con el espíritu abierto, dejándome guiar por la intuición y abierto el olfato para percibir los indicios o señales que puedan venir del paisaje o de la gente que uno va encontrando en el camino. En lo posible sin tours organizados ni guías estereotipados que nos lleven de la mano para sacar fotos o comprar souvenirs.
Pese a ello nunca imaginé, en un viaje por Medio Oriente, que iba a participar de una experiencia cultural tan curiosa como la que tuve oportunidad de vivir en una galería de la ciudad de Dubai. Y de la sorpresa del momento al asombro que experimenté al regreso del viaje y profundizar en el tema.
Que los lectores juzguen y comenten por sí mismos.
Llegamos a Dubai, un milagro de cemento en el desierto arábigo, desde el vecino sultanato de Omán en un taxi conducido por un simpático joven, atravesando carreteras de cuatro carriles y variedad de autos de lujo. De seguro que nos cruzamos con varios Ferraris entre Mercedes y Jaguares de modelos tan exclusivos como los que se ven en las revistas especializadas de automovilismo. Nos hospedamos en un hotel de 60 pisos de altura con la suerte de que nos tocara una habitación con excelente vista, paisaje que no daban ganas de dejar por cuanto salir a la calle suponía el enfrentamiento con una temperatura de más de 40 grados a la sombra. Y al mediodía más de 47º al punto que se empañaban los vidrios de los lentes. El mes de agosto era pleno verano en los Emiratos mientras que el invierno representa la estación ideal, con un promedio de 25 grados en los días más fríos.
Pero igualmente salimos a caminar, que el viajero debe estar pronto para enfrentar frios y calores con tal de conocer gentes y lugares. Experiencia que nos permitió comprender, entonces, el porqué de las largas vestimentas que usan hombres y mujeres desde tiempos inmemoriales. Son gente del desierto, con calores y soles excesivos, que necesitan de protección contra los rayos abrasadores que campean sobre un cielo perennemente azul. Haced la prueba, si no lo creéis, de ver cómo una larga vestimenta es la forma natural de mantener la temperatura.
De la calle nos metimos en el Metro, elevado, silencioso y eficiente como un Rolex, una maravilla de pulcritud y puntualidad diseñada por ingenieros japoneses. Claro que, como todo tiene su contrapartida, pasamos frío dentro del vagón por el aire acondicionado a todo volumen.
Nos dirigimos a la parte antigua (década del 40 ó 50), entramado de tiendas y bazares, supermercados modernos y el tradicional Mercado del Oro, que bien ameritará un nuevo capítulo en Delicatessen.uy. Debíamos hacer una reclamación en los pasajes de la compañía aérea por lo que nos dirigimos a sus oficinas, en una galería frente al mercado. Un lugar tranquilo, con poca gente al mediodía, de oficinas y tiendas discretas, una sastrería para hombres y contra el fondo un local que despertó mi atención por lo sobrio. Un frente recubierto de madera oscura y el interior sabiamente iluminado con luces cálidas, por medio de las cuales se dejaban ver jarrones y tapices protegidos solamente por el vidrio. Me acerqué con la curiosidad propia de la sorpresa porque en la otra ventana llamaban la atención hileras de libros y grabados antiguos. Y al costado de la entrada un letrero en caracteres dorados con la siguiente leyenda “SIKANDER MUSEUM L.L.C.”
Con mi ñata contra el vidrio, al instante un señor elegante y canoso me abrió la puerta esbozando una sonrisa de bienvenida: “Welcome, please, come in”. Entre su perfecto inglés y el mío de viajero elemental pudimos entendernos. Me fue mostrando y explicando el porqué y las características de las piezas exhibidas. Una colección de libros sagrados ocupaba buena parte del salón, sorprendentemente grande: varias Torás, Biblias y Coranes dispuestos en sectores, tan separados como las religiones que representaban. También libros sagrados de la India, los Upanishads, en el otro extremo. Versiones gigantes del Corán y de la Biblia y una versión liliputense de la Torá en un estuche dorado que daría envidia a más de un rabino ortodoxo. Libros raros, primeras ediciones en lengua árabe, armas de tipo oriental, tapices, mapas y grabados antiguos con escenas salidas de las Mil y Una Noches, carpetas, alfombras de oración y porcelanas de oriente y occidente. Ante mis ojos sorprendidos mi anfitrión pasó revista a alguna de las joyas bibliográficas y abrió las páginas de alguno de los libros más sagrados de la India. Ante mi pregunta accedió a posar para que tomara algunas fotos que quiero mostrarles para subrayar mis palabras y compartir mi asombro.
Al final de la entrevista, breves referencias sobre el Uruguay mediante, intercambiamos tarjetas. Punto final de una conversación que me dejó pensando. Había descubierto un oasis cultural en un mundo que oscila entre la vida del desierto y un modernismo a ultranza, reciente y no todavía del todo asimilado.
De regreso a Montevideo tuve un nuevo placer, casi tan grande como el del viaje: revisar, ordenar y archivar los folletos, pasajes, entradas y en especial las tarjetas de presentación y comerciales recogidas de tanto intercambio por mundos distintos. Una gran experiencia de gentes y lugares.
De pronto volvió a llamar mi atención la tarjeta que me entregó el director del Museo porque sus datos no daban cuenta de sus virtudes museísticas sino de sus empresas comerciales:
“SIKANDER HAMEED KHAN” Chairman del ABO Group, resultando al dorso una larga lista de actividades como Facilities Management, empresa constructora, Diseño de proyectos, comercio en general y Sikander Antiques.
El consultor Google colaboró con mis investigaciones ayudádome a descubrir la personalidad del empresario y coleccionista que había posado para mi humilde cámara. Se trataba de un apasionado coleccionista de arte y artefactos instalado en Dubái, Emiratos Árabes Unidos, desde hace más de cuatro décadas. Que junto a sus colecciones de arte ha triunfado en rubros tan dispares como la la construcción y el funcionamiento de grandes empresas comerciales.
Ha ejecutado con éxito numerosas empresas expansivas (tanto en tamaño como en valor) en diversos ámbitos, como construcción y contratación, gestión de instalaciones, suministros hoteleros, importación / exportación de textiles, suministros hospitalarios y equipamiento hospitalario, medios y publicidad, aviación, productos básicos y Comercio general, fabricación de muebles exóticos y Servicios de atención médica.
Al mismo tiempo su pasión de coleccionista, con visos de investigador, su celo por la colección de arte y artefactos ha tomado la forma de un Museo integral, equipado como Casa de Subastas de Antigüedades de Artefactos Auténticos, Sala de Subastas, Exposición Industrial Permanente, Museo de Cera, Museo de Antigüedades y una Galería de Arte.
El Museo Sikanders, ubicado en Mankhool Road, Dubai tiene la colección más sorprendente de libros sagrados del Medio Oriente, incluyendo Qurans, Biblia y Torá, Piedras Preciosas, Joyería Preciosa, Pinturas Antiguas, Cerámica Antigua y Esculturas, Estatuas, Monedas Antiguas y Sellos, Plumas y relojes antiguos, muebles antiguos, cuentas de oración (Tasbeeh), pieles de animales, cámaras antiguas e instrumentos de música, espadas antiguas, armas y dagas.
Esta inmaculada colección es el resultado de la intensa pasión del Sr. Sikander Hameed Khan y los 40 años de arduo esfuerzo para recolectar y preservar la forma extraordinaria de arte, artefactos y escrituras de todo el mundo y de todas las épocas y civilizaciones históricas.
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