Memorias de la tierra de Gabo | Carolina Zamudio
Tantos atardeceres tuve la suerte de ver sobre el mar de Puerto Colombia que podría decir que fue allí donde aprendí sobre la levedad, eso de dejarse ir como las nubes, no importa si son majestuosas y blancas como las del invierno de enero o lánguidas como pinceladas en los ocasos posteriores a las tormentas