En principio, el final de la saga Priedras de Molle | Graciela Balparda

Según me contaron, todo fue y se fue así en el pueblo, de a poco, lentamente. En silencio. Sin estridencias ni demoliciones. Sin catástrofes naturales, ni guerras, ni guerrillas, ni epidemias, ni invasiones. Primero fue la retirada de los más jóvenes y luego, por las leyes de la vida, se fueron yendo los viejos.

Melisa Ortiguera de la saga Piedras de Molle | Graciela Balparda

Era el mes de agosto de aquel año en que Melisa Ortiguera y Raúl Méndez, compañeros de oficina en una repartición pública, habían pedido permiso para rebuscar en un viejo edificio próximo a demoler, algunas “reliquias” que, supuestamente, habrían quedado abandonadas. En junio había empezado la búsqueda y los hallazgos. Lo primero que encontró Melisa fueron los versos escritos a mano, con innegable tinta y pluma, que don Enrique R.

Naufragio

El Loco Mare – De la saga de Piedras de Molle | Graciela Balparda

Los personajes que llegaban al pueblo para establecerse formaron una población bastante estable hasta que como se sabe, fueron diversas la razones, dejaron de a poco desierto el pueblo de Piedras de Molle.
Tampoco había mucha gente de paso. Así que al pueblo llegaban y se iban algunos escasos viajeros que seguían rumbo a otros puntos del mapa.

Foto Daniel Stonek

U. A. LÓPEZ y G. GUERRA (de la saga de Piedras de Molle) | Graciela Balparda

Cuentan que a poco de llegar le dio por ir a menudo a la funeraria de López y Lespera con la excusa de revisar la lista de bandidos y soldados que habían caído abatidos en redada o en combate en la zona y aledaños y cuyos cuerpos habían recibido cristiana sepultura, a pesar de todo y aunque hubieran muerto anónimos, en el cementerio de Molle.