
I
Las experiencias que vivimos en la infancia marcan fuertemente nuestra vida y quizás por eso volvemos a ella con frecuencia. Esta nota es en cierto aspecto un viaje a la infancia y también la crónica de otro viaje, de carácter transoceánico. Evoco así a Ibero Gutiérrez y revisito su obra junto con Mirjana Andrić, cada una realizando su propio trayecto cuyo punto de encuentro es la poesía.
Los pocos momentos que compartí con Ibero a mis diez años, quedaron profundamente grabados en la memoria. Nuestros encuentros se dieron en el ámbito doméstico: la casa de sus padres, la de mis abuelos o el pequeño apartamento al que se instaló luego de su casamiento con mi tía. Allí vivió unos pocos meses, de allí lo secuestraron para torturarlo hasta llevarlo a una muerte cruel y salvaje de la manera como suelen actuar los escuadrones de la muerte: impunemente.
La profunda impresión que recibí tanto de nuestros breves diálogos como de su trágica muerte fueron experiencias reveladoras de las profundidades insondables de la vida y del arte. Como niña, me sentí conmovida al subir hacia su “cuarto-taller” mientras miraba sus cuadros, algunos de vivos colores, otros con la técnica del collage en los que veía imágenes de la contemporaneidad confrontadas con algún cristo en los que predominaban el negro y el rojo. También visité a la pareja en su casa. Entré a su mundo de cuadros, libros y fotografías. Conversé algunas veces mano a mano con un joven artista y militante gremial que trataba a una niña como a su igual; es decir, como un ser capaz de emocionarse, de entender, de sentirse libre y estar atenta al acontecer del mundo. Así compartimos algunas charlas lentas sobre nuestras circunstancias. Luego, su muerte.
La biblioteca que tenían junto con Olga en su apartamento quedó en la casa de mis abuelos. A ella accedí con once años de manera privilegiada y durante la dictadura leí todo lo que encontré en ella: Carpentier, Cortázar, Sartre, Ionesco, Kafka, Mc Luhan, Duras, Lewis, Sartre, Rimbaud, Marx, Engels, Fromm, Joyce, Miller, Nietzsche, Bretón, Leduc, Faulkner, Marcuse, Read, Kandinsky. Allí también había obras de referencia como la “Historia de la Filosofía” de Julián Marías o “La historia social de la literatura y el arte” de Hauser, entre otras. Ante mí apareció un universo deslumbrante que abordé vorazmente a partir de mis once años sin guía ni criterio. Esa biblioteca sufrió algún saqueo en “allanamientos” posteriores a la muerte de Ibero y el exilio de Olga. A pesar de esto, afortunadamente tuvo otros lectores y Olga la visitaba cada vez que volvía a Uruguay. Recuerdo que en cierta oportunidad algunos libros pasaron a manos de los padres de Ibero, el teatro completo de Ionesco, el teatro de Sartre y la colección Pinacoteca de los genios, entre otros. En ese sentido, puede decirse que la biblioteca estuvo en movimiento, viva. Contenía un armario con varias puertas y cajones donde había carpetas con recortes de diarios referidos a la guerra de Vietnam, manuscritos, una antigua cámara “cajón” -probablemente Kodak-. En la pared, mis abuelos habían dispuesto un retrato “psicodélico” que le hiciera Ibero a Olga -que yo asociaba a “Lucy en el cielo con diamantes”- y una ya icónica foto del joven poeta en blanco y negro. Así se constituyó una especie de altar doméstico; de esa manera los ausentes nunca fueron olvidados. Transcurrieron casi cuarenta años hasta que su viuda decidió donarla al Museo de la Memoria.
Ha pasado mucho tiempo después de aquel 28 de febrero en el que tras horas de espera supimos el doloroso final. He sobrepasado a Ibero en varias décadas, llegué a una edad que él ni siquiera pudo vislumbrar y soy testigo del retorno periódico de su palabra.
Por el trabajo de recopilación y análisis crítico de Bravo, Benedetti, Oreggioni, Dopico, Blixen, la literatura de Ibero hoy nos sigue acompañando con la vitalidad y frescura de su juventud. Entre los libros que se publicaron póstumamente, se encuentra “Obra junta” (2009 Editorial Estuario). El libro, hoy agotado, contiene también una cronología, una clasificación y cuadro sinóptico de la obra (inédita) 1966-1972, investigación realizada por Bravo junto con Laura Oreggioni entre 1986 y 1991.
II
“Obra junta” llegó a Serbia de manera casual, como regalo de una viajera que pasó por Montevideo amiga de Nenad Glišić quien luego sería el editor del libro “Autoportret” (“Autorretrato”) de Ibero Gutiérrez. La presentación se realizó el 24 de febrero pasado. (Video aquí ).
Los poemas fueron seleccionados y traducidos por Mirjana Andrić (1986), filóloga, poeta y traductora, integrante del Taller Literario SKC Kragujevac (Centro Estudiantil de Kragujevac). Es la primera edición independiente de la poesía de Ibero Gutiérrez fuera del ámbito hispanohablante. Esta traducción fue posible también por el contacto que, a través de Estuario, tuvo Andrić con Luis Bravo quien le facilitó la tarea de investigación que toda traducción requiere aportándole bibliografía y orientación.
“Autoportret” contiene cincuenta y dos poemas: cuarenta y siete fueron tomados de “Obra junta” (Estuario) y siete de la Plaquette artesanal que el Movimiento 26 de marzo publicó poco después de la muerte de Ibero.
En diálogo con Mirjana Andrić pudimos saber qué la motivó a traducir a Ibero Gutiérrez, cuáles fueron los desafíos de la traducción y finalmente porqué considera oportuna la publicación de este poeta en su contexto actual.
A nuestras preguntas, Andrić respondió: “…en Ibero se encarnan el espíritu de una generación juvenil y su contracultura: su visión del apocalipsis cibernético, su tendencia antiimperialista, su credo filosófico con una percepción original del mundo y también todas las contradicciones del siglo XX presentes aún hoy en cuanto a desigualdad, injusticia, ignorancia”.
Andrić dice haberse sentido capturada por la necesidad que percibió en Ibero de cambiar el mundo a través de las palabras. Palabras unas veces amorosas y revolucionarias; otras, irónicas y críticas. Le resultó fascinante, dice, su creencia de que somos capaces de avanzar como sociedad con emancipación, desarrollo personal y educación, así como la idea de «hombre nuevo» tan lejana para los veinteañeros de hoy. También señaló: “A pesar de las décadas transcurridas, la escritura de Ibero permanece muy fresca porque el mundo no ha cambiado para mejor. Todavía vivimos «sin conciencia de nada», en «mundos contiguos», nuestro «prójimo» es nuestro «léjimo» aún pero Ibero Gutiérrez logra conectarnos con sus poemas y su compromiso político”.
En cuanto a la traducción reconoce que quizás lo más importante y desafiante fue captar el contexto histórico lo que requirió un trabajo previo de investigación. Tiene presente que en la traducción hay que atrapar todas las imágenes que el autor crea y entonces dibujar algo lo más cercano posible al original: “Las posibilidades expresivas del lenguaje son diferentes en idiomas distintos y hay que destacar que no es posible siempre apegarse al significado literal sino tratar de reflejar esas imágenes de una manera fiel. Me propuse ser fiel a las imágenes y no a las palabras. El/la traductor/a “danza” con las palabras antes de elegir la más adecuada tanto semántica como melódicamente. Cada idioma tiene su musicalidad dada por la naturaleza “per se” y por el desarrollo etimológico de las palabras. La tarea importante es no fallar al transmitir el tono de las palabras y la melodía del poema para evocar su emoción”.
A modo de ejemplo señala que en el poema “Estás caído” (Pao si) Ibero juega con la percepción del lector potencial usando el verbo caer que puede significar ”caer muerto, morir en defensa o de una causa” o “perder el equilibrio, dormir, hacer una siesta”. En serbio el verbo ”pasti” también tiene las dos connotaciones pero si no fuera el caso nos dice, hubiera tenido que buscar otro verbo para provocar esa doble imagen del primer verso. Ese poema está fuertemente vinculado con la estética de Rimbaud como ya ha señalado Blixen y este aspecto también fue atendido por Andrić.
Estás caído
bajo unos eucaliptus
con las palmas de las manos
abiertas
mirando para arriba.
Estás tendido en la hierba
y un poco de sombra
se acompasa
con un poco de sol
a medias, entibiándote la cara:
la tarde calurosa de octubre
se pone de pie
y te descubre.
Un poco más allá
—tal vez no lo alcances a ver—
un tronco retorcido, grueso
sugiere un cielo
con el subir frondoso
y el canto de las aves.
Estás pues, allí, dormido
con las 24 primaveras
y la boca semiabierta.
el traje oscuro
el cabello confundido con el pasto;
estás, sí
allí
y el eucaliptus, como el mundo
por la muda expectativa
y la mirada incierta
compartiendo el sol y la sombra
de un vasto escenario
poblado de escuelas y silencios
(los silencios de las tardes calurosas
de octubre entre las chacras
y el incesante decir de las cigarras
más el aire infectado de luz
y caminos de tierra, sin final
siempre recorridos, sin apuro).
Finalmente, Andrić compartió con nosotros las razones por las que para ella es importante dar a conocer a Ibero Gutiérrez hoy en Serbia: “En los Balcanes tuvimos un pasado difícil después de la disolución de Yugoslavia. A través de la poesía de Ibero Gutiérrez quería evocar que existieron tiempos mejores y que es posible tenerlos si nos unimos, si nos importa nuestro prójimo-léjimo tanto como le importaba a él. Ibero Gutiérrez es memoria pero no está presente solo en Uruguay. Estamos conectados por lazos poéticos, artísticos, políticos, lazos de seres humanos”. Esto nos hace pensar en la universalidad de una poesía que situada en un tiempo histórico interpela con potencia el presente.
A continuación uno de sus poemas en español y serbio:
Si he de morir luchando prefiero
morir luchando pero no
entre grandes edificios
o contra una cuneta desangrado.
Si he de morir luchando prefiero
morir luchando pero
entre montes y helechos
para sentir a modo de exorciso
el aroma de la tierra
y el canto de los grillos.
Ako treba umreti boreći se
radije ću mreti al ne
među zgradama visokim
ili nekom jarku krvareći na smrt.
Ako treba umreti boreći se
radije ću mreti ali
među papratima u gorama
da osetim kako silno kulja
miris zemlje
i zrikavaca poj.
III
La obra de Ibero Gutiérrez fue “protegida” por su familia y entregada a la Biblioteca Nacional. Laura Oreggioni, Alejandra Dopico, Carina Blixen, Luis Bravo han investigado, periodizado y publicado los libros de Ibero Gutiérrez (las primeras publicaciones las realizó Mario Benedetti al poco tiempo del asesinato de Ibero). Hoy podemos acceder a su poesía, su teatro, sus diarios, porque hubo una familia consciente de su valor y la cuidó de la persecución y el saqueo que continuó luego de su muerte.
Al repasar el trabajo crítico veo en espejo aquella biblioteca que encontré en mi infancia articulada en las referencias y relaciones que encuentran los investigadores en la obra de Ibero. Artaud, Ionesco, el Pop Art, el Surrealismo. Carina Blixen lo considera el escritor “paradigmático del 68” dado que en él que se articula el compromiso social y las vanguardias. Luis Bravo, su mayor estudioso, analiza profundamente la dimensión contracultural. Sus investigaciones son un material sumamente valioso para profundizar en la obra de Ibero.
En este movimiento final vuelvo al testimonio para evocar la figura de Ibero padre, profesor de literatura. Recuerdo el profundo conocimiento literario y especialmente de literatura española e iberoamericana, recuerdo sus trabajos críticos sobre Romancero y Lope de Vega. Ambos Iberos, padre e hijo, compartían sus intereses literarios. Estimo que, el carácter metódico del escritor pudo nutrirse de la cantera que suponía el contacto con el trabajo de su padre.
Carina Blixen señala la ausencia de escritores uruguayos -y de españoles agregaría yo- en su biblioteca, esto no le impide con ojo certero conectar la poesía de Ibero Gutiérrez con la de Idea Vilariño. Vale recordar que esa biblioteca fue la de su vida independiente, y en ella se revelan sus intereses más próximos. Pero había otra biblioteca, la de su padre. Sospecho que en esa otra biblioteca también pudo abrevar y quizás haya conexiones literarias que podrían indagarse, probablemente no tan relevantes como las ya estudiadas. Me pregunto si su universo poético dialoga en alguna forma con la poesía de César Vallejo y de Miguel Hernández. Quizás esto sea pura especulación teñida por un recuerdo borroso del padre y del hijo, así son los caminos de la memoria. De lo que sí estoy segura es que queda mucho por descubrir aún del escritor Ibero Gutiérrez y para eso es necesario leerlo.
La editorial Estuario está preparando una nueva edición de “Obra junta”. Luis Bravo nos anuncia que será en nuevo formato y con estudios actualizados. Los lectores tendremos la oportunidad de encontrarnos con la poesía de Ibero Gutiérrez y leerla sin urgencias.
Ennegrezco como una piedra
cada hora que pasa
Soy una nube de tela
una mesa
un barril
una cosa.
No.
Algo peor. Existo ajeno-comprometido.
Soy un ser político, piedra de fuego
caja de Pandora.
Claros en los bosques
nubes de fuego en que se queman sus telas
de cebolla.
Soy una cebolla.
No: algo peor
***
Sigue pasando esta existencia
Vivida en el encierro
Desde las rejas del útero inocente
A las cuatro ruinosas paredes
Manoseadas
Que me aislan de todo
Como en toda mi vida
El silencio se repite
Como un hábito repleto
Casi sin pensarlo
Y sin un llanto
Recupero tu aliento tan distante
Oníricamente sollozando
Las voces del mundo
Son dos pilas de radio
Que se gastan
La luz amarillenta de mi celda
Y el cándido soplar
Del viento ajeno
Contra la pipa trashumante
Que revive la figura impersonal
De un cenicero.
***
En algún lugar de todos estos años
estaba todo estancado y como cercado por cosas
que a veces se estiran hasta estallar en un vaso de cerveza
asistía a un viaje interplanetario entre libros anticonceptivos
en una guerra de nervios con la noche
comiendo esa especie de escapismo en technicolor
a cuatro quilómetros de la interbalnearia preventiva
que se achicaba en una luna con un dedo de plástico portátil
como una ola en auto-stop que nunca para
para mi mente en video tape de manos automáticas
en una digestión de los besos que no había
esta carta aviso que no estaba
sólo pontificaba la vuelta a un mundo devaluado
tecleando las lejanas letras que me salían de tu boca
vigilando el aire que me llegaba de lejos
pegando el alma a un sordo transitor de la crueldad
con todo lo veloz que mi garganta pudo
eternizar el vuelo de los pájaros del invierno
y todo el frío de mi voz.