En los dos últimos años planificando destinos para incursionar en las anheladas vacaciones, nos encontramos, por instinto de conservación, sorteando en la medida de lo factible, destinos y aeropuertos demasiado emblemáticos y potencialmente sensibles. Hemos evitado París, Berlín y Londres en ese ejercicio cauto del “por si acaso”. Estaríamos faltando a la verdad si nos mostráramos carentes de reservas.
Conversando sobre este tema con otros turistas el pasado julio en Funchal, descubrimos que muchos otros habían reorientado su decisión de destino, evitando también focos sensibles y posibles objetivos del complejo neo-terrorismo que sesga, amedrenta y amenaza el bienestar y la libertad de aquellas comunidades a las que señala.
Nos genera cierto pudor enfrentar una actividad comercial (turismo), a una actividad fatal (terrorismo), concentrándonos en analizar las tendencias, haciendo a un lado el dolor y el desconsuelo de las irreparables pérdidas. No obstante, nos pareció un tema lo suficientemente relevante, como para reflexionar sobre él, profundizando en las consecuencias que ejerce en el mapamundi turístico y dialogando con distintos actores del sector y áreas vinculadas.
Estudios recientes
En un interesante estudio denominado “El impacto del terrorismo internacional en la industria del turismo: balance y perspectivas del Mediterráneo”, de Pablo Moral Martín para el Instituto Español de Estudios Estratégicos, Moral referencia a Peter Tarlow afirmando que “El carácter competitivo, volátil y esencialmente potestativo del turismo internacional hace que este sector sea especialmente vulnerable a los actos de terror en el área, país o región dónde estos se produzcan. A un atentado suele sucederle una huida generalizada de turistas, de la que tienden a beneficiarse indirectamente otros destinos y actores turísticos que pueden ser percibimos como más convenientes y seguros durante un periodo de tiempo. Con ello, se pone de manifiesto el carácter relativo de la seguridad, que acaba reduciéndose a una cuestión de percepciones. Sentirse seguro, no tiene que significar estar realmente seguro. Y aunque en multitud de ocasiones se correspondan, la seguridad percibida suele primar ante la seguridad real a la hora de elegir destinos turísticos”.
Atendiendo a los datos de la Organización Mundial del Turismo, la cuenca mediterránea es la región que más turismo concentra a escala global. Analizando los casos de Egipto, Turquía, Túnez y Marruecos, que refleja el estudio de Moral, comprobamos cómo la oleada de atentados en entornos turísticos ha resultado en una caída masiva de reservas, pérdidas millonarias, un sensible declive del PIB y la retirada de las compañías de cruceros, en un ejercicio de prudencia y seguridad.
Analizando el turismo de la Europa Continental, según datos de BBC Mundo, las cifras turísticas de Francia (primer país del mundo en recepción de turistas) han caído abruptamente tras la sucesión de ataques terroristas sufridos desde que, en enero de 2015, se atacara la redacción de la revista satírica Charlie Hebdo. En el primer semestre del año, la pérdida de turistas extranjeros cayó un 7% y las pérdidas calculadas para el destino de París ascendieron a 800 millones de dólares. Tras los atentados de Niza, las reservas de vuelos desde EEUU bajaron un 19% y la solicitud de visados de la embajada de Pekín descendió en un 15%.
En paralelo a las cifras de Francia, España bate este año cifras récords en la recepción de turistas internacionales, recibiendo 12 pasajeros por segundo en sus aeropuertos. Según los datos de Turespaña publicados por El Mundo, España recibió 50,8 millones de turistas hasta el mes de junio (un 6,3% más que en 2015), y prevé recibir un total de 74 millones de turistas en el presente año, aumentando el PIB ligado al turismo en un 4,4%.
Mapamundi turístico
Los datos y estadísticas globales reflejan que el flujo de viajeros sigue creciendo exponencialmente cada año. Roberto Bennet, experto en turismo internacional, afirma que “el turista no quiere violencia ni problemas”, alineada a lo cual, Liliam Kechichian, Ministra de Turismo del Uruguay, nos comenta que “la vida demuestra que el turista en su viaje quiere paz y armonía […]”.
Remo Monzeglio, experto internacional en management hotelero, en declaraciones a Delicatessen.uy, nos habla de su última visita a Turquía, “estuve hace cinco meses, fui por dos semanas y me quedé cuatro días, con mucha aprehensión”. El turista no está dispuesto a perder su condición de tal, no obstante, reorienta su decisión de destino en base a un criterio de conservación fundamental: la seguridad.
El mapamundi de destinos fluctúa en base a las tendencias de los viajeros y para algunos países, la caída turística de otros, puede suponer una oportunidad coyuntural. Según Bennet “El nuevo destino tiene la oportunidad de impresionar más y mejor al turista, que obviamente estará comparando. Si lo logra, creará fidelidad y eso puede cambiar los hábitos y gustos del viajero en el futuro”.
Susana Mangana, experta española en el mundo árabe, nos recuerda que “así como en las playas de Croacia, Túnez o Turquía, comenzaron a ser atractivas cuando España dejó de ser un destino turístico típico para veraneantes que buscaban sol y playa a precios baratos, ahora la situación de inestabilidad que se vive en buena parte del Magreb en el Mediterráneo […] puede potenciar otros destinos, por ejemplo en América Latina y Asia”.
Monzeglio nos recuerda que “Uruguay fue un país “vedado” en los 70´s por la seguidilla de atentados terroristas. Costó años revertir esa imagen y la creación del Ministerio de Turismo en 1987 fue la plataforma para la recuperación turística del país”. La reflexión de Remo, pone en relieve el arduo ejercicio que los países víctimas de atentados terroristas, tienen que llevar a cabo para recuperar su imagen como destino a nivel internacional, revirtiendo la situación hasta conseguir que el turista vuelva a confiar en el destino y en sus condiciones de seguridad.
¿Advertir o no advertir? El papel de los Ministerios
Ministerios de Turismo y de Asuntos Exteriores, así como Agencias de Viajes, tanto de países emisores como receptores de turismo, juegan un importante papel en lo referido a la comunicación preventiva. En consultas sobre el rol de los Ministerios en materia de advertencias, Kechichian declara que “sabemos que hay países que tienen esa política de listas de países a donde no viajar. Uruguay no la tiene y en un mundo globalizado hay suficiente información como para que el turista decida por sí solo”. Opuestamente, Monzeglio considera que “en países donde, por sus antecedentes recientes y por su realidad política y social, es inminente que ocurran atentados, definitivamente tiene que haber una comunicación preventiva. En Estados Unidos es una práctica frecuente, hay una especie de boletín donde se advierten sobre los temas más elementales de seguridad en el extranjero”. Bennet afirma que “los gobiernos deben cuidar de sus ciudadanos, dentro y fuera de sus fronteras, como lo hacen gobiernos de otros países, los EE.UU., Francia, Holanda o Inglaterra, por ejemplo”. Susana Mangana asevera que “en ocasiones es el Ministerio y en otras la propia embajada de la República Oriental del Uruguay en algún destino que pasa a ser de relativo o alto riesgo, se efectúan este tipo de comunicados para advertir a posibles viajeros de los riesgos”.
De raíz entendemos el Turismo como una actividad que genera una oportunidad de intercambio y mutuo entendimiento, una actividad que por principio, podría ayudar a una mejor comprensión del otro. Tal y como plantea Mangana, “el turismo es una de las vías por las que se puede apoyar planes de cooperación Norte-Sur, pero también Sur-Sur, así como la transferencia de conocimiento y buenas prácticas”. Ante los ataques terroristas y las posibles soluciones a plantear desde el sector turístico, Monzeglio considera que “las mentes de ciertos individuos son indescifrables” pasando a preguntarse “¿cómo se podría hacerles entender (a aquellos que atentan contra los destinos) que el turismo es definitivamente, la industria de la paz?”.
Si bien la globalización ha socializado la industria del viajar, permitiendo una interconexión impensable hace décadas, ha internacionalizado, paralelamente, problemas severos de soluciones complejas, aún por encontrar.
Ilustración de Ana Juan, portada del New Yorker en homenaje al ataque a la redacción de Charlie Hebdo en enero de 2015