Hace poco, una chica manifestaba en una red social su desprecio por las ensaladas (con las cuales, en toda honestidad, no parecía haber tenido jamás una relación profunda). Expresó que no estaba dispuesta a “vivir a ensaladitas” (así, en diminutivo, toda peyorativa) para ostentar un “buen cuerpo” en la playa.
El argumento, o la falta de él, me rechinó sobremanera, y no creo que me falten motivos.
Por un lado, sostener que uno debe consumir ensaladas simplemente por cuestiones estéticas es un disparate peligroso.
En Uruguay, se diagnostican cuatro casos de cáncer colorrectal por día, que llevan a una muerte cada ocho horas, siendo el tipo de cáncer más letal del país. Una de las causas indiscutidas de este mal es la alimentación, rica en grasas saturadas (carnes rojas) y pobre en fibras (vegetales). Al uruguayo promedio le cuesta de una manera casi sobrehumana asimilar que un plato sin carnes es un plato válido y, si se es medianamente creativo, delicioso.
Por otro lado, Uruguay presenta altos índices de obesidad infantil, alarmante consecuencia de minimizar la importancia de las “ensaladitas”. Es de absoluta relevancia demoler el mito del “gordito feliz”: la obesidad, al igual que la anorexia y la bulimia, es una enfermedad que, sin excepciones, se traducirá en serios problemas de salud.
En un intento de entender la causa de este desprecio a la “ensaladita”, y ya en un tono mucho más jovial, llegué a la conclusión que la gente que rechaza cualquier mezcla de vegetales y frutas de manera tan tajante, lisa y llanamente no sabe cocinar; creen que una “ensalada” es lechuga iceberg y unas rodajas de tomate. Es la única explicación posible. Me dije, sin humildad, que si la chica en cuestión probase mis “ensaladitas”, probablemente las querría de plato principal el resto de su vida.
¿Y por qué no? Chica anti-ensaladitas, si estás leyendo estas líneas, y de corazón espero que así sea, aquí van las recetas de mis ensaladas favoritas, que serán siempre fuente de fibras y proteínas.
Ensalada de cinco minutos (mi plato favorito cuando el reloj está más tiránico que de costumbre):
– 1 palta
– palmitos
– tomates cherry
– queso emmental o colonia en cubos (la proteína)
– maíz
– aceitunas negras
Condimentos: aceite de oliva, sal, pimienta, hierbas provenzales.
Comensales: dos.
Ensalada de la tía (conocí esta receta a través de mi tía Ana y la adapté)
– 1 ananá
– palmitos
– nueces (¡la proteína!)
– rúcula
Condimentos: salpimentamos la rúcula antes de agregarla al bol con el resto de los ingredientes, y una vez que estén todos juntos, con un poco de aceto balsámico, basta.
Comensales: cuatro.
Ensalada caliente
– 1 berenjena
– mozzarella
– tomate
– albahaca
Condimentos: aceite de oliva, sal, pimienta (de ser posible, la berenjena pasa por una pre-cocción en sartén)
Comensales: dos.
Tip: agregando jamón y napolitana simple, esta “ensaladita” conquista el corazón de cualquier fanático de la milanesa.
Ensalada fácil como la tabla del uno
– 2 peras en cubos.
– roquefort
Condimentos: ninguno.
Comensales: cuatro.
¡Importante!: esta es una ensalada caliente. Colocamos las peras en una fuente y el roquefort troceado encima. Luego, tras un “golpe de calor” en el horno, estará lista para ser consumida.
Tip: dore los cubos de pera previamente en sartén.
Ensalada paraíso (no es el nombre oficial, que desconozco, pero es así como me hace sentir)
– queso de cabra
– 2 higos troceados
– rúcula.
Condimentos: sal, pimienta y aceite de oliva solo para la rúcula.
Comensales: dos
Ensalada casi verde
– 1 pepino
– rúcula
– 1 palta
– 2 huevos duros.
Condimentos: sal, pimienta, aceite de oliva, hierbas provenzales.
Comensales: tres
Ensalada “pero yo lo valgo”
– alcachofa asada
– tomates secos
– camarones
Condimentos: una pizca de sal a los camarones, previamente cocinados en sartén, aceite de oliva.
Comensales: cuatro.
De más está decir que estas recetas no aportan todas las necesidades vitamínicas de una persona. Los especialistas recomiendan consumir cinco frutas y / o verduras por día, por lo que ninguna de las “ensaladitas” precedentes es lo suficientemente variada, aunque superiores en calidad y gusto a una milanesa empapada en aceite.
Me consta, además, que hay quienes señalarán el precio indiscutiblemente privativo de las verduras, algo que considero es parcialmente una excusa. La carne roja es notoriamente más cara, lo que sucede es que se suele creer que “no vale la pena” gastar “tanto” en verduras; un error colosal, teniendo en cuenta el costo en salud a largo plazo.
Bon appétit et à la prochaine!