Redes, anonimato e impunidad | Alva Sueiras

El pasado lunes 23 de enero la noticia cayó como un jarro de agua fría. Bimba, la polifacética «torera sin capote de la familia Dominguín Bosé»(*), fallecía a sus 41 años tras una valiente batalla contra un cáncer irreversible. Bimba Bosé fue una modelo que rompió los moldes estéticos con su look andrógino. Musa y eterna amiga del diseñador David Delfín, desfiló, entre otros grandes de la pasarela, para Lagerfeld, Gaultier, Prada y Galliano, siendo portada del Vogue y Harper´s Bazaar entre otras publicaciones de moda. Debutó como cantante con Rafa Sánchez de «La Unión» en 1994 y algo más de una década después, tuvo gran éxito junto a su tío Miguel Bosé con el tema «Como un loco» incluido en el álbum «Papito» del célebre artista. Hace diez años se embarcó en un proyecto propio, formando el grupo «The Cabriolets».

Bimba y Miguel Bosé (Imagen: Pinterest Migeul Bosé)

Modelo, cantante, dj y actriz. No había reto artístico por el que pasase sin dejar la huella de su pisada decidida, firme y valiente. El mundo del espectáculo y la cultura quedó afligido por una pérdida desmesuradamente temprana. El dolor no tardó en hacerse oír a través de las redes en cuanto la noticia del fallecimiento salió a la luz, empezando por Miguel Bosé que twitteó «Buen viaje Bimba, mi cómplice, mi compañera, mi amor, mi hija querida. Guíame». Entre múltiples despedidas y muestras de cariño, sorprendieron crueles insultos, agresiones y vejaciones de algunos usuarios anónimos, como @el_vyper que tildó de «maricón» a Miguel y de «ramera» a Bimba, consultando sobre el lugar dónde tenían previsto enterrarla, o el irreproducible por grosero, soez y aberrante tweet de @flacidx, posteriormente eliminado, que hacía mención al pecho amputado de la artista, insultándola duramente y agregando comentarios necrófilos. Ni que hablar del más que desafortunado comentario del periodista Antonio Burgos:»¿Buen viaje a dónde? Vaya con el laicismo de la moda del donde quiera que esté…». ¿Qué tipo de ser humano hace un comentario tan desubicado ante las manifestación de dolor por una pérdida irreparable?

Te podrá gustar más o menos el trabajo de ambos artistas, podrás empatizar o no con ellos, te podrán caer mejor o peor; pero de ahí a la descalificación, el insulto, el atropello y la agresión, hay un trecho. Si bien las redes han generado un universo de nuevas opciones y herramientas que permiten una interconexión instantánea y sin fronteras, impensable hace unas décadas, nos expone ante un escaparate susceptible de ser apedreado desde la invisibilidad.

Rocío de Roselló, abogada asociada Responsable del Departamento de Nuevas Tecnologías, Información y Comunicación en CR Consultores Legales, asegura en el escrito «El uso de redes sociales para las descalificaciones y amenazas» que «algunos escudándose en el anonimato que aparentemente ofrece la Red, se acogen a la libertad de expresión para emitir sus opiniones, que muchas veces van más allá de una simple crítica utilizando expresiones o frases ofensivas, pensando que sus comentarios van a resultar impunes, y creen erróneamente que en la Red todo vale». Efectivamente, la libertad de expresión tiene sus límites cuando hablamos del respeto a la imagen, el honor y la intimidad. Dichos límites quedan regulados por las condiciones de uso de la red y esta a su vez, por las leyes vigentes del país en cuestión. Lamentablemente, los perfiles anónimos de vida frugal no son siempre tan fáciles de rastrear, especialmente, si traspasan las fronteras nacionales.

Miguel Riano, redactor de El Independiente, hace referencia es su publicación del sábado 26 de noviembre de 2016 al experimento social generado a través del programa televisivo El rival más débil. Según los investigadores británicos «el estudio revela que la gente es menos propensa a expulsar a los concursantes situados a su lado y suele elegir como blanco a otros que se encuentran más lejos», fenómeno conocido como «evitación del vecino». Riano hace un paralelismo con el comportamiento en redes sociales, donde «el anonimato y la distancia física provocan una reducción de la empatía y la sensación de peligro, propiciando un contexto en el que nos sentimos seguros para decir cualquier cosa sin temer por nuestra integridad».

Casi todos los usuarios de redes, hemos sido en algún momento víctimas, en mayor o menor medida, de comentarios desubicados, soeces e hirientes que apuntan a la descalificación y la lesión personal. En no pocas ocasiones, comentarios de personas que no nos conocen ni se han molestado en mirar más allá del titular. La realidad es que muchos de estos provocadores, serían incapaces de expresarse con los mismos atributos, si tuvieran al «adversario» en vivo, frente a frente.

Si bien las herramientas sociales nos ofrecen oportunidades inagotables de generar sinergias, intercambios y comunicaciones, son un caldo de cultivo para la radicalización y reproducción del odio. Según el ranking de redes sociales elaborado por el centro Simon Wiesenthal en términos de difusión de terrorismo y odio, Twitter y Youtube tienen muy deficientes calificaciones en la prevención del odio. El quid está precisamente en esa ánima aversión irracional, punzante, caprichosa e infantil, expuesta en el escaparate de las redes, con su capacidad multiplicadora, acompañada por una frecuente impunidad.

¿Qué podemos hacer ante estos atentados al honor y el respeto? Me temo que nuestra única baza, siendo usuarios de redes, radica en denunciar, a través de la red en cuestión y a través de los juzgados, si el caso lo amerita. Podemos protegernos poniendo límites a nuestros círculos de interactuación en el caso de Facebook, pero en caso de ser usuarios de Twitter, la exposición es exponencialmente mayor. Como hemos visto en el caso inicial, una inocente, emotiva y afectuosa despedida puede convertirse en una pesadilla de insultos y descalificaciones, que lamentablemente cobran protagonismo entre la multitud de muestras de afecto.

Las redes y la invisible película protectora que sentimos ante nuestras pantallas, disminuyen nuestra capacidad empática. Tal vez el manejo responsable de la redes debiera incluirse como contenido obligado en liceos, tal vez el ejemplo en las prácticas responsables pueda tener un notable efecto reproductor. Redes sí, pero con tacto y tiento, control, medida y ante los abusos, fiscalización.

Buen viaje @BimbaSecas y todas las fuerzas para ver más allá de este accidente irracional @BoseOfficial.

(*) Paloma Barrientos, Vanitatis.