Un oriental en África occidental (5) | Joaquín DHoldan

“Una familia unida come del mismo plato”
Proverbio africano

El hombre que trabajaba conmigo dijo “Tengo que comer”. Estábamos lejos de casa, fue a una puerta cualquiera y nos hicieron pasar, nos sirvieron un plato. Me alcanzaron una vieja cuchara. Me alivió, lo que más me costaba era comer con la mano. Creo que no soy el único “toubab” con ese problema, por eso en muchas casas hay algún cubierto. Tengo el problema adicional de ser ambidiestro. La primera vez que lo intenté mi compañero me dijo al oído: “Con la izquierda no”. Me quedé quieto con el puñadito de comida en la mano. “Con esa mano uno se limpia cuando va al baño”. Luego de la pausa dramática entendí muchas cosas, incluso el tarro y la palangana en los servicios. Ser ambidiestro tiene esas cosas, ante la duda prefería pedir un cubierto cada vez que me sentaba a la mesa.

A nuestro lado, el resto de la familia comía en un enorme círculo. Nos preguntaron si queríamos dormir, pero seguimos el viaje. Le pregunté a mi compañero como sabía que esa gente tendría comida para darnos. Él sonrió: “Se llama Teranga”. La hospitalidad senegalesa tiene nombre propio. Cuando una familia prepara comida hace alguna porción de más por si llega alguien, y siempre hay un colchón preparado. Así de sencillo, así de hermoso.

Es inevitable soñar con trasladar una costumbre de ese tipo a nuestro entorno. ¿Por qué lo vemos imposible? Un puñadito más de arroz, un pedacito más de pescado, alguna verdura. Quizás privarse del exceso para permitirse el lujo de compartir.

Comer de un mismo plato también es un ejercicio de educación. Respetar la parte que te toca. Cocinar sin tiempo, sin prisas y en cantidades suficientes para todos.

Cada animal involucrado en la comida es un ser valioso. La abundancia es convidar. En ese gesto está la riqueza. Es el concepto contrario a los platos mínimos, exclusivos e inaccesibles. Cocinados contra reloj, desperdiciando alimento, engañando al ojo.

La comida es deliciosa. La presentación, lejos del diseño, es práctica para ser disfrutada entre todos. El arroz es picante para que llene más, pero las especias te recuerdan que estás vivo y, como dicen en Andalucía, huele que alimenta. Es comida de verdad, cocinada por un grupo que sabe el valor de cada cosa y la bendición que significa cada bocado.

Grandes “chefs” viajan hasta allí a copiar ideas, pero se van desconcertados. El secreto no está en las ollas, ni en los fogones. Lo sabroso es comer acompañados.

 

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Joaquín DHoldan (Montevideo,1969) es escritor y dramaturgo. Está radicado en Sevilla. Es odontólogo. Fue guionista de carnaval, de radio y televisión. Como dramaturgo ha estrenado varias obras en Uruguay, España, México, Puerto Rico y Argentina. Tiene publicadas las novelas El murguista muerto, Neovampiro, Cruzar la muralla, Héroes rotos, Estuario y Cómo desactivar a un hombre bomba, así como los libros de cuentos La cita y otros artículos para dentistas e Historias desde el viento. Es columnista de música, fútbol y literatura; además colabora con las revistas culturales Maasåi y Vísperas. En sus ratos libres conduce los programas radiofónicos Diálogos comanches (Neo FM) y Música oriental, con el que difunde la cultura uruguaya en España. Twitter @joadoldan

 

Fotos: Joaquín DHoldan