“Cada arroyo tiene su fuente”
“Cada hombre deja sus huellas”
Proverbios africanos
Me llevaron a la casa del músico Youssou N’Dour porque daba un concierto en su sótano, convertido en discoteca. Quedé impactado por la maravilla de su música, pura fuerza y ritmo. Tuve la sensación, muy recurrente en África de estar en el origen, en la raíz de toda la música que había escuchado en mi vida. También tuve, por primera vez, la sensación de estar encerrado en un lugar donde el único distinto era yo. Ser el blanco de todas las miradas (nunca mejor dicho). Ser el diferente. Escuchar comentarios a tu paso (a veces en francés, pero comentarios al fin). Uno me dijo algo que no entendí, mi traductor explicó que me recriminó algo, por blanco. Fue un pequeño acto de racismo. Un breve equilibrio frente a tantos que hemos hecho nosotros. Me dijo que si tanto me gustaba África que me quedara y él se iba a mi país. Ojalá todo fuera tan sencillo como me lo planteaba ese muchacho enfadado. Lo imaginé en Uruguay preguntándose si eso era Europa. Allí estábamos los dos, viviendo en un sitio que nos era extraño. “Barcelona o muerte” dicen algunos grafitis en Dakar
Por suerte el concierto era tan potente que al poco rato todos bailábamos (en verdad, ellos bailaban). Incluso la música moderna se baila con movimientos tradicionales. El Sabar y el Mandinga son danzas étnicas que con saltos, movimientos pélvicos y flexiones de piernas y brazos (disculpen lo impreciso de la descripción, pero la otra opción era escribir “indescriptible”), resultan imposibles para los extranjeros. No tienen, a pesar del origen en la percusión, ni una sola reminiscencia del candombe. Por lo que me dediqué a mirar y disfrutar la habilidad de un grupo en vivir una fiesta colectiva. Me di cuenta que desde que llegué había escuchado música.
Además del Sabar, hay otros géneros musicales son la “wango” y las “nguel”. Es común ver a la gente reunida en torno a los “griots” (portadores de la tradición), danzando.
La música de Senegal se basa más que nada en la percusión, por los que los tambores son los grandes protagonistas de los ritmos senegaleses. Entre los diferentes tipos de tambores se destacan el neunde, el jembe, el tiol, el riti y el calabash. Otro instrumento muy común es el “balafons”, un xilófono. También se ve con frecuencia a músicos tocando la kora, una especie de laúd.
Además de la música tradicional se escucha mucha canción urbana, es especial Hip Hop.
No me extrañó que Peter Gabriel quisiera tocar con Youssou N’Dour (al que muchos conocemos por “Seven seconds”). Evoqué una sensación recurrente: allí está la raíz de todo los fenómenos artísticos que conocemos.
En la Isla de Goreé suelen estar expuestas las obras de varios pintores, también es frecuente ver galeristas, así como artistas plásticos consagrados que buscan inspiración en esas calles.
Se ven cuadros similares en la Isla de los esclavos que en el Museo Picasso de Málaga, no creo que sea pura casualidad.
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